Aunque en estos momentos de zozobra nos parezca que el futuro está lleno de fatalidad, se abre ante nosotros en un horizonte de posibilidades donde todo está por hacer y cada uno de nosotros tenemos la llave para construir nuestro destino. Eso sí, aprendiendo a vivir la vida como una auténtica aventura y abandonando la absurda idea de que podemos tenerlo todo bajo control.
Para hacerlo tendremos que cambiar nuestra forma de pensar, empezando por entender que el control es una quimera en un mundo presidido por el cambio y la incertidumbre. Si no lo logramos, lo vamos a pasar muy mal.
Acostumbrarnos a que las emergencias que ocurren, cada vez con más frecuencia, nos arruinen los planes, será un ejercicio sano. Tenemos que aprender a vivir con la incertidumbre y hacerlo sin quedar poseídos por el miedo. Para ello necesitamos una visión amplia de perspectiva, porque a pesar de los altibajos (ahora estamos en uno de ellos), avanzamos y prosperamos como especie.
Pese a todas las adversidades con las que convivimos en estos momentos, vivimos en el mejor momento de la Historia, nunca como ahora tuvimos a nuestro alcance tantos recursos para construir el futuro (tecnología, internet, redes sociales, educación, acceso al conocimiento…).
Es verdad que la vida en el pasado era menos incierta, las personas tenían la certeza de una vida de sacrificio, esfuerzo y dificultades, una certidumbre de miseria y privaciones; y para una ínfima minoría, de opulencia. ¡Maldita certidumbre!
El principal reto que enfrentamos es aprender a convivir con las emergencias, las contingencias, lo que acontece; y además, hacerlo sin asustarnos. Aprender a vivir el aquí y ahora pero con una visión de futuro, desde una actitud flexible donde nuestras dianas se están moviendo constantemente, donde nuestros planes se frustran permanentemente, a la vez que aprendemos a rehacerlos una y otra vez sin quedar atrapados en el desánimo.
Todo está por hacer, pero no hay caminos, no hay guías ni manuales. Preguntar a la experiencia ya no sirve, pues el futuro no se parece en nada al pasado. La acción y la innovación son ya más importantes que el conocimiento.
Diseñar tu proyecto vital será un ejercicio obligado, pero desde la flexibilidad. Tus planes con sus logros, propósitos y metas, se van a ver truncados por los acontecimientos imprevistos. El valor está en que aprendas a convertirte en un observador avezado de las emergencias que ocurren cada vez con más rapidez, y a descubrir posibilidades en ellas, que desarrolles sensibilidad ante el cambio, que aprendas a trabajar en equipo y a inventar posibilidades con otros. Al final, tu proyecto vital se parecerá poco a como lo imaginaste, erosionado y enriquecido por las circunstancias.
Se acabó el tiempo de la seguridad, empieza otro nuevo, y es menester que lo aceptes con alegría. Un tiempo con muchas interrogantes y pocas certezas, un tiempo en el que se hace camino al andar. Un tiempo con muchas causas huérfanas que te están esperando (solucionar el hambre, las enfermedades, la crisis climática, el cambio educativo…). El futuro te ofrece la oportunidad de que te hagas cargo de una causa. Define tu causa, la gente necesita esperanza y un motivo por el que luchar y vivir. Y el mundo está esperando a que declares cuál es tu causa.
Tu decisión y voluntad son muy importantes, pero tú solo o tú sola, por fuerte que seas, eres insignificante e irrelevante. Ya no sirve de nada el mito del “hombre forjado a sí mismo”. Es tiempo de acción colectiva, tiempo para la inteligencia social, tiempo para pensar y actuar como especie. Unir a la gente en un propósito no es tarea fácil, pero es el único camino para poder avanzar, lidiar con las emergencias y las incertidumbres.
La clave es empezar a entender y vivir la vida como una aventura, porque en eso se ha convertido la existencia. Quienes no lo entiendan así van a sufrir mucho. ¿Pero no es nuestro espíritu aventurero el que nos ha traído hasta aquí? ¿No es nuestra alma indómita y aventurera la que nos ha hecho avanzar y prosperar?
El futuro es apasionante si aprendemos a vivir la vida como una aventura, invitando a otros a acompañarnos. El que ve más lejos no es el que mejor vista tiene, es el que se atreve a mirar más allá.
Donde hay visión, espíritu de aventura y decisión, la vida florece.
La vida es una aventura, cuenta conmigo porque yo ya cuento contigo.
Adelante!!!
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