El Capital emocional. La principal riqueza de las naciones en el siglo XXI.

El capital emocional es el motor de la nueva economía.

El capital, para Adam Smith, eran los recursos financieros, humanos y materiales (fábricas, máquinas) con los que contaba una sociedad para crear valor (La Riqueza de las Naciones). Con la llegada de la Sociedad del conocimiento (Peter Drucker), aparecen otras formas críticas de capital (capital intelectual, capital relacional, capital cliente, capital reputacional…). Pero ninguno de ellos fue capaz de ver el capital más importante con el que cuenta un país, región, ciudad, organización o una persona para crear valor y riqueza, se trata del CAPITAL EMOCIONAL, entendido como el estado de ánimo que tienen las personas que viven en un lugar para  movilizar el conjunto de los recursos y activos que tienen a su alcance.

Cuando estudiamos la economía, sociología o historia de un país, región o ciudad, siempre lo hacemos desde el análisis de los factores de capital clásicos; pero no hemos sabido hacerlo desde el análisis y evaluación de su capital emocional, pasando por alto que el estado de ánimo de las personas que viven en un lugar es el activo que más determina su nivel de riqueza o pobreza , condicionando por completo el desarrollo del resto de capitales.

Una persona o una comunidad que están deprimidas emocionalmente (bajo capital emocional), por muchos recursos materiales que tengan, no podrán movilizarlos y convertirlos en riqueza; por contra, otra comunidad con pocos recursos materiales pero con un elevado capital emocional (autoconfianza, decisión, ambición…), está en condiciones de crear valor y desarrollo material. Todo esto lo podemos observar en muchos lugares prósperos del mundo que no cuentan con recursos materiales y la gente está poseída por un estado de ánimo propicio a la acción, la innovación y el emprendimiento; y al contrario, otros lugares deprimidos con abundantes recursos donde la gente está atrapada en el desánimo, la desazón y la queja permanente.

Los resultados que producimos las personas están en función de la visión y la evaluación de las posibilidades de futuro que tenemos: veo posibilidades de futuro (estado de ánimo positivo y capital emocional elevado), no veo posibilidades de futuro (estado de ánimo negativo y capital emocional bajo). Parafraseando un pasaje bíblico,  donde no hay visión la gente perece (proverbios 29:18).

Así, una comunidad con poco capital emocional (personas gobernadas por el miedo, el derrotismo, la resignación, el resentimiento o la burocracia), está condenada a la pobreza si el estado de ánimo provocado por esas emociones se prolonga en el tiempo, aunque se cuente con recursos naturales, capital financiero o personas formadas. Por contra, otra comunidad con mucho capital emocional (personas gobernadas por la ambición positiva, la voluntad, la alegría, el optimismo, la decisión, la osadía o la libertad), tiene las condiciones para generar riqueza, aunque no cuente con fábricas, materias primas u otros recursos.

Sin esta apropiación, será inútil diseñar políticas públicas certeras en materia económica, educativa o laboral, porque aunque se inyecte financiación o inversiones en  infraestructuras en un territorio, no generarán desarrollo duradero si no se llevan a cabo políticas que eleven el capital emocional de la gente para activar la creatividad, la innovación, el emprendimiento, el talento y el liderazgo. 

Los países y las comunidades, antes que nada son estados de ánimo. 

Y te invito a que aprendas a analizar la realidad con esta mirada porque te dará poder. Si quieres conocer en profundidad una comunidad u organización, antes de fijarte en otros detalles, aprende a leer su estado de ánimo entendido como el conjunto de emociones dominantes que gobiernan a sus miembros. A partir de ahí se te revelará su capital emocional. Y es que cuando estudiamos historia o economía, nos olvidamos que la historia y la economía la hacen las personas, y las personas están gobernadas por emociones que definen sus estados de ánimo y condicionan por completo sus actos.

Yo soy un español de Extremadura. Cuando alguien me pregunta qué es España o qué es Extremadura, siempre respondo que son un estado de ánimo, explicando cual es mi percepción de su estado de ánimo actual y a lo largo de la historia (porque los estados de ánimo son envolventes y cambiantes). Y a partir de ahí desgrano sus realidades geográficas, sociológicas, antropológicas, psicológicas, culturales, históricas y económicas.

*Si es de tu interés, aquí tienes un libro que ofrece una mirada de Extremadura desde el análisis de su estado de ánimo que te puede ser útil para entenderlo. http://juancarloscasco.emprendedorex.com/wp-content/uploads/2019/06/Extremadura_2050_final_redux.pdf

Desde esta mirada a la realidad se pueden comprender otros fenómenos actuales como el despoblamiento de las zonas rurales al ahondar en la problemática desde la lectura del estado de ánimo derrotista que atraviesa a sus pobladores. Y este análisis lo podríamos ampliar para entender mejor la geopolítica, la historia o la economía desde una nueva perspectiva que nos ayude a tener una nueva interpretación de las crisis económicas, los movimientos sociales o los conflictos armados.

