Piensan por nosotros, construyen nuestras conversaciones, hablan por nuestras bocas, manejan nuestras decisiones, crean nuestras emociones y provocan nuestros estados de ánimo… Claro, a no ser que aprendas a leer sus códigos y a escapar de la trampa. Vivimos en una sociedad alienada que destroza las funciones críticas del individuo, su creatividad, innovación, emprendimiento y liderazgo. Nuestras vidas están dirigidas, nos mantienen en estado zombie, entretenidos y anestesiados. ¡Despierta ya coño!
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¿El Universo es amigable u hostil?
Es una de las preguntas más importantes que se haya formulado el ser humano y que nos dejó Einstein, una de las mentes más lúcidas de la especie. ¿Pero cuál es la respuesta a tan trascendental interrogante? De ella dependen las relaciones que construimos con el entorno que nos rodea y con los demás seres, y por ende, el impacto que podemos hacer en el mundo y nuestro legado. Desde la respuesta elegida elaboramos los relatos (individuales y colectivos) que nos sirven para conducir nuestras acciones. ¿Pero el Universo es de una determinada naturaleza o es ambivalente? ¿El Universo está ya definido o lo creamos nosotros? Esa es la cuestión.
El liderógrafo de emprendedorex. Donald Trump.
Así salvaremos el planeta. Los mecanismos que activan la cooperación masiva en la especie humana.
Son los relatos los que desencadenan los procesos de colaboración a escala planetaria, de ello hemos tenido suficientes muestras a lo largo de la historia. Y esos relatos ya están en marcha y abriéndose paso, para que lo hagan más rápido, únicamente necesitamos un golpe de suerte, por ejemplo, que se encadenen unos cuantos episodios extremos y catástrofes climáticas en el primer mundo, allí donde la opinión pública tiene capacidad de presión sobre los centros de poder donde se toman las decisiones. Será el momento en que el relato de la reversión del cambio climático se ponga en el foco de la acción y la inmensa mayoría lo hagamos nuestro.
Los relatos crean nuestros pensamientos, estados de ánimo, formas de conducirmos y resultados.
Somos los relatos que nos contaron y que nos contamos cada día. Sin elegirlo yo nací hace 54 años en un mundo gobernado por ángeles y demonios (cuentos oficiales de la religión)…; en un país elegido por dios que era una unidad de destino en lo universal (cuentos oficiales y delirantes de la patria)…; en una sociedad estamental y cerrada donde cada uno había nacido en una clase social y debía actuar en consecuencia (cuentos oficiales del poder)…; en un régimen donde el que portaba un relato diferente (extranjero, homosexual, ateo, divorciado, comunista…) era sospechoso y peligroso (cuentos oficiales de lo bueno y lo malo)… Como cualquiera de mis paisanos, di por buenos esos cuentos, no había otra elección, hasta que descubrí que eran solo cuentos y que podía cambiarlos. Luego, a duras penas y a contracorriente los fui cambiando. Eso me ha llevado a entender los comportamientos irracionales, supremacistas, xenófobos, racistas… Y a ser comprensivo con las personas que los proclaman porque únicamente son la caja de resonancia y las víctimas de los relatos con los que nacieron y de los que no pudieron escapar.