Todo está por hacer, todo está por inventar, en tu decisión está convertir tu vida una obra de arte o en una copia barata. En un mundo que ha cambiado y ha roto sus reglas, necesitamos encontrar un nuevo sentido común para poder conducirnos.
Si no persigues tus sueños, deberás aceptar la condena de trabajar para hacer realidad los sueños de otros.
La mayor parte de las personas vivimos con la certeza de que nuestras organizaciones no cumplen los fines fundacionales para las que fueron creadas, los estados no funcionan, los gobiernos no funcionan, las instituciones no funcionan, las administraciones no funcionan, las organizaciones sociales y sindicales no funcionan, las organizaciones económicas y empresariales no funcionan, las organizaciones religiosas no funcionan, la institución familiar no funciona, nuestra vida social y en comunidad no funciona…
Pese a todo, tendemos a pensar que nuestro estilo de vida, trabajos, bienestar social y futuro de nuestras familias está garantizado aunque sea a trompicones. Y nada más lejos de la realidad, nuestro mundo está en crisis y todo lo que creíamos ganado se puede ir por la borda en un momento.
Las citas y los datos son un elemento auxiliar en la tarea de construir acciones de futuro y creación de valor, el problema viene cuando se convierten en el objeto mismo del argumentario para sostener posiciones facilonas mil veces repetidas, sirviendo de adorno a textos y discursos que parecen sesudos pero están vacíos. Una deriva que puede degenerar en una citorrea y datorrea severas desembocando finalmente en la verborrea estéril. Un ejercicio sin ninguna utilidad pero que tiene un gran predicamento en medios de comunicación y círculos pseudointelectuales, sobre todo si los datos y las cifras se utilizan para hacer crítica fácil y culpar a otros de lo mal que funciona el mundo.
Una declaración de guerra total a la cultura, la moral y las costumbres.
Cuando venimos al mundo, ya somos presos de una determinada cultura, pues no podemos decidir las creencias, religión, ideología, costumbres, estéticas, tradiciones y prejuicios que nos tocaron en suerte. Y luego vivimos en la fantasía de que somos libres porque nos cuentan el cuento de que la cultura nos libera, cuando realmente nos atrapa en una tupida red haciéndonos rehenes de por vida. No elegimos la cultura en la que vivimos, la cultura ya nos eligió a nosotros, otra cosa es que decidamos seguir los dictados de su moral o construir nuestra propia ética.
Cuando creíamos tener todas las respuestas nos cambiaron las preguntas.
Hasta ahora, cuando las personas perdíamos el norte en algún momento de nuestra vida y nos preguntábamos ¿qué debo hacer?, automáticamente teníamos una serie de respuestas válidas y aceptadas desde un consenso general: estudiar, esforzarse, aprender un oficio, ser un trabajador obediente… Si las recetas se aplicaban correctamente,podíamos aspirar a un trabajo seguro y una vida digna, contribuyendo a su vez al desarrollo del conjunto de la sociedad. El problema ha llegado cuando esto ha dejado de funcionar, obligándonos a cambiar las preguntas y buscar nuevas respuestas.