De momento hemos descubierto nuestra levedad y la vulnerabilidad insultante del ser humano. Con una bofetada nos ha golpeado la intrascendencia y desarmado por completo la frágil armadura con la que creíamos estar protegidos de los envites de la vida.
Y de pronto, la existencia se nos revela como es, una aventura, devenir, contingencia, fluidez y volatilidad. Un sentimiento que desmonta las bases emocionales que habíamos edificado desde la arrogancia, el egoísmo, el sectarismo o la supremacía. A medida que la fantasía de la seguridad se diluye como un azucarillo en el café caliente,y de sus vapores comienzan a surgir amenazas y monstruos.
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