1. Piensa en grande (en lugar de pensar en ti). 2. Reúne a los mejores (en lugar de a dóciles y sumisos). 3. Invítales a grandes aventuras (en lugar de infundir temor). 4. Dótales de una reputación que sostener (en lugar de darte autobombo). 5. Crea grupos motores enfocados en la acción (en lugar de la obsesión por el control). 6. Equípales (en lugar de cortarles las alas). 7. Crea espíritu marinero (en lugar de ir a lo seguro para no exponer tu posición). 8. Construye alianzas sólidas (en lugar de fidelidades perrunas). 9. Planea cada día el rumbo (en lugar de seguir inercias). 10. Adelante, mira siempre Adelante (en lugar de titubear permanentemente y no arriesgar nunca).
Durante demasiado tiempo hemos vivido en la tiranía de estilos de liderazgo y dirección caciquiles que están estrangulando nuestras organizaciones, convirtiéndonos en personas inseguras, incapaces de
darse permiso, atreverse y alcanzar la mejor versión de nosotros mismos.;
movidos por jefecillos de medio pelo que en lo único que piensan es en conservar su sillón a costa de todo, sin importarles un bledo el progreso social y el bienestar de la gente a la que se deben.
De jefecillo sátrapa a líder. Las 10 claves para salvar tu reputación.
1. Piensa en grande y concibe grandes planes (pensar en grande lo cambia todo). Las cosas concebidas en pequeño no motivan a nadie.
2. Reúne a los mejores (gente que pueda hacer una diferencia y que sea mejor que tú). La gente te valorará por lo que produces, por tus resultados, cuanto mayor sea el potencial de tu equipo, mayor será el legado.
3. Invítales a grandes aventuras (a hacer grandes cosas que inspiren). La gente más potente responde ante los desafíos más retadores y se predispone a entregar lo mejor de sí misma.
4. Dótales de una reputación que sostener (declárales una reputación elevada y acompáñales en el proceso de alcanzarla). Cuando las personas nos sentimos envestidas de un gran reconocimiento, entregamos nuestro mayor desempeño.
5. Crea grupos motores enfocados en una acción concreta (y reparte el poder entre sus miembros). Detrás de cualquier problema (cuanto más grande mejor) hay esperando una recompensa para quien lo solucione.
6. Equípales (ocúpate de su formación y crecimiento). Vela por proveer al grupo de las herramientas para cumplir su misión y pon alas para que vuelen alto y despeguen su potencial.
7. Crea espíritu marinero (cultiva la imaginación, el arrojo, el atrevimiento). Inspira pasión por el devenir y el cambio como fuente de oportunidad.
8. Construye alianzas sólidas (el estilo y la pasión de hacer cosas con otros). La clave está en crear fuertes vínculos con personas y organizaciones proactivas.
9. Planea cada día el rumbo (analiza los cambios frenéticos que se producen cada día y reubica tus dianas). Planifica de forma flexible y adapta la trayectoria a los acontecimientos.
10. Adelante, mira siempre Adelante. Y actúa asumiendo que cometerás errores, pero no des un paso atrás ni para tomar carrerilla.
Detrás de cada jefecillo hay una vida fracasada y un retiro triste e indeseable.
Si te ves reflejado como un jefecillo, piensa que puedes hacer un cambio, no estás condenado todavía a la burla de tu retiro. Nunca un jefecillo será recordado por sus buenas obras, perderá todo respeto y reconocimiento cuando le despojen de su raquítico poder y terminará sus días repudiado y solo. Solo por esto, ¿merece la pena no intentarlo?
El liderazgo tradicional del ordeno y mando está muerto. El modelo de jefe rodeado de secuaces retrata a quien lo practica. Las viejas artes de los que se aferran al sillón tienen sus días contados, aunque todavía cometerán grandes tropelías y joderán lo indecible. Pero en cuanto termine su exigua gloria, morderán el polvo y perderán todo respeto y reconocimiento.
Vivir se ha convertido en un viaje apasionante hacia lo desconocido, donde cada uno de nosotros, independientemente de nuestro ámbito o desempeño, tendremos que desarrollar habilidades de dirección para conducir nuestras vidas. Y es menester que reconozcamos y nos alejemos del estilo de liderazgo viejuno en el que están emponzoñadas muchas de nuestras organizaciones decadentes, al objeto de tomar otro camino más productivo y lleno de valor.
Para vivir en este nuevo tiempo que algunos llaman policrisis o realidad líquida y que nosotros llamamos Virtuceno, necesitamos un viraje.
Y cuando tu decisión esté tomada, ocúpate cada día en conquistar nuevos espacios de poder y no tengas la tentación de ocuparlos. Reparte el poder, porque el poder total no lo tiene el que lo detenta, sino el que lo crea y lo reparte.
Adelante!!!
Pingback: 6 leyes irrefutables para asumir el liderazgo en medio de una crisis. | El blog de Juan Carlos Casco
Pingback: Guía para los malos políticos que quieran permanecer mucho tiempo en el cargo. | El blog de Juan Carlos Casco