Una guía para quienes aspiren a gobernar y liderar la España del 2025.

En el mundo tan complejo que nos ha tocado vivir, de una manera u otra,  cada uno de nosotros tendremos que convertirnos en líderes y aprender a manejar las claves del liderazgo para llevar a cabo nuestros proyectos vitales (en la familia, el trabajo, la escuela, la comunidad, el ayuntamiento o el gobierno del país). Para aprender sus claves vamos a plantear un supuesto práctico (diseñar un proyecto de liderazgo para España), un ejemplo que nos servirá también para aplicarlo  un proyecto propio,  independientemente del ámbito o actividad en la que nos desenvolvamos.

Vivimos en tiempos de grandes desafíos, un momento propicio para el nacimiento de liderazgos transformadores que tengan la decisión y el coraje de asumir los retos monumentales que enfrentamos (poner fin a la escalada bélica, construcción de la paz, abordaje del cambio climático y descarbonización, crisis energética, producción y abastecimiento de alimentos, acceso y gestión del agua…). Este contexto de problemas es el campo abonado para el surgimiento de nuevos líderes que se hagan cargo de ellos.

El diseño de un proyecto de futuro para España.

España es una nación con una gran polaridad social, crispación permanente, tensiones territoriales, ausencia de visión compartida y proyecto de país a largo plazo, desequilibrios demográficos, brechas sociales, marcada afectación por el cambio climático y las sequías, etc.

Aunque el contexto no parece muy halagüeño, contiene las condiciones ideales para el surgimiento de liderazgos que dejen de lado las identidades y las disputas para poner la mirada colectiva en el futuro. Un espacio idóneo para el surgimiento de líderes de luces largas con un proyecto aglutinador en su cabeza, capaces de crear equipos que atiendan las urgencias, pero sin desviar nunca el foco en lo importante en torno a la construcción de un proyecto de futuro integrador, con capacidad tractora sobre el conjunto de sectores y actividades del país (agricultura, industria, servicios, educación, ciencia, tecnología…).

El constructo del proyecto ha de ser concreto y fácil de entender y fijar en la memoria colectiva, por ejemplo: “vamos a transformar grandes cantidades de agua salada de nuestros mares en agua dulce y la vamos a transportar hacia el interior para crear prosperidad y abundancia en todo el país, una tarea cuyo beneficio comenzaremos a experimentar en 4 años y culminaremos en los próximos 20”.

Esta declaración es clara, precisa, tangible, mensurable y con una fecha de verificación. Aborda en su propuesta, desde un enfoque holístico, los principales desafíos del país y se hace cargo de muchas necesidades, reivindicaciones y sensibilidades históricas, a la vez que abre nuevas posibilidades a la mayoría de ciudadanos.

El acceso al agua va a ser uno de los grandes desafíos de España en los próximos años, lo bueno es que estamos rodeados de mares. El problema de conversión de agua salada en dulce va unido a otro de los puntos fuertes del país donde apunta como líder mundial (las energías renovables). El avance del potencial y rentabilidad de la desalinización está vinculado a los costes decrecientes de las energías renovables, a medida que bajen sus costes, más capacidad de producir agua dulce tendremos.

El plan tendría la capacidad de impulsar  otros sectores donde el país es fuerte (ingeniería, obra civil, logística…) y tiene potencial (agrotecnología, hidrógeno verde, industria, turismo…). Además, muestra claramente a la ciudadanía cómo abordar los problemas compartidos y contribuir a la mejora de la calidad de vida general desde la aceleración de la transición energética e inversiones en renovables, disminución del recibo de la luz, desarrollo del mundo rural en armonía con el urbano, nuevos empleos y actividades, disminución de las tensiones entre territorios por el acceso al agua, conservación de los ecosistemas, etc.

Y sobre todo, podría generar la energía emocional y el sentimiento colectivo de contribución a una causa común por la que merece la pena luchar. El nacimiento de un estado de ánimo donde cada persona se sentirá parte del todo, que propicie el encuentro entre agentes económicos y sociales, donde los gobiernos locales y regionales podrán coordinar sus acciones en torno a un propósito compartido, donde empresarios y sindicatos encuentren espacios para el acuerdo, donde la investigación, la ciencia y la tecnología concentren sus esfuerzos, donde el sistema educativo y las universidades formen a los profesionales necesarios, donde los medios de comunicación dejen de envenenar la convivencia y asuman su responsabilidad de construir nación y unir a la gente, etc.

