La necesidad de crear una escuela para el desarrollo del talento.

Todos tenemos un talento.

Todos venimos al mundo con un talento personal, con una mochila que nos predispone para llegar a ser grandes músicos, escritores, atletas, profesores, carpinteros, mecánicos, agricultores, o científicos. Todas las personas tenemos algo en lo que destacamos, que se nos da bien, que nos gusta hacer, donde se nos pasa el tiempo volando… una vocación, una capacidad, un ingenio, una inteligencia, una valía, un desparpajo.

¿Sabías que la mayor parte de nosotros morimos sin conocer y desarrollar nuestro talento? ¿Sabías que cada uno de nosotros destaca en un tipo de inteligencia y tiene un talento innato que puede cultivar para alcanzar la mejor versión de sí mismo?

La escuela tradicional mata el talento.

Luego llegamos al sistema educativo y esos talentos naturales se van frustrando. Cuando entramos en la escuela manifestamos lo que queremos ser en la vida (astronauta, médico, piloto, futbolista…) ofreciendo pistas a nuestros profesores de dónde está nuestra pasión y vocación. Pero el sistema está en otra cosa, y en lugar de escuchar y potenciar esas vocaciones, las anula. Así, transcurridos los años, cuando nos preguntan qué queremos ser, tenemos grandes dudas, pues hemos desconectado de nuestro elemento y acabamos decantándonos por unos estudios o salidas profesionales que no nos satisfacen.

El talento se puede cultivar, por eso necesitamos una escuela del talento.

Igual que el talento tiene una disposición genética (hay personas que nacen con unas condiciones físicas, intelectuales o de carácter), también se puede cultivar, desarrollando un conjunto de sensibilidades y habilidades para su desarrollo que no se trabajan en el sistema educativo.

Por eso necesitamos una escuela del talento, una escuela que nos ayude a descubrir nuestro potencial, que nos reconecte con aquella pasión y vocación que vive dentro de nosotros, una escuela que nos ayude a trazar el rumbo, a fluir con nuestra fuerza interior y hacer de nuestra vida una obra de arte.

El cultivo del talento se trabaja en equipo y para crear valor.

No es un acto solitario, el talento personal se desarrolla cuando trabajamos y actuamos de forma coordinada con otros, se potencia más desde la inteligencia y acción colectiva que desde el individualismo.

Para la prosperidad del conjunto de la sociedad se necesita que el mayor número de personas despliegue su talento y lo ponga al servicio de la comunidad, no solo como un acto de altruismo, sino de pura necesidad y sentido práctico. La máxima para lograrlo debería ser: “una persona, un talento que desarrollar”, para que cada individuo pueda alcanzar su mejor versión.

Solo desde la optimización podemos hacer frente a los grandes desafíos como el cambio climático, el hambre, la solución de conflictos, la cura de enfermedades, el acceso a la vivienda, el trabajo, el reto demográfico… Es la única manera posible de crear una sociedad más rica, democrática y solidaria. El mayor acto de igualdad y justicia social es facilitar la posibilidad de que todas las personas sin distinción puedan desarrollar sus talentos.

Talentos e inteligencias humanas.

Ponemos talento e inteligencia en plural porque no hay una sola manifestación del talento, como no hay una sola forma de inteligencia. De hecho, talentos e inteligencias están interrelacionados y tienen su correspondencia. Podríamos ponernos de acuerdo en que cada talento está vinculado con un tipo de inteligencia, de esta manera solemos decir que la persona que tiene inteligencia musical tiene talento para la música, y así en todas sus formas (lingüística, lógico-matemática, espacial, corporal, interpersonal, intrapersonal, naturalista).

En resumen, el talento es la facilidad (natural, aprendida o ambas a la vez) que tiene una persona para ejecutar con habilidad una actividad, así como su capacidad para aprender con facilidad.

Y en qué debe formar la escuela del talento.

Educar el talento es una tarea de gran complejidad que implica más de 500 competencias que hemos sistematizado y descrito en el Modelo 6-9 (http://juancarloscasco.emprendedorex.com/wp-content/uploads/2018/03/el-modelo-6-9-registrado.pdf).

Aunque el talento está vinculado a la inteligencia y la aptitud, su desarrollo tiene que ver con la actitud personal, un trabajo que interpela al dominio emocional. Unir talento, pasión y acción es el primer paso para educar el talento.

Para entrenar el talento hay que continuar por el descubrimiento de la vocación, las actitudes y aptitudes de la persona, el desarrollo de la creatividad, la innovación, el emprendimiento y el liderazgo; porque el desarrollo del talento solo tiene sentido si lo aplicamos a la producción de valor, a la creación de algo bello y bueno.

Su educación práctica ocurre cuando llevamos a cabo un proyecto vital y recibimos apoyo y mentorización en su ejecución. Cuando aprendemos haciendo (aprendemos cuando hacemos y nos emocionamos).

Implica trabajar disciplinas relacionadas con la creatividad, la innovación, el emprendimiento y el líderazgo. Y las mismas se adquieren desde una base de competencias esenciales en torno al Modelo 6-9 (escuchar, declarar, afirmar, enjuiciar, pedir, prometer, dirección, relaciones internas, relaciones externas, trabajo, aprendizaje, renovación, emocionalidad, planificación y evaluación), a las que se suman otros saberes críticos (aprender a crear posibilidades, descubrir lo relevante, analizar el cambio histórico y las tendencias emergentes…).

La vida está llena de personas tristes que desconocen su talento. La mayor parte de nosotros hacemos cosas que no nos gustan y que nada tienen que ver con nuestro talento.  Y cuando nos vamos de este mundo, debería rezar en nuestra esquela funeraria: aquí yace con todo su talento intacto.Y para que esto no ocurra, necesitamos una escuela de talento.

¿Quién acepta el reto y se atreve a poner en marcha la primera escuela del talento?

Adelante!!!

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