De la Sociedad del conocimiento a la Sociedad de la inteligencia.

En torno a la Sociedad del conocimiento y los trabajadores del  conocimiento anunciados por Peter Drucker, se generaron muchas falsas expectativas sobre los beneficios que este tiempo reportaría a la sociedad. Y sin desmerecer sus bondades, considero que la Sociedad del conocimiento está agotada porque hemos relegado el trabajo con el conocimiento a un vulgar ejercicio de memorizar y coleccionar información para su certificación académica y adorno personal. Para avanzar en el progreso económico y social global necesitamos un nuevo impulso que nos conduzca a la SOCIEDAD DE LA INTELIGENCIA, desde donde cada persona pueda alcanzar la mejor versión de sí misma, desplegar todo su talento y crear riqueza revolucionaria.

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En Mayo de 2023 adivinaremos si Sánchez o Feijóo

Unos viajes por España en las últimas semanas (Pontevedra, Coruña, Zamora, Castelló, León) y un caudal de conversaciones telefónicas, certifican que hay una tensión creciente y mucha incertidumbre sobre las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2023. Todo el mundo está en modo electoral.

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El Capital emocional. La principal riqueza de las naciones en el siglo XXI.

El capital emocional es el motor de la nueva economía.

El capital, para Adam Smith, eran los recursos financieros, humanos y materiales (fábricas, máquinas) con los que contaba una sociedad para crear valor (La Riqueza de las Naciones). Con la llegada de la Sociedad del conocimiento (Peter Drucker), aparecen otras formas críticas de capital (capital intelectual, capital relacional, capital cliente, capital reputacional…). Pero ninguno de ellos fue capaz de ver el capital más importante con el que cuenta un país, región, ciudad, organización o una persona para crear valor y riqueza, se trata del CAPITAL EMOCIONAL, entendido como el estado de ánimo que tienen las personas que viven en un lugar para  movilizar el conjunto de los recursos y activos que tienen a su alcance.

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Liderazgo político en una sociedad fragmentada y polarizada.

Entender la complejidad del comportamiento social para el liderazgo político.

Vienen tiempos difíciles para la política, si quieres dedicarte a esto, prepárate a fondo, porque vienen curvas. Lo primero es observar cómo se comportan las personas frente al cambio desde su forma de relacionarse con el pasado, el presente y el futuro. A partir de ahí podremos comprender cómo nacen nuestras creencias y comportamientos (refractarios al cambio, conservadores, reformistas, progresistas, rupturistas con el pasado, futuristas). Cuando ya entiendas esto, ármate de valor porque tendrás que enfrentarte cada día a los bulos, las etiquetas, los descreídos, los adversarios, los enemigos, los enemigos mortales y los compañeros de partido. Prepárate para sufrir porque la carne de político cotiza barata y la única manera de salir triunfante es aumentar tus habilidades como líder.

Si aún te quedaron ganas, sigue leyendo.

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España desperdicia su gran oportunidad

Si no tuviéramos la autoestima tan baja, reconoceríamos que tenemos un gran país que millones de personas en todos los continentes sueñan con que un día pueda ser su hogar. Salgan por ahí afuera para comprobarlo y comparen. Un gran país mejorable, con desequilibrios a compensar: por ejemplo, la desigualdad social por la crisis del 2008, aún vigente, y agravada por el COVID. La social, porque la igualdad de oportunidades real no es tan clara como se proclama. Desigualdad de género, por más que España sea país adelantado en la materia, pero con trecho aún por recorrer. Y desequilibrio territorial, porque es un despropósito que el ochenta por ciento de la población vivamos en la quinta parte del espacio, lo que es insostenible incluso desde el punto de vista medioambiental. Hay más desajustes, como el lacerante desempleo juvenil y el desequilibrio entre unos cuantos millones de parados y el mismo número, aunque con otras cualificaciones o mejor disposición al trabajo, que no se contratan porque no se encuentran, como en la ingeniería o en la construcción.

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