Aprender a descubrir y trabajar el capital emocional.

Si queremos observar el capital emocional para movilizarlo y crear riqueza con él, debemos dotarnos de nuevas competencias y prácticas, comenzando por aprender a vernos como personas, familias, sociedades, países, regiones, ciudades y organizaciones atrapadas en estados de ánimo.

A lo largo de la historia, y sobre todo desde Adam Smith, hemos aceptado el capital como un conjunto de tangibles cuya concentración es la fuente de creación de riqueza. Después, los teóricos de la organización y el management nos mostraron otras formas más líquidas (relaciones, reputación, conocimiento). Y ahora se nos revela como determinante otro tipo de capital completamente intangible y volátil (capital emocional) que resulta inédito e invisible para la inmensa mayoría de analistas de la política, la sociología o la economía.

Un ejercicio para comenzar a relacionarnos y trabajar con el capital emocional. 

1.- Analiza tu estado de ánimo actual y exprésalo en una frase, porque todas las personas individualmente tenemos un estado de ánimo dominante en torno a unas emociones que lo definen (miedo, tristeza, alegría, resignación, templanza…).

2.- Analiza cómo tu estado de ánimo condiciona por completo tus posibilidades y acciones de futuro (tus logros están asociados a estados de ánimo positivos). 

3.- Ahora observa cómo las familias también están coloreadas por estados de ánimo (trata de identificar el estado de ánimo de tu familia y de otras familias que conozcas con un estado de ánimo). Y así, continúa con tu ciudad, región, país, etc.

4.- A partir de aquí, siempre que vuelvas a analizar una realidad donde intervienen los humanos, hazte las siguientes preguntas: ¿Cuál es su estado de ánimo? ¿Cómo lo puedo manejar? ¿Qué puedo hacer para cambiarlo? ¿Qué valor quiero producir con el capital generado? 

Aprender a observar los estados de ánimo a escala planetaria y local nos confiere una gran ventaja de partida porque nos anticipa los comportamientos de los individuos y su disponibilidad para crear, inventar, emprender, liderar; su actitud ante la vida, su capacidad para crear ambientes expansivos, construir posibilidades, colaborar, cooperar, inspirar, movilizar, etc.

Elabora tus propios mapas de capital emocional.

Cuando descubrí el capital emocional y su importancia para mi vida y actividad empresarial, comencé a crear mis propios mapas de capital emocional de los países, personas y organizaciones con las que trabajamos. Te aseguro que es la herramienta que mejor monetiza los esfuerzos de una empresa, porque te permite identificar y fluir con las personas y organizaciones que crean valor y sortear aquellas que arruinan cualquier relación.

El capital emocional de una persona u organización se revela inmediatamente en el estilo de hablar y las actitudes corporales. Un capital emocional pobre se refleja en conversaciones del tipo: es difícil, así  se ha hecho siempre, la cosa está mal e irá a peor, la culpa la tienen otros, no podemos cometer errores, las cosas son así, yo soy así… Un capital emocional rico tiene manifestaciones conversacionales parecidas a estas: intentémoslo de nuevo, juntos podemos hacerlo, veo estas posibilidades, me ofrezco para, adelante…

Desde ahí podemos entender cómo las personas con un bajo capital emocional nos roban cada día la energía, cómo desmotivan y arruinan todas las conversaciones donde se hacen presentes, cómo siembran el miedo, la resignación y el resentimiento. En tu decisión está esquivar a estos ladrones de energía o empeñar y empequeñecer tu existencia manteniéndote a su lado. Si tienes esta brújula para moverte por la vida y la decisión para guiarte por ella, la generación de riqueza y valor solo es cuestión de tenacidad y constancia. 

Igual que levantamos mapas para estudiar la geografía del mundo, las riquezas naturales, la producción agrícola e industrial, los flujos financieros o las infraestructuras;  es mucho más trascendental trazar los mapas del capital emocional del mundo y de las geografías físicas y humanas por las que te mueves y su actualización permanente, pues los estados de ánimo son cambiantes. 

En el nuevo atlas nos aparecerán mapas que nos revelarán nuevas y sorprendentes imágenes de zonas expansivas y deprimidas en lugares insospechados, estados de ánimo encontrados que anticipan conflictos, espacios peligrosos para la salud mental y ecosistemas prósperos que resultan tentadores para las mentes fecundas… Si te interesa el tema, permanece atento porque estamos trabajando en ello y pronto te lo mostraremos en nuestro blog.