Para que un gran proyecto de esta naturaleza se abra paso necesita la formulación de una propuesta que se haga cargo del estado de ánimo de la gente, de sus necesidades y aspiraciones, y la declaración de la misma por parte de la persona que lo vaya a liderar.

Un país o una organización, para movilizarse, prosperar y hacer algo relevante, necesita un relato poderoso del futuro que dé sentido a la vida de las personas en torno a algo concreto y motivante que compense el esfuerzo a emplear y que tenga una fecha donde se pueda verificar la realización de la propuesta, así como hitos intermedios para evaluar los avances y experimentar los primeros beneficios.

Un proyecto de liderazgo necesita un equipo.

Liderar no es una tarea individual, es una tarea de equipo, aunque se necesita una cabeza visible, un proyecto en cuya elaboración previa han de participar los mejores ingenieros, tecnólogos, expertos en energías renovables o agrónomos del país y del mundo.

Mi única pretensión con este caso práctico inventado es que comprendas cómo se diseña y funciona el liderazgo para que lo puedas aplicar a tu vida, y también mandar un mensaje a aquellas personas que aspiren a ejercer cualquier tarea política y de gobierno, para que entiendan el compromiso y la responsabilidad que entraña, amén  de la necesidad de formación para adquirir nuevas competencias y aprendizajes porque a liderar se aprende. La tarea más trascendente del mundo es ejercer el gobierno y quien lo hace debe formarse como líder, entendiendo que  para ello es imprescindible unir a la gente y formar equipos.

Quien quiera ser líder de verdad en el futuro ha de asumir grandes responsabilidades, afrontar cara a cara los nuevos desafíos, pensar en grande, crear comunidad en torno a lo que nos une e invitar a la ciudadanía a convertirse en protagonista de una aventura llena de sacrificios a la vez que de grandes oportunidades.

En los próximos años, España, la UE y el resto del mundo van a vivir tiempos  duros pero apasionantes y retadores. Vamos a ser protagonistas de revoluciones como la transición ecológica y energética, la transición digital o la Cuarta Revolución Industrial, en un periodo de tiempo récord. De aquí puede salir una sociedad civil más fuerte y una ciudadanía más empoderada si hay un liderazgo en todas las capas de la sociedad que lo impulse. Un tiempo que va a poner a prueba nuestra capacidad para formar nuevos líderes y ponerlos a trabajar juntos.

Quien quiera ser líder en cualquier ámbito (política, educación, ciencia, tecnología…), va a tener más oportunidades que nunca, porque tenemos mas desafíos que antes. Pero para eso tenemos que abandonar muchas actitudes perniciosas, como la procrastinación, la crítica fácil, las excusas y la queja permanente, ser capaces de interpretar los problemas en clave de oportunidades y cultivar la ambición. Y para eso vamos a tener que hacer cosas distintas a las de siempre, atreviéndonos a pensar en lo que otros no han pensado y a hacer lo que otros no han hecho.

Para liderar el mundo del futuro, casi todas las plazas están vacantes, ¿quién se atreve?

¿Alguien de los presentes quiere rascar bola? Pues ahí tiene por delante mucho tajo: la transformación de un sistema burocrático y funcionarial que nos está destruyendo, la cohesión territorial, la racionalización de la administración, la fusión administrativa de municipios, la transición energética, la Cuarta Revolución Industrial, la descarbonización de la economía, la despoblación de las zonas rurales… ¿Quién se hace cargo? 

El liderazgo surge cuando alguien nos convoca a hacer juntos cosas concretas, algo práctico que implica el trabajo y coordinación de esfuerzos para lograr algo tangible que a vista de todos es útil, noble, desafiante, inspirador y grande.

Para hacerlo se necesita concebir grandes proyectos y estudiar a fondo sus pormenores, ventajas e inconvenientes, declararlos, motivar y sembrar ambición en el imaginario colectivo, unir los vigores dispersos y coordinar los esfuerzos.

Líderes capaces de moverse en la incertidumbre y que se atrevan a tomar decisiones sin tener respuestas a todas las preguntas.

Teniendo un propósito firme, pero a la vez, actuando con flexibilidad, porque en el mundo actual en el que los acontecimientos se precipitan con tanta celeridad, es imposible prospectar todos sus escenarios. Por eso, si queremos aspirar a hacer grandes cosas no podemos esperar a tener todas las respuestas a todas las preguntas, tenemos que aprender a movernos en la incertidumbre porque en nuestro avance al futuro no hay tierra firme. 

