Podemos elegir mirar el mundo desde los ojos de las águilas o hacerlo a ras de suelo, es solo una elección de la que dependerá por completo nuestro impacto y resultados. Observar el mundo desde la altura no es patrimonio de los que nacieron en las cumbres, es una actitud que se puede convertir en una habilidad para lidiar con la compleja tarea de conducir nuestras vidas y las de nuestras organizaciones. Te lo cuento con una breve historia.
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Cultura 2050. La nueva cultura que se está gestando.
Las transiciones en los cambios de época son confusas, hasta que lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer, se hace presente la incertidumbre y el desconcierto. Justo lo que estamos viviendo en este momento.
Los rasgos que trae el futuro ya comienzan a ser reconocibles, sin duda esas manifestaciones se irán articulando y tomando cuerpo en una nueva cultura que pronto marcará una época.
Vienen tiempos convulsos
El mundo ha cambiado, estamos en la era de internet, inteligencia artificial, big data, en la Cuarta Revolución Industrial. Cuando el mundo cambia y las ofertas a la ciudadanía no se renuevan, tenemos un serio problema.
Valentines y Tristanes. Una historia de dos familias que encarnan el pasado y el futuro.
Te voy a contar una historia tan real como la vida misma para entender el emprendimiento como un signo de los nuevos tiempos y una nueva actitud ante la vida. Una posibilidad de desarrollar nuevas sensibilidades y competencias con las que abrirnos al mundo y fluir con la vida, rompiendo con los estándares de una vieja sociedad basada en convenciones trasnochadas y replegada sobre sí misma. Para habitar el futuro necesitamos reinventarnos y abrazar el cambio para ser protagonistas de nuestra existencia.
No pidas peras al olmo. La administración mata la innovación y las creencias limitantes hacen el resto.
Vivimos buena parte del tiempo contándonos mentiras, haciéndonos trampas en el solitario, diciéndonos medias verdades, hablando de lo superficial, postergando lo importante, procrastinando (aplazando los deberes y las decisiones), dominados por emociones paralizantes. Sin salir de este círculo vicioso no podemos abrirnos a la innovación, el liderazgo y el emprendimiento; en un entorno institucional que en lugar de favorecer el progreso es un lastre para el avance económico y social.