Hacer historia. Una competencia clave para el siglo XXI.

Hacer historia dando forma al presente con las piezas del futuro.

Cuando era pequeño quedaba absorto observando a mi padre haciendo paredes de piedra seca. A partir de una hilera informe de piedras de todo tipo (grandes, pequeñas, angulosas, redondeadas, de pizarra, granito, cuarcita…), sin argamasa alguna, iba levantando una pared perfecta. Las piedras volaban de sus manos y se acoplaban unas con otras como por arte de magia, cual piezas irregulares de lego que encajaban dentro de un puzzle perfecto.

Mirando el avance de la construcción me parecía una obra de arte sublime, de una solidez, armonía y belleza indescriptibles. Tratando de imitarle tomaba piedras del montón y probaba a construir mi propia pared que, a duras penas, lograba levantar algunas decenas de centímetros en un equilibrio inestable y efímero.

Sentía pasión por el trabajo que hacía mi padre porque veía en él una forma de edificar una obra duradera, de trascender y dejar un legado a las generaciones venideras. De levantar algo sólido, de hacer historia en el presente a partir de piezas desordenadas que nos encontramos en el camino para dar forma al futuro. Y todo ello con el deleite de estar haciendo algo bello, laborioso y entretenido, a la vez que útil y con sentido.

La búsqueda existencial del sentido.

Durante décadas he tenido muy presente esta vivencia en la que la vida me reveló como metáfora inspiradora las respuestas a las principales preguntas existenciales que percutían mi mente sin respuesta (¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿qué sentido tiene la vida?, ¿qué sentido tiene mi vida?, ¿qué puedo hacer?, ¿qué puedo aprender?, ¿quién puedo llegar a ser?, ¿qué puedo ofrecer a los demás?…). De hecho, la experiencia me ofreció una lección impagable que ha marcado mi devenir. Todos los elementos para desarrollar una existencia fértil y plena, estaban codificados delante de mí, en la noble tarea que estaba realizando mi padre. 

Aprender a ver el futuro como un horizonte abierto de posibilidades.

Todos tenemos por delante un horizonte abierto de posibilidades que a menudo no somos capaz de ver e interpretar. A medida que avanzamos en la vida nos encontramos con un montón de piezas, como la hilera de piedras, con las que podemos dar forma a nuestra vida, a nuestros proyectos. 

Desarrollar sentido y criterio.

Si desarrollamos sentido y criterio en torno a un propósito in mente, podemos ordenar las piezas que nos encontramos en el discurrir de nuestra existencia para crear en el presente una obra de arte y dar dirección a nuestra vida. Desde ahí se abre el camino a la emoción cuando concebimos la idea de hacer algo valioso y reconocido, algo inspirador que nos permite alcanzar la mejor versión de nosotros mismos si somos capaces de ver anticipadamente el muro terminado.

Sensibilidad, práctica y competencias.

Cuando somos sensibles a nuestro pasado, brota el amor por lo que hacemos, abriendo el camino al aprendizaje, la impecabilidad y la perfección. Ahí nos convertimos en creadores del presente, adquiriendo la  maestría que permite que cada piedra encaje con las otras de manera precisa.

Si perfeccionamos la lógica de este actuar, estamos haciendo historia, porque dejamos la huella indeleble de nuestro ser en obras que nos trascienden. Y todo ello a partir de las piezas comunes que todos tenemos a nuestro alcance, donde la diferencia radica únicamente en nuestra capacidad de emocionarnos, atrevernos y actuar siguiendo los dictados de nuestro instinto.

La fase más elevada de esta maestría se alcanza cuando introducimos a los demás en la ecuación, para hacer del acto individual una tarea grupal con un propósito superior, invitando a otras personas a crear equipo y ser parte de la obra, conjugando inteligencias, voluntades, vocaciones y talentos. Entonces el mundo cambia y nos convierte en creadores de futuro. La construcción inicial del muro puede desembocar en una obra mayor, la edificación de una catedral, de una ciudad, de un gran proyecto colectivo.

Cuando combinamos sentido, criterio, pasión, talento, equipo,  escucha, promesa, pedido, oferta, declaración, dirección, gestión emocional, planeación; estamos haciendo de la vida una aventura apasionante que nos transforma en demiurgos que dan forma al mundo.

Aprender a ver la existencia desde la sensibilidad a nuestro pasado y las cosas valiosas que hay que preservar de él, abrir nuestra mirada y visión del horizonte del futuro y las posibilidades que nos ofrece, y hacer cosas valiosas y con sentido en el presente, es una competencia clave que puede ser cultivada y adquirida fácilmente por cualquier persona. Una competencia esencial para un mundo en cambio que nos lanza a la creatividad, la innovacion, el emprendimiento y el liderazgo desde el desarrollo de nuestro talento personal.

Hacer historia en el día a día  es la forma más excelsa de habitar el mundo, algo que todos los niños pueden aprender y que debería ser una pieza esencial del currículo educativo.

Adelante!!!

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