Es posible que en 20 años tengamos una fuente de energía nueva y revolucionaria, pero no podemos esperar de brazos cruzados a que eso ocurra, tendremos que comenzar por producir agua dulce (o el reto que nos marquemos) perfeccionando las tecnologías disponibles, porque en ese avance iremos conquistando otras metas con las que dar respuesta a problemas colaterales del presente, como la producción de energía limpia y abaratamiento de la factura eléctrica.

Si aprenderemos a trabajar juntos, a atrevernos, a cocrear, codiseñar, colaborar, compartir, a perfeccionar los mecanismos de la cooperación masiva y la inteligencia colectiva, nos convertiremos en líderes del nuevo tiempo.

Además, los que se equivoquen, que no se preocupen y no cesen en su empeño, porque si su intención es noble y su propósito elevado, tendrán ocasión para volver a intentarlo. Parafraseando a Maxwell, los seguidores podrán perdonar al líder que se equivoque con su visión, lo que no le perdonarán nunca es que no tenga una visión.

Los líderes de verdad se motivan ante los grandes problemas, los enfrentan para convertirlos en oportunidades, y se hacen presentes allí donde están las dificultades.

El liderazgo se diseña y aprende, no se improvisa. Ejemplos en la historia.

Kennedy hizo un diseño parecido al del plan hidrológico nacional del ejemplo. Su proyecto se concretó en esta declaración: “en 10 años enviaremos un hombre a la Luna y lo regresaremos vivo a la Tierra”. Y en esa declaración unió a la gente de su país en un propósito. Consiguió aunar los esfuerzos de la sociedad, las empresas, el sistema educativo, el ejército, los científicos y tecnólogos … para alcanzar el propósito de liderar la carrera como superpotencia a la URSS, hito que logró desde este descomunal diseño de liderazgo que nos legó como referente y buena práctica a los estudiosos de esta ciencia.

Mandela hizo algo impensable, la superación del apartheid y la unión de los sudafricanos para construir un país nuevo.

Vicente Ferrer, dejó de un lado el catecismo, y para unir a las tribus que estaban en guerra, invitó a los contendientes a hacer cosas juntos (pozos, canales, casas, hospitales, escuelas…).

José Luis Quintana y Miguel Ángel Gallardo, unieron a la gente de dos ciudades (Don Benito y Villanueva), -a construir una nueva ciudad (Vegas del Guadiana), y demostrar a su país y al mundo que es posible construir un futuro desde la unión.

Todos los ejemplos descritos tienen tiempos y contextos diferentes, pero contienen el mismo patrón, un patrón que todos debemos conocer para ponerlo en práctica.

El liderazgo cambia el mundo, cuando el liderazgo actúa, el mundo no vuelve a ser igual. Los desafíos del futuro serán cada día más grandes e implicarán la puesta en marcha de procesos de cooperación masiva, donde participen más equipos y más personas de países y culturas distintas, precisándose de coordinación de esfuerzos y unión de fuerzas a escala planetaria.

Necesitamos que la vieja raza de líderes de la guerra y la rapiña que gobiernan el mundo desaparezca, y su lugar sea ocupado por otros donde la expansión militar, el enfrentamiento, los intereses de las grandes compañías que fabrican armas y el robo de los recursos de los países, sean sustituidos por grandes proyectos planetarios, como la sustitución de las energías fósiles, la captura de COo la producción de alimentos y su distribución a escala planetaria. Necesitamos líderes de verdad en el mundo, no farsantes ni plutócratas.

Y este alegato no es un ataque de inocencia ni una fantasía infantil, es un objetivo que se puede alcanzar con una sociedad civil fuerte y reivindicativa que desarrolle mecanismos de colaboración masiva en torno a este ideario, que diga ¡basta ya! A quienes quieren convertir este mundo en un polvorín e inmolar la vida de millones de personas. Otro mundo es posible con otro liderazgo.

Detrás de cada alcalde, concejal, cargo público, rector, presidente… tiene que haber un proceso de capacitación en liderazgo, porque el liderazgo no se improvisa, hay que formarse en esta disciplina y cultivarla en el tiempo.

Detrás de cada tarea y responsabilidad en el país debe haber una persona con liderazgo, cuya función será obviamente diferente según su responsabilidad, pero no por ello menor, que podrá ir desde trazar el futuro del país a crear una familia, poner en marcha una comunidad energética, transformar un colegio, crear una asociación o fabricar agua dulce para luchar contra el desierto. 

Todos, absolutamente todos, estamos conminados a ser líderes al menos en una faceta de nuestra existencia, solo así podremos exigir a nuestros gobernantes que actúen como líderes y abandonen la farsa en que vivimos.

Si tú quieres dar el paso, nosotros podemos ayudarte.

Adelante!!!

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