Archivo de la etiqueta: creatividad

¿Qué es ser analfabeto en el siglo XXI?

Cuentan que un día le preguntaron a Merkel por qué invertía tanto en educación y ella respondió que porque los ignorantes nos cuestan mucho dinero. Y es que la buena educación es la inversión más rentable del mundo para el desarrollo de las personas, las comunidades y los países; aunque en el mundo de hoy tenemos que revisar los conceptos de educación y analfabetismo, porque se da la paradoja de que muchas personas con “mucha educación” y títulos son analfabetas funcionales para vivir en el siglo XXI.

Si hace unas décadas podíamos ponernos de acuerdo en qué era un analfabeto funcional (incapacidad para utilizar la lectura, escritura y cálculo en las situaciones habituales de la vida), en la realidad actual no está tan claro porque el mundo ha cambiado y las capacidades que se necesitan para desenvolverse son distintas y complejas. De nuestros centros educativos y universidades salen personas sin las habilidades para desarrollarse personal y laboralmente, personas inútiles e inempleables, en muchos casos con carreras y estudios.

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Carta abierta a los estudiantes del mundo.

Queridas y queridos estudiantes, un nuevo tiempo se abre en el horizonte. Todo lo que dabais por seguro se desmorona. El futuro de los trabajos y profesiones para los que os preparáis está en entredicho, tendréis que repensarlo todo. Si no inventáis vuestro futuro y os hacéis cargo de vuestro destino, estaréis condenados a vivir un futuro poco halagüeño que otros ya están inventando para vosotros. No cometáis el error de pensar que alguien se está ocupando de vuestro porvenir, sois vosotros los que tenéis que tomar el control y empezar a hacerlo realidad ahora mismo, peleando con uñas y dientes por una nueva educación con la que levantar vuestros proyectos y proyectar vuestros sueños.

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7800 millones de perros verdes.

Desarrollar tus propias ideas, trazar tu camino y construir tu destino.

Procurar que cada persona desarrolle sus propias ideas, trace su camino y construya su destino para dejar un legado, debería ser la base del nuevo contrato social global (New Deal). Un ideario que rompa un statu quo actual que se empeña en justo lo contrario: producir individuos sumisos que obedecen órdenes, siguen el camino marcado por el stablishment y trabajan para construir los sueños de otros. Necesitamos una nueva educación sobre la que edificar un nuevo orden que convierta a las personas en creadoras de riqueza revolucionaria.

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¿Por qué hay tantas posibilidades y no somos capaces de verlas?

Las personas que nacían en la Edad Media tenían una o dos posibilidades en su vida, ahora tenemos millones delante de nosotros, el problema es que no estamos preparados para verlas y aprovecharlas. La cosa más importante que podemos aprender en estos momentos es a descubrir e inventar posibilidades. ¡Vamos a hacerlo!

Incertidumbre, aceleración, cambio y obsolescencia, son los rasgos que mejor definen nuestro tiempo. Una nueva realidad que rompe en pedazos una y otra vez los planes de futuro que levantamos. El futuro de una persona, empresa u organización depende de su capacidad para observar, descubrir e interpretar posibilidades en lo que acontece en el día a día; una habilidad a la que la mayoría de las personas somos ciegas.

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La cultura iberoamericana. El mayor activo que tenemos para construir nuestro futuro.

La fuerza de nuestro ser cultural como revulsivo para frenar la colonización económica y convertirnos en una oferta significativa para un mundo global.

La economía se concentra en un número reducido de empresas gigantes a escala global que determinan lo que compramos, pensamos, hablamos y hacemos. Ellas modelan nuestros gustos y redefinen nuestras identidades (sentido de quiénes somos y hacia dónde vamos).

La cultura es el recurso principal con el que contamos para crear nuestros mundos y realidades. Y tenemos la suerte de pertenecer a una cultura de una riqueza enorme sobre la que edificar la economía y el desarrollo de nuestro países. Sin embargo, el peso de nuestra riqueza cultural se diluye en el mundo porque las tiendas donde compramos, los productos que consumimos, los medios por los que nos informamos, el ocio que disfrutamos, las películas que vemos, los contenidos que estudiamos o las redes por las que nos relacionamos, forman parte de una colonización cultural que nos roba nuestra esencia poco a poco como una sanguijuela, hasta ir reduciendo nuestro gran activo en el mundo a una versión caricaturesca y folclórica de la que acabamos denigrando.

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