El Sexto Sentido es una película en la que Bruce Willis encarnando el papel del doctor Malcolm trata de ayudar a un niño (Cole) que se comunica con los muertos, y en un final inesperado y desconcertante descubre que en realidad él está muerto también. El film es una buena metáfora que nos hace pensar si en realidad la mayoría de nosotros y nuestras organizaciones también estamos muertos o moribundos aunque no nos hayamos dado cuenta de ello o nos dé miedo aceptarlo porque nos aterroriza reconocer que nuestro mundo se desmorona a nuestros pies, a la vez que precisamos nuevos fundamentos filosóficos y cartas de navegación para lidiar con lo desconocido.
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La sociedad de la queja permanente y la crítica fácil. Una vacuna para salir indemne.
Cierto día, un padre y su hijo hicieron un viaje en su borrico. Al pasar por un pueblo los vecinos murmuraron: qué vergüenza, el padre montado en el burro y el pobre hijo tan pequeño caminando; escuchando las críticas, el padre se bajó del burro y le cedió el puesto a su hijo. Llegaron a otro pueblo y la gente murmuró de nuevo: qué injusticia, el joven cómodamente montado sobre el burro y el pobre hombre caminando; por lo que decidieron montarse los dos en el burro. Y así llegaron a otro lugar donde los viandantes comentaban: qué vergüenza, dos hombres que pueden caminar perfectamente maltratando a un pobre animal; por lo que ambos decidieron continuar el camino a pie. Al paso por el siguiente pueblo, los paisanos decían: qué tontos, tienen un burro y no se montan en él. Después de una larga reflexión, el padre dijo: sabes hijo, vamos a hacer lo que consideremos que tenemos que hacer en cada momento, porque si nos guiamos por lo que opinan los demás, siempre recibiremos críticas y nuestra vida será un calvario.
Una sociedad en minoría de edad.
Crítica fácil, queja permanente, reivindicación de derechos, escaqueo de responsabilidades, ley del mínimo esfuerzo, superficialidad, procrastinación, descompromiso… son rasgos que se retroalimentan en la sociedad actual, generando una deriva sin freno hacia el nihilismo.
Sigue leyendoSe acabó la seguridad. Vivir se ha convertido en una aventura.
Aunque en estos momentos de zozobra nos parezca que el futuro está lleno de fatalidad, se abre ante nosotros en un horizonte de posibilidades donde todo está por hacer y cada uno de nosotros tenemos la llave para construir nuestro destino. Eso sí, aprendiendo a vivir la vida como una auténtica aventura y abandonando la absurda idea de que podemos tenerlo todo bajo control.
Para hacerlo tendremos que cambiar nuestra forma de pensar, empezando por entender que el control es una quimera en un mundo presidido por el cambio y la incertidumbre. Si no lo logramos, lo vamos a pasar muy mal.
Sigue leyendoUna causa por la que vivir.
El mundo se nos ha desordenado, en los próximos años tendremos que construir un nuevo orden para poder seguir viviendo juntos, necesitaremos llegar a acuerdos globales para redefinir la economía, las finanzas, el trabajo o la educación. Estamos abocados a un nuevo contrato social para habitar la complejidad y la incertidumbre, a un New Deal (nuevo trato).
En la construcción del nuevo orden, cada uno de nosotros tenemos una tarea, y hay que hacerlo bien, con responsabilidad, porque de lo contrario estamos expuestos a un estallido social con graves consecuencias y sufrimientos.
Y ya que tenemos que crear un nuevo mundo, hagámoslo mejor que el actual. Es el momento para arrimar todos el hombro, animando a cada persona a que construya un legado para las futuras generaciones, que encare su vida desde un propósito elevado, desde una causa por la que merezca la pena luchar y vivir.
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