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España bien, gracias, salvo la política

Menos mal que el país está bastante mejor de lo que reflejan políticos y medios. Escuchando algunas emisoras de radio por la mañana y algún telediario nocturno, cuesta comprender como el personal vive el día en paz. En el mundo informativo se ha articulado una especie de CMA (Comando Mediático de Agoreros) que anuncian desventuras con perceptible satisfacción. Hay que decir, en su descargo parcial, que algunos dirigentes políticos y algunas instituciones, que deberían ser más responsables, los alimentan de noticias falsas, sino imprudentes. El Fondo Monetario Internacional suele anunciar dificultades que después no son tantas y el Banco de España predijo en verano que el 2022 terminaría en recesión. Nada de eso ha sucedido. El consumo está disparado -quizás porque se ahorró durante la pandemia- y la recaudación del Estado por impuestos batió su récord en noviembre. Hay dificultades para encontrar billetes de avión o tren, plazas hoteleras asequibles que ante la demanda han disparado precios, reservas en restaurantes y, a veces, vehículos de alquiler. Cierto que hay una España con dificultades porque el Covid agravó la desigualdad, pero la otra, hoy por hoy, vive un buen momento que algunos políticos y periodistas pretenden amargar.

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La economía tirando y la política naufragando

Hay un nuevo récord de empleados: más de veinte millones de afiliados a la Seguridad Social. El paro cae al nivel más bajo de un mes de noviembre desde 2007. Aunque queda mucho por mejorar y demasiada desigualdad social. La inflación se modera dos décimas y ya está por debajo del siete por ciento, pero sigue castigando a las familias. Sube la inversión, especialmente la extranjera, estadounidense y británica. Aunque duela a los que prefieren que todo vaya mal para ofrecerse como salvadores de la patria, la economía en España va tirando y los agoreros que cada mañana en la radio y en los telediarios de la noche anuncian cataclismos, son desmentidos por la cifras.

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España: crece la influencia fuera y la tensión dentro.

Pregunten en cualquier cancillería de Europa o de América y les reconocerán un notable avance de la influencia internacional de este país. España pesa cada vez más, pese a quien pese, y a algunos les pesa mucho, porque detectan ahí un gran activo del Presidente Pedro Sánchez para su eventual reelección. Nada que ver con el saco de piedras que carga en su espalda, producto de errores y excesos de los suyos, que los hay, y de sus socios de gobierno que arman líos constantemente; por no hablar de las exigencias de sus apoyos parlamentarios. Así que todo está en el aire electoralmente salvo para el CIS, que atribuye al PSOE números positivos a los que convendría quitarles el IVA.

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En Mayo de 2023 adivinaremos si Sánchez o Feijóo

Unos viajes por España en las últimas semanas (Pontevedra, Coruña, Zamora, Castelló, León) y un caudal de conversaciones telefónicas, certifican que hay una tensión creciente y mucha incertidumbre sobre las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2023. Todo el mundo está en modo electoral.

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España desperdicia su gran oportunidad

Si no tuviéramos la autoestima tan baja, reconoceríamos que tenemos un gran país que millones de personas en todos los continentes sueñan con que un día pueda ser su hogar. Salgan por ahí afuera para comprobarlo y comparen. Un gran país mejorable, con desequilibrios a compensar: por ejemplo, la desigualdad social por la crisis del 2008, aún vigente, y agravada por el COVID. La social, porque la igualdad de oportunidades real no es tan clara como se proclama. Desigualdad de género, por más que España sea país adelantado en la materia, pero con trecho aún por recorrer. Y desequilibrio territorial, porque es un despropósito que el ochenta por ciento de la población vivamos en la quinta parte del espacio, lo que es insostenible incluso desde el punto de vista medioambiental. Hay más desajustes, como el lacerante desempleo juvenil y el desequilibrio entre unos cuantos millones de parados y el mismo número, aunque con otras cualificaciones o mejor disposición al trabajo, que no se contratan porque no se encuentran, como en la ingeniería o en la construcción.

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