En 2018, en el libro Extremadura 2050, realizamos una mirada a largo plazo sobre la región. Sin apartamos de las coordenadas que fijamos en ese trabajo, en este artículo vamos a tomar como referencia el horizonte del 2030, analizando las grandes tendencias demográficas, sociales, económicas y tecnológicas que nos aporten pistas para trazar la hoja hoja de ruta al futuro. Porque si hacemos bien este ejercicio, aunque somos pequeños, podemos ser relevantes.
Cuando termina un año y empieza otro se analizan las tendencias que marcarán la tecnología, la economía o el consumo en el próximo año. Y rara vez se hace una proyección sobre los aprendizajes, conocimientos, habilidades y competencias que serán claves en el futuro, como si siempre tuviéramos que aprender las mismas cosas sin necesidad de hacer una revisión para adaptarnos a los nuevos contextos tecnológicos, económicos, sociales y laborales.
Cuando el mundo cambia (y en estos momentos estamos experimentando una revolución tecnológica sin precedentes), tenemos que actualizar nuestros aprendizajes. Y aquí va nuestra propuesta para los conocimientos que marcarán tendencia.
Si los gobiernos, los parlamentos, los medios de comunicación, las organizaciones empresariales y sociales fueran conscientes de la revolución tecnológica que se está gestando, se dejarían de un lado las discusiones bizantinas en las que estamos inmersos y nos centraríamos en lo importante, es decir, en cómo sacamos partido a las enormes posibilidades que se abren en lugar de instalarnos en la queja y la crítica improductiva. Más allá del efecto mediático de la aparición de ChatGPT, la Inteligencia Artificial y la constelación de tecnologías que están surgiendo de la convergencia tecnológica NBIC van a cambiar nuestro mundo en los próximos años, impactando en todas nuestras actividades. Por ese motivo, Extremadura podría significarse en el nuevo escenario y jugar un papel relevante, como ya lo hizo en los inicios de la revolución de la Sociedad de la Información.
En este momento, más importante que la fascinación que produce una tecnología en pañales que inaugura la irrupción de la Inteligencia Artificial y su popularización entre el gran público, es crear las condiciones para aprovechar sus ventajas en la educación, el empleo, la salud, el ocio, la agricultura, la ganadería y resto de nuestras actividades. En esta senda, es muy importante que como región nos hagamos estas preguntas: ¿Quiénes somos? ¿En qué queremos convertirnos? ¿Qué podemos ofrecer al mundo? ¿Cuál es el valor diferencial que nos distingue y nos permite ser atractivos a ojos de los demás?