Archivo de la etiqueta: transformación

7800 millones de perros verdes.

Desarrollar tus propias ideas, trazar tu camino y construir tu destino.

Procurar que cada persona desarrolle sus propias ideas, trace su camino y construya su destino para dejar un legado, debería ser la base del nuevo contrato social global (New Deal). Un ideario que rompa un statu quo actual que se empeña en justo lo contrario: producir individuos sumisos que obedecen órdenes, siguen el camino marcado por el stablishment y trabajan para construir los sueños de otros. Necesitamos una nueva educación sobre la que edificar un nuevo orden que convierta a las personas en creadoras de riqueza revolucionaria.

Sigue leyendo

¿Cómo será el aula del futuro? Tú vas a ser la primera persona en conocerla.

Quienes trabajamos en la educación solemos emplear poco tiempo en pensar y diseñar los nuevos espacios del aprendizaje, pese a ser un aspecto crucial para la calidad educativa y el futuro de la sociedad. A menudo nos preguntamos cómo será el aula del futuro, pero apenas dedicamos esfuerzos para diseñarla y construirla. No obstante, si te embarga la curiosidad, vas a tener la suerte de ser de las primeras personas en poder conocerla ahora.

Sigue leyendo

El reto de la digitalización ¿Estamos preparados para abordarlo?

La crisis del coronavirus está acelerando la digitalización de la economía, el trabajo y la vida, un viaje sin retorno que no va a ser un camino fácil porque para abordarla necesitamos un cambio de mentalidad y de prácticas, una transformación cultural en toda regla.

La inversión en digitalización va a ser cuantiosa en los próximos años. España, por ejemplo, va a recibir decenas de miles de millones de euros que le pueden servir para transformar su economía, pero para hacerlo debemos entender qué es la digitalización y poner bien sus cimientos. ¿Podremos lograrlo? De momento estamos cometiendo muchos errores de bulto.

De todas las realidades de nuestro mundo físico (trabajo, ocio, productos, servicios, actividades…), vamos a construir réplicas virtuales de ceros y unos. Para hacerlo nos vamos a ayudar de las tecnologías disruptivas que nos trae la Cuarta Revolución Industrial (big data, algoritmos, blockchain, inteligencia artificial, realidad aumentada, robótica, fabricación aditiva…). Pero dar el salto del mundo analógico al digital no solo es cuestión de tecnología, precisa del desarrollo de nuevas habilidades que no son tecnológicas (soft skills) y que tienen que ver con nuestra capacidad para crear posibilidades con otros, innovar, trabajar en equipo, emprender y liderar. La curva de aprendizaje y la implantación de las competencias digitales es rápida, frente a las soft skills, cuyo desarrollo es más complejo y difícil. 

No es posible una transformación digital con individuos y organizaciones de mente analógica.

No puede haber administración digital con funcionarios analógicos, por muchas tecnologías y aparatos que manejen.

No es factible tener empresas digitales con un modelo de gestión tradicional de liderazgo vertical y gerentes-capataces, por muchas tecnologías disruptivas que apliquemos.

No es posible acceder a las formas de producir riqueza revolucionaria con las tecnologías de la Cuarta Revolución Industrial desde un sistema educativo que reproduce mentes analógicas (personas que memorizan y repiten), pues dichas funciones son las primeras en ser digitalizadas.

No puede haber ciudadanía digital si no poseen habilidades para crear valor con la tecnología; no basta con ser usuarios, hay que saber crear economía (nuevos productos y servicios) con ella.

Toda revolución tecnológica y productiva se sustenta en un cambio de paradigma que obliga a las personas y organizaciones a acomodarse a sus nuevas reglas, quienes no se adaptan, tarde o temprano terminan desapareciendo o convirtiéndose en irrelevantes o marginales. En plena transformación digital, nuestras mentes siguen siendo analógicas, y esto nos va a traer muchos problemas.

Aprender de los errores del pasado y poner los cimientos para crear riqueza revolucionaria.

