Somos los relatos que nos contaron y que nos contamos cada día. Sin elegirlo yo nací hace 54 años en un mundo gobernado por ángeles y demonios (cuentos oficiales de la religión)…; en un país elegido por dios que era una unidad de destino en lo universal (cuentos oficiales y delirantes de la patria)…; en una sociedad estamental y cerrada donde cada uno había nacido en una clase social y debía actuar en consecuencia (cuentos oficiales del poder)…; en un régimen donde el que portaba un relato diferente (extranjero, homosexual, ateo, divorciado, comunista…) era sospechoso y peligroso (cuentos oficiales de lo bueno y lo malo)… Como cualquiera de mis paisanos, di por buenos esos cuentos, no había otra elección, hasta que descubrí que eran solo cuentos y que podía cambiarlos. Luego, a duras penas y a contracorriente los fui cambiando. Eso me ha llevado a entender los comportamientos irracionales, supremacistas, xenófobos, racistas… Y a ser comprensivo con las personas que los proclaman porque únicamente son la caja de resonancia y las víctimas de los relatos con los que nacieron y de los que no pudieron escapar.
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