Hay muchas formas de desmoralizar a una sociedad, aunque la más fácil y efectiva es a partir de la producción de malas noticias para bombardear diariamente a la población e influir en su estado de ánimo. Hay que ser muy fuerte para exponerse cada día a la información que nos suministran los medios de comunicación y no sucumbir a la desesperanza, el odio o la depresión.
Cuentan que un príncipe para conocer las debilidades de su reino pidió a un sabio que le trajera ante sí a personas con el mal de la desconfianza, la resignación, la codicia, el resentimiento o el miedo. Pasado el tiempo, el sabio se presentó en la corte en compañía de un hombre. El príncipe le reprochó que no había cumplido su encargo, a lo que el sabio respondió: majestad estáis ante un envidioso, y la envidia, es la enfermedad más extendida de vuestro reino en la que se encarnan todos los males que invocasteis.
Imagen generada por Inteligencia Artificial (DALL-E).Sigue leyendo →
El cambio permanente al que nos vemos sometidos nos está trayendo muchos problemas mentales y emocionales (miedo, zozobra, desazón, ira, resignación, resentimiento, paralización, desconcierto…), como reacción a las situaciones nuevas e imprevistas que tenemos que enfrentar cada día. La educación de las emociones que recibimos estaba diseñada para una vida más previsible y estable, pero cuando el tiempo se aceleró y las circunstancias comenzaron a cambiar rápidamente, se desordenó nuestro equilibrio y empezamos a sufrir tensiones emocionales que afectan gravemente a nuestra salud (solo hay que mirar el agravamiento de la salud mental de la población en los últimos años). Los cambios son tan grandes que la mente humana no está diseñada para encajarlos con tanta celeridad.
Una sociedad excitada por la fantasía de la seguridad.
Vivimos más años, tenemos más bienes, pero somos más infelices. La búsqueda de la seguridad ha creado sociedades donde la mayoría de ciudadanos aspiran a ser funcionarios. Hasta tal punto es así, que el sistema está diseñado para estudiar por largos años, vivir la tortura de años de oposiciones y, por fin, aquellos que lo consiguen, lograr un empleo de por vida del que nadie podrá separarle salvo flagrante delito (y muchas veces ni así).
La próxima crisis que se está gestando después del coronavirus y la crisis energética.
En los últimos 14 años hemos asistido a una concentración frenética de acontecimientos disruptivos en una breve fracción de tiempo, provocando una sucesión de crisis que en el pasado constituían eventos muy espaciados en el calendario. Y todo hace presagiar que este fenómeno, en lugar de frenarse, se acelerará aún más en los próximos años. ¿Quieres saber cuál será la próxima crisis?