Países como España van a disponer de una oportunidad histórica para transformar su economía y modelo productivo en los próximos tres años, una emergencia positiva que trae el coronavirus; la cuestión es si tendremos el diagnóstico correcto y el plan adecuado para hacerlo.

La revolución digital y sus ventajas en cuanto a disminución de costes, aumento de la productividad y creación de riqueza, no se materializa con el simple hecho de inyectar capital y tecnología. Necesitamos un plan para aprender nuevas competencias, y además hacerlo de forma rápida y práctica. No podemos caer en los errores del pasado, como cuando pensamos que la revolución de las Tecnologías de la Información y la Comunicación y la modernización de la educación pasaba por llenar las aulas de ordenadores conectados a Internet, sin darnos cuenta que los profesores eran analógicos; y parece que vamos encaminados a tropezar en la misma piedra.

La clave no es incorporar tecnología para seguir haciendo las mismas cosas y con el mismo propósito, sino tener una visión de futuro y un plan para transformar el mundo con esa tecnología.

Si no somos conscientes de que, para enfrentar la digitalización e incorporarnos a la Cuarta Revolución Industrial, partimos de una Administración del siglo XIX, un sistema educativo que amenaza ruina y un modelo de gerencia empresarial obsoleto, lo vamos a pasar muy mal, por muchas decenas de millones de euros que se inviertan en big data, blockchain, machine learning, realidad aumentada…

La propia Comisión Europea (que ya conoce nuestros defectos), duda si seremos capaces de absorber la financiación y utilizarla eficientemente, pues sabe que nuestras administraciones públicas son un mastodonte analógico que, aunque cuenta con ordenadores y otros medios tecnológicos, es una máquina arcaica e ineficiente.

Para abordar la digitalización, nuestros cuadros directivos, administraciones, empresas, trabajadores, profesores, estudiantes y ciudadanos en general, tienen que aprender a descubrir nuevas posibilidades, a hacer ofertas valiosas para los clientes, a colaborar, a crear equipos, a trabajar juntos… a navegar en la incertidumbre, a ser sensibles al cambio, a ser flexibles, a explorar las tendencias del consumo, los escenarios económicos, etc. Y todo esto en un mundo globalizado donde la competencia es atroz y despiadada.

Si quieres dar el salto a la digitalización sobre cimientos firmes, podemos ayudarte.
Trabajando en el diseño de una estrategia y un plan, desarrollando habilidades directivas y para el emprendimiento con los equipos de dirección y los trabajadores, entrenando en la identificación y creación de posibilidades, inventando nuevas ofertas para los clientes… definiendo las tecnologías necesarias para la transformación digital y enseñando a los trabajadores a crear valor con ellas.

No hay tiempo que perder.

Adelante!!!

Artículos relacionados

Enviado desde mi iPhone

No tengo miedo al fracaso

Cuando era niño, lo que más temía cuando me caía era sentir la afrenta de ser visto por los demás y quedar sometido a su escrutinio, algo que me producía mucho más dolor que los golpes. Con los años, me di cuenta que este sentimiento aprendido, heredado como un tic de mi mundo cultural, condicionaba mi vida, limitando mi espacio para actuar y atreverme a hacer cosas importantes.

El otro día me preguntaron cuál era la principal enseñanza que podríamos dejar a los jóvenes en estos momentos, la escena de la caída me vino a la cabeza y respondí: “perder el miedo al fracaso es la cosa más valiosa que podemos dejar a nuestros hijos y a las personas que queremos”.

Sigue leyendo

Se acabó la seguridad. Vivir se ha convertido en una aventura.

Aunque en estos momentos de zozobra nos parezca que el futuro está lleno de fatalidad, se abre ante nosotros en un horizonte de posibilidades donde todo está por hacer y cada uno de nosotros tenemos la llave para construir nuestro destino. Eso sí, aprendiendo a vivir la vida como una auténtica aventura y abandonando la absurda idea de que podemos tenerlo todo bajo control.

Para hacerlo tendremos que cambiar nuestra forma de pensar, empezando por entender que el control es una quimera en un mundo presidido por el cambio y la incertidumbre. Si no lo logramos, lo vamos a pasar muy mal.

Sigue leyendo