La deformación que tenemos de la imagen del mundo y del transcurrir del tiempo histórico y los acontecimientos es tan grande que condiciona nuestra capacidad para tomar decisiones y conferir cursos de acción a nuestras vidas. Necesitamos una interpretación fundada del pasado y el presente para dirigirnos con buen tino al futuro, que nos ayude a encontrar respuestas a preguntas como, qué es el ser humano, qué puedo hacer, qué puedo esperar, cómo debo comportarme, qué puedo aprender, en quién me puedo convertir, qué puedo ofrecer a los demás. Sin una visión en conjunto y de perspectiva del discurrir del tiempo y sus patrones no podemos desarrollar un espíritu crítico, observar las tendencias, plantear escenarios plausibles, tomar decisiones fundadas o emprender y liderar acciones con criterio.
