Es evidente que el mundo ha cambiado de manera radical, vivimos en una realidad líquida que se está convirtiendo en volátil y pone en entredicho los postulados tradicionales de la educación. A continuación vamos a establecer los fundamentos de un modelo educativo para educar el talento.
Tenemos escuelas donde aprendemos lenguaje, matemáticas y otras materias básicas. También universidades y centros educativos que nos enseñan un oficio o profesión. Pero no tenemos una escuela que eduque y cultive nuestro talento.
Como padres o educadores aspiramos a que nuestros hijos sean felices conectando su pasión, vocación y potencial con su profesión. Un deseo que se ve frustrado por la rigidez de un sistema educativo que fue diseñado para producir trabajadores en serie para alimentar la maquinaria productiva de las industrias, las empresas y la administración.
Si analizamos nuestras relaciones con los demás, descubriremos que hay personas que generan valor y otras miseria. Personas que te cargan de energía y personas que te la roban. Personas que inspiran y personas que intrigan. Personas que enriquecen las conversaciones donde se hacen presentes y personas que las arruinan. Personas que generan acción y personas que paralizan. Personas que siembran el miedo y personas que crean esperanza. Personas que viven atrapadas en el pasado y personas que se afanan en construir el futuro. Personas que piensan en grande y personas con el alma encogida. Personas que crean posibilidades y personas que se quejan y critican.
El capital emocional es el motor de la nueva economía.
El capital, para Adam Smith, eran los recursos financieros, humanos y materiales (fábricas, máquinas) con los que contaba una sociedad para crear valor (La Riqueza de las Naciones). Con la llegada de la Sociedad del conocimiento (Peter Drucker), aparecen otras formas críticas de capital (capital intelectual, capital relacional, capital cliente, capital reputacional…). Pero ninguno de ellos fue capaz de ver el capital más importante con el que cuenta un país, región, ciudad, organización o una persona para crear valor y riqueza, se trata del CAPITAL EMOCIONAL, entendido como el estado de ánimo que tienen las personas que viven en un lugar para movilizar el conjunto de los recursos y activos que tienen a su alcance.
Cambio histórico, estados de ánimo y liderazgo. Un nuevo estilo de hacer política.
La primera destreza que tiene que desarrollar una persona que aspira a liderar en cualquier ámbito (política, cultura, religión, empresa… ) es aprender a observar los cambios históricos, lo nuevo que emerge de ellos, los sentimientos y emociones de definen cada época, así como el estado de ánimo resultante, al objeto de hacerse cargo de él, transformarlo y expandirlo. Y todo esto necesita una disciplina que se puede aprender.