Podemos crear capital emocional.

Aunque toda persona y toda organización tienen un capital emocional intrínseco que se manifiesta de manera espontánea si existen condiciones propicias, éste se puede crear, cultivar, potenciar o arruinar. Por eso es tan importante adoptar las políticas y decisiones correctas para incrementarlo.

Hay factores históricos y culturales que determinan el potencial de capital emocional, cuando se dan, su crecimiento es explosivo. Lo peor es cuando no existen, porque no se pueden crear a golpe de talonario. Una sociedad que vive instalada en el derrotismo, la negatividad y la resignación no será nunca próspera por muchos recursos que reciba.

Desde las políticas públicas y la acción ciudadana se pueden crear las condiciones para que surja el capital emocional pero hay que tomar las decisiones correctas, por ejemplo, aminorando la burocracia, transformando la administración pública,  favoreciendo la miscelánea, propiciando los espacios de encuentro, incubando proyectos de futuro que den sentido al futuro de la gente, invirtiendo en intangibles como la cultura y el arte, adoptando nuevos discursos y narrativas, y de manera especial, promoviendo un cambio educativo.

Algunos ejemplos donde se concentran grandes dosis de capital emocional.

En los ambientes de ciertos países, regiones, ciudades y barrios encontramos los puntos calientes en los mapas del capital emocional, lugares como el Silicon Valley, ciudades donde confluyen muchas culturas (Barcelona, Nueva York), ecosistemas de innovación  como Zhongguancun en Pekín, Silicon Wadi en Tel Aviv, ecosistemas creativos (Berlín, Bogotá)… Richard Florida señala las 3T para ecosistemas de esta naturaleza (Tolerancia, Talento y Tecnología), aunque obvia por completo (quizá porque ya está en el ambiente) el contexto emocional.

Todo esto no significa que para crear capital emocional tengamos que imitar y reproducir a pies juntillas los referidos modelos, ya que el substrato cultural de cada realidad es diferente, y toda comunidad, en función de sus especificidades e idiosincrasia, puede generar su propio ecosistema con rasgos propios.

Aunque el capital emocional va con el ADN cultural y el ethos de muchas comunidades, también puede ser cultivado, para lo que se requieren tiempos y procesos de aculturación largos, un cambio de paradigma que obliga a desaprender y reaprender.

Una nueva educación para el desarrollo del capital emocional.

En todo caso, la principal herramienta es la educación, para lo cual es necesario transformar un sistema educativo global que está diseñado para destruir el capital emocional a través de unos códigos restringidos y pedagogías invisibles (Bernstein) que lo arruinan.

La producción de capital emocional desde el modelo 6-9.

El capital emocional puede ser creado, como una estrategia para el desarrollo de las naciones, las regiones, las ciudades y las organizaciones, desde una estrategia que neutralice el miedo, active el atrevimiento y el permiso, cultive el desarrollo de conversaciones para la acción, genere personas sensibles y comprometidas y ponga en práctica la impecabilidad.

Desde Emprendedorex hemos creado un modelo que aplicamos a todos nuestros trabajos para desarrollar el capital emocional. Se trata del aprendizaje de 15 competencias (6 Dominios y 9 Niveles de excelencia):  escuchar, declarar, afirmar, enjuiciar, pedir, prometer, dirección, relaciones internas, relaciones externas, trabajo, aprendizaje, renovación, emocionalidad, planificación y evaluación.

Cuando una persona o comunidad incrementa su capital emocional, automáticamente está activando el capital relacional, capital cliente, capital intelectual, capital reputacional. Y desde aquí se moviliza el capital financiero, capital humano y el capital de recursos materiales (materias primas, máquinas, fábricas, tecnología). 

Todos tenemos un sexto sentido que nos ayuda a reconocer el capital emocional porque es como una atmósfera que envuelve a las personas y las organizaciones. Nos sentimos seducidos y atraídos por aquellas personas y ambientes que son ricos en capital emocional, porque nos ayudan a fluir, ganar confianza, crecer y alcanzar la mejor versión de nosotros mismos. Pero sin darnos cuenta, también nos vemos atrapados en lugares tóxicos y deficitarios en capital emocional, donde anidan la culpa, el miedo, la queja, la resignación y el resentimiento; en un panorama sombrío donde las personas arruinan las conversaciones y destruyen las posibilidades de futuro y las relaciones.

Donde no hay capital emocional la gente permanece unida por el miedo, la obligación y el chantaje, pero es gente triste, amedrentada y desconfiada. Donde hay capital emocional la vida florece.

Adelante!!!

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