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10 habilidades para la alta dirección.

La dirección (liderazgo, gerencia) consiste en unir personas en torno a un propósito, orquestarlas y acompañarlas en su aprendizaje y crecimiento. Para hacerlo necesitaremos desarrollar habilidades prácticas como madres, mentores, profesoras, coaches, gerentes, orientadoras… Recuerda que en tu papel de dirigir a otra persona, ella tendrá en su cabeza tres preguntas no declaradas: ¿Yo soy importante para ti? ¿Tú me quieres? ¿Tú me puedes ayudar? Si tus respuestas son negativas, olvida lo de dirigir y dedícate a otra cosa. En caso de ser afirmativas, aquí tienes 10 prácticas para conducirte a la excelencia.

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¿La televisión que queremos es la televisión que necesitamos?

Una reflexión sobre el futuro de los medios de comunicación para enfrentar los desafíos del futuro.

Desde Goebbels sabemos la capacidad que tienen los medios de comunicación para manipular la sociedad y hackear sus mentes, pero también su versatilidad para orquestar a la gente en torno a un propósito compartido y crear una sociedad civil robusta. Su fuerza para construir relatos desde los que conducirnos a utopías o distopías. Su influencia para edificar una ciudadanía sana y fuerte. Su potencia para mostrarnos el mundo y sus posibilidades, las fronteras de la ciencia y el conocimiento, las habilidades y competencias clave para nuestro futuro, para experimentar la aventura del saber, conocer de dónde venimos, los retos del presente y los desafíos del futuro. Por eso es tan importante poder participar en la gran consulta de RTVE “La television que quieres”.

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Aprender a pensar y actuar juntos. La experiencia de las vacunas

La fuerza más poderosa de los humanos y única alternativa para la salvación de la especie.

En nuestra vida cotidiana todos tenemos experiencias de superación de problemas y consecución de logros cuando hemos sido capaces de pensar y actuar de manera conjunta con otras personas. Cuando nos unimos en un propósito no sumamos, multiplicamos. Cuando dos o más mentes se unen no generan valor en progresión aritmética, lo hacen de manera geométrica. ¿Entonces por qué no aplicamos esta lógica a todas nuestras actividades? ¿Por qué no utilizamos este poder como especie para superar los desafíos globales y crear riqueza revolucionaria? Sencillamente porque hemos sido educados para actuar individualmente, no para trabajar en equipo.

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El valor de ofrecerse a los demás. Es lo primero que debería enseñar la escuela.

Aprender a ofrecernos a los demás y a hacer ofertas valiosas será la manera más importante para ganarnos la vida en el futuro.

Me preguntaron en una ocasión qué cosas nuevas deberían aprender los niños del siglo XXI, a lo que respondí que hay una serie de saberes que a mi entender van a ser determinantes, como que cada persona aprenda a ofrecerse a los demás, como base para su desarrollo personal y profesional.

El mundo está cambiando muy rápido, dejando obsoletos muchos conocimientos y haciendo desaparecer muchos oficios y profesiones. Sin embargo, hay quien aprende a inventar ofertas para los demás y convertirse en una “oferta permanente” se adapta rápido a los cambios y saca ventaja de ellos, poniendo su foco en lo que los demás necesitan, ideando  formas de satisfacer sus necesidades y ganándose con ello el sustento.

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El mayor invento de la humanidad no es el que te habían contado. En busca del primer ser humano que hizo la primera promesa.

La promesa, el invento que nos ha hecho especiales.

Cuando estudiaba Historia en la universidad, mientras muchos de mis compañeros se afanaban por memorizar datos y anécdotas del pasado, yo me preguntaba por qué la especie humana había evolucionado a una sociedad compleja, si en esencia éramos un animal más. Qué demonios habrían hecho diferente aquellos grupos de Australopithecus y sus parientes deambulando por la sabana y alimentándose de carroña, que no hicieron otras especies. Pese a indagar y profundizar en las teorías de la hominización y el desarrollo de la inteligencia y el lenguaje, había algunas cuestiones que no me encajaban para componer el puzzle que intentaba armar. Una luz que comencé a ver cuando conocí a Fernando Flores y su equipo en 1998.

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