Cuando termina un año y empieza otro se analizan las tendencias que marcarán la tecnología, la economía o el consumo en el próximo año. Y rara vez se hace una proyección sobre los aprendizajes, conocimientos, habilidades y competencias que serán claves en el futuro, como si siempre tuviéramos que aprender las mismas cosas sin necesidad de hacer una revisión para adaptarnos a los nuevos contextos tecnológicos, económicos, sociales y laborales.
Cuando el mundo cambia (y en estos momentos estamos experimentando una revolución tecnológica sin precedentes), tenemos que actualizar nuestros aprendizajes. Y aquí va nuestra propuesta para los conocimientos que marcarán tendencia.
Si los gobiernos, los parlamentos, los medios de comunicación, las organizaciones empresariales y sociales fueran conscientes de la revolución tecnológica que se está gestando, se dejarían de un lado las discusiones bizantinas en las que estamos inmersos y nos centraríamos en lo importante, es decir, en cómo sacamos partido a las enormes posibilidades que se abren en lugar de instalarnos en la queja y la crítica improductiva. Más allá del efecto mediático de la aparición de ChatGPT, la Inteligencia Artificial y la constelación de tecnologías que están surgiendo de la convergencia tecnológica NBIC van a cambiar nuestro mundo en los próximos años, impactando en todas nuestras actividades. Por ese motivo, Extremadura podría significarse en el nuevo escenario y jugar un papel relevante, como ya lo hizo en los inicios de la revolución de la Sociedad de la Información.
En este momento, más importante que la fascinación que produce una tecnología en pañales que inaugura la irrupción de la Inteligencia Artificial y su popularización entre el gran público, es crear las condiciones para aprovechar sus ventajas en la educación, el empleo, la salud, el ocio, la agricultura, la ganadería y resto de nuestras actividades. En esta senda, es muy importante que como región nos hagamos estas preguntas: ¿Quiénes somos? ¿En qué queremos convertirnos? ¿Qué podemos ofrecer al mundo? ¿Cuál es el valor diferencial que nos distingue y nos permite ser atractivos a ojos de los demás?
Dos astrónomos descubren que un meteorito va a chocar con la Tierra. Ante la inminencia del impacto y la destrucción total, las autoridades optan por pedir a la gente que ignore la catástrofe y no mire al firmamento. Este argumento de la película “¡No mires arriba!”, aunque parodia sutil no es sino símil de lo que está ocurriendo en el final de este 2022 ante los avances de la llegada de la Cuarta Revolución Industrial (sobre todo en inteligencia artificial o robótica).
Es justo ahora, en plena “IARRUPCIÓN” cuando instituciones educativas, viejas corporaciones y refractarios al cambio nos piden que demos la espalda a este tsunami, sigamos remando en nuestra pequeña barca analógica de remos, desechemos los utensilios digitales y neguemos la evidencia de lo que se avecina.
La organización humana está nucleada y se mueve por la dinámica del poder. Su lógica es muy simple, unos cuantos mandan y la inmensa mayoría obedece. Unos tienen autoridad para hacer a su antojo (poder de la violencia, poder económico) y otros solo pueden actuar pidiendo permiso. El problema para llevar a cabo nuestras iniciativas y hacer cosas valiosas radica en que necesitamos poder, y el poder está difícil de conseguir porque quien lo tiene no quiere soltarlo. Ante esta situación, lo más práctico es aprender a desarrollar poder personal si no queremos convertirnos en seres serviles e irrelevantes.
En torno a la Sociedad del conocimiento y los trabajadores del conocimiento anunciados por Peter Drucker, se generaron muchas falsas expectativas sobre los beneficios que este tiempo reportaría a la sociedad. Y sin desmerecer sus bondades, considero que la Sociedad del conocimiento está agotada porque hemos relegado el trabajo con el conocimiento a un vulgar ejercicio de memorizar y coleccionar información para su certificación académica y adorno personal. Para avanzar en el progreso económico y social global necesitamos un nuevo impulso que nos conduzca a la SOCIEDAD DE LA INTELIGENCIA, desde donde cada persona pueda alcanzar la mejor versión de sí misma, desplegar todo su talento y crear riqueza revolucionaria.