Cuenta lo que haces, si no, el mundo no sabrá de ti, no conocerá tu obra, ni tu potencial, ni tus intenciones, ni las cosas que puedes hacer para los demás. Si no lo cuentas estás perdiendo la posibilidad de conseguir aliados para tu causa y que otras personas te hagan promesas, peticiones y ofertas valiosas.
Líderes sin líneas rojas, conversaciones prohibidas y tabúes que nos miren a la cara y nos digan la verdad:
“Ustedes deben saber que las pensiones están en riesgo, el trabajo de por vida en desaparición, los empleos fijos van a disminuir, la vida de las empresas va a ser cada vez más corta, la globalización es imparable, las decisiones que se toman en el otro extremo del mundo nos afectan cada día.
Tengo 55 años y a principios de la década de 1980 estaba en la universidad, para consultar un libro tenía que levantarme temprano y hacer cola en la biblioteca, a veces tardaba varios días en conseguirlo. Una década después, un compañero me enseñó una tarde a navegar por Internet, en ese momento el futuro se me iluminó en unos segundos, experimenté una epifanía y pude ver con claridad como lo que estaba viviendo era una ola que transformaría la faz de la tierra en todas las actividades humanas, las empresas, los empleos, las formas de acceder al conocimiento… Pude entender rápidamente que lo que estaba ante mí cambiaría el mundo por completo, nuestra vida, costumbres, formas de comunicarnos, relacionarnos y coordinarnos… Hasta convertirnos en nuevos seres humanos distintos a como éramos hasta ese momento.
Cuando paro un momento la mente y me pregunto ¿qué es el ser humano? ¿Quién soy yo?Reconozco en mí a un animal al que se le escapa el presente entre los dedos, mientras su lugar es ocupado por los recuerdos del pasado y las expectativas del porvenir. En esos momentos veo con claridad mi condición de ser imperfecto e inacabado, un individuo sometido a una presión existencial permanente que se ve atrapado en cada minuto de su vida entre la recreación mental de historias del pasado que no volverán y la imaginación de un futuro que no acaba de llegar.
Trumps, Putins, Johnsons Bolsonaros y sus cohortes de imitadores menores en todos nuestros países han monopolizado el relato, manejan la agenda, mientras, las fuerzas progresistas vagan desnortadas sin una propuesta de futuro con la que inspirar a la gente. Vaya tropa ¡Qué desastre!