¿Para qué vivir en la ciudad del cuarto de hora si puedes hacerlo en un pueblo de menos de 5 minutos?

¿Para qué vivir en la ciudad del cuarto de hora si puedes hacerlo en un pueblo de menos de 5 minutos?
En el mundo tan complejo que nos ha tocado vivir, de una manera u otra, cada uno de nosotros tendremos que convertirnos en líderes y aprender a manejar las claves del liderazgo para llevar a cabo nuestros proyectos vitales (en la familia, el trabajo, la escuela, la comunidad, el ayuntamiento o el gobierno del país). Para aprender sus claves vamos a plantear un supuesto práctico (diseñar un proyecto de liderazgo para España), un ejemplo que nos servirá también para aplicarlo un proyecto propio, independientemente del ámbito o actividad en la que nos desenvolvamos.
La ciudadanía ha de abandonar su inocencia y dejar de pensar que el mundo se mueve por reglas justas. La política internacional en sus más altas esferas, es lo más parecido a una banda de gánsteres, donde el único fuero es la fuerza y su ejercicio intimidatorio al servicio de unos intereses económicos, cuyas prácticas son lo más parecido a las mafias. La mayor parte de las veces, la apelación a dios, la patria, la seguridad, los derechos humanos, la justicia, la libertad o la democracia; no son más que burdas excusas para justificar las acciones más atroces a favor de los intereses económicos de los poderosos.
Así, las relaciones entre países, con algunas honrosas excepciones, se mueven igual que una banda de barrio, sus estructuras de poder y mecanismos son los mismos que los de las viejas tribus guerreras, solo que con instrumentos coercitivos más sutiles y una diplomacia florentina más cuidada, pero con armas de destrucción masiva mucho más poderosas, que se activan sin importar sus trágicas consecuencias.
Sabían ustedes que la España de los años 50 y 60 del siglo pasado era un país atrasado, comido por la miseria, sujeto a una represión brutal y aislado del mundo. La imagen que Europa tenía de España se podría resumir en el sambenito “África comienza en los Pirineos”, incluso muchos europeos pensaban que en aquella España se podían cazar leones.
Los primeros intentos de una dictadura corrupta para lavar la imagen del país y abrirse al exterior se concretó en el eslogan “Visit Spain” (visita España), un mensaje con el que se pretendía vender un producto difícil de colocar, apelando a exotismos como los toros, las procesiones o el flamenco.
A menudo nos quejamos de que los demás no nos escuchan, y cuando tenemos el poder para hacerlo lo malgastamos en filigranas, retórica, gustarnos a nosotros mismos o decir atropelladamente las cosas que sabemos para parecer más interesantes, desaprovechando la ocasión para producir valor para uno mismo y el auditorio.
Desde el discurso podemos desarrollar poder personal si somos capaces de generar afectación, descubrimiento e inspiración para producir movilización, acción y transformación.