El Sexto Sentido es una película en la que Bruce Willis encarnando el papel del doctor Malcolm trata de ayudar a un niño (Cole) que se comunica con los muertos, y en un final inesperado y desconcertante descubre que en realidad él está muerto también. El film es una buena metáfora que nos hace pensar si en realidad la mayoría de nosotros y nuestras organizaciones también estamos muertos o moribundos aunque no nos hayamos dado cuenta de ello o nos dé miedo aceptarlo porque nos aterroriza reconocer que nuestro mundo se desmorona a nuestros pies, a la vez que precisamos nuevos fundamentos filosóficos y cartas de navegación para lidiar con lo desconocido.
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La realidad no existe
Desde el principio de los tiempos el ser humano se ha preguntado cómo es el mundo, qué es lo que hay ahí fuera, ¿los objetos que vemos son como los vemos o son una creación de nuestra mente?, ¿qué es realidad y qué es ficción?, ¿vivo en un universo paralelo creado por mí? … Y después de tanto tiempo, todavía no nos hemos puesto de acuerdo en resolver la diatriba, una duda que a veces nos desconcierta y contribuye al desasosiego y sufrimiento humano.
Sigue leyendoLas 100 cosas que me diría y haría si volviera a nacer.
Tu existencia ya es un éxito y un regalo de la naturaleza, un accidente improbable fruto de una carrera frenética de un espermatozoide por fundirse con un óvulo, donde obtuviste una victoria sin paliativos dejando en la cuneta a otros millones de seres en potencia que compitieron contigo por estar aquí y ahora. Con ese galardón ya lograste un valioso pasaje para embarcarte en la apasionante aventura de la vida, no te defraudes a ti mismo, no desaproveches la oportunidad única que te ha concedido el universo regalándote una vida y la posibilidad de hacer de ella una obra de arte.
Sigue leyendoEl miedo, la emoción que gobierna nuestras vidas.
Miedo a perder el poder, miedo a perder la posición, miedo a perder la reputación, miedo a perder el trabajo, miedo a perder el patrimonio, miedo a perder la pareja, miedo a perder los hijos, miedo a perder la salud, miedo a perder la vida, miedo a la muerte… ¡Miedo! ¡Miedo en todas partes! ¡Miedo a todas horas! ¡Miedo en los pensamientos! ¡Miedo en los discursos! ¡Miedo en las conversaciones! ¡Miedo en las intenciones! ¡Miedo en las decisiones! ¡Miedo en las acciones!… ¡Miedo!
Si analizas cómo actúas, tus reacciones, las decisiones y cursos de acción que tomas en tu vida, observarás que en casi todas ellas está la raíz el miedo. El miedo es capaz de crear una cosa y su contraria, tesis y antítesis, fuente de rupturas y alianzas, de fidelidades y traiciones. Miedo, demiurgo universal donde emanan y se nuclean los elementos constitutivos del ser y la especie.
Nos unimos en comunidad, vivimos en pareja, estudiamos, trabajamos… porque tenemos miedo, miedo a la agresión, a la incertidumbre, a la escasez, a la soledad, a la pobreza, a la indiferencia, a la irrelevancia… miedo al qué dirán, miedo al error, miedo al vacío, miedo a la oscuridad, miedo al silencio.
¿El Universo es amigable u hostil?
Es una de las preguntas más importantes que se haya formulado el ser humano y que nos dejó Einstein, una de las mentes más lúcidas de la especie. ¿Pero cuál es la respuesta a tan trascendental interrogante? De ella dependen las relaciones que construimos con el entorno que nos rodea y con los demás seres, y por ende, el impacto que podemos hacer en el mundo y nuestro legado. Desde la respuesta elegida elaboramos los relatos (individuales y colectivos) que nos sirven para conducir nuestras acciones. ¿Pero el Universo es de una determinada naturaleza o es ambivalente? ¿El Universo está ya definido o lo creamos nosotros? Esa es la cuestión.