La promesa, el invento que nos ha hecho especiales.
Cuando estudiaba Historia en la universidad, mientras muchos de mis compañeros se afanaban por memorizar datos y anécdotas del pasado, yo me preguntaba por qué la especie humana había evolucionado a una sociedad compleja, si en esencia éramos un animal más. Qué demonios habrían hecho diferente aquellos grupos de Australopithecus y sus parientes deambulando por la sabana y alimentándose de carroña, que no hicieron otras especies. Pese a indagar y profundizar en las teorías de la hominización y el desarrollo de la inteligencia y el lenguaje, había algunas cuestiones que no me encajaban para componer el puzzle que intentaba armar. Una luz que comencé a ver cuando conocí a Fernando Flores y su equipo en 1998.
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