RESUMEN DEL ARTÍCULO
Detrás de las palabras hay un metalenguaje que nos atraviesa. De manera inconsciente, todo lo que asociamos mentalmente a lo rural tiene acepciones peyorativas. ¿Quién pondría en su currículum: “Soy de pueblo”? ¡Qué jodido y traicionero es el lenguaje!
Los que somos más viejos, en nuestros constructos mentales, cuando escuchamos palabras como «rural» o «pueblo», automáticamente pensamos en las películas en blanco y negro de Paco Martínez Soria. Nuestros padres nos repitieron hasta la saciedad que “para ser alguien en la vida hay que irse del pueblo”. Ese mensaje está escrito a sangre y fuego en nuestro subconsciente.
La visión que tenemos de lo rural es cultural y negativa. Para romperla, tenemos que crear un nuevo espíritu rural que conecte con los deseos de la gente. Las personas que amamos lo rural debemos encarnar un estilo rompedor capaz de seducir e inspirar al mundo. Para lograrlo, tenemos que cultivar nuevos saberes, destrezas y prácticas, con el fin de crear tendencias y convertir el medio rural en un espacio vanguardista.
Muchos ya estamos creando los programas y los espacios que traigan la modernidad a lo rural y provoquen el cambio, como los Centros de Innovación Territorial, la Red Circular Fab de la provincia de Cáceres, los Madrid Rural Lab, el Fab Lab de Ponferrada, las Escuelas del Talento de las Diputaciones de Cáceres y Badajoz, el Grupo Motor para la Transición Energética en España, los Pueblos de los 5 Minutos, el Laboratorio de Artesanía y Alto Diseño de Moda en 3D o el Ecosistema de Impulso al Emprendimiento en Sierra Suroeste.
Ahora toca hacer lo más importante: eliminar los prejuicios, los complejos y los pensamientos limitantes que nos atenazan. ¡Guerra a la vulgaridad!
Adelante!!!
ARTÍCULO COMPLETO
El otro día me invitaron a un congreso cuyo título era: “Soy de pueblo y aquí me quedo”. Reconozco el sentimiento de reivindicación y deseo que se esconde detrás de ese potente mensaje, y me siento interpelado y representado en él.
Detrás de las palabras hay un metalenguaje que nos atraviesa
Si te pido que cierres los ojos y repitas estas palabras en tu interior, experimentarás todo un vendaval de pensamientos, etiquetas y juicios automáticos que resuenan en tu mente y se escapan a tu control. Detrás de las palabras, en apariencia inocentes, siempre hay un metalenguaje que nos atraviesa, una estructura profunda construida de manera intersubjetiva que nos define el mundo de una forma interesada.
Ahora, analicemos las imágenes que nos vienen a la cabeza (al menos a un gran porcentaje de la ciudadanía) cuando escuchamos o leemos las palabras “soy de pueblo”. Muchos las asociarán automáticamente a conceptos o etiquetas como fracasado, inculto, atrasado, viejo, atolondrado, etc. Ahora probemos con “y aquí me quedo”, y nos vendrán a la cabeza palabras como resignado, derrotado, aburrido… ¡Qué jodido y traicionero es el lenguaje!
Decidme, ¿quién pondría en su currículum: “soy de pueblo”? Responded sinceramente, y os sorprenderéis. Estamos llenos de prejuicios. Como decía Einstein, es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio. La mente humana es muy perezosa y tiende al reduccionismo de la complejidad. Por desgracia, nuestras decisiones vitales son irracionales y muchas veces las tomamos en base a juicios apriorísticos falsos. Irremediablemente, formamos parte de relatos dominantes y simplistas que nos constituyen y atrapan.
Los que somos más viejos, en nuestros constructos mentales, cuando escuchamos palabras como «rural» o «pueblo», automáticamente pensamos en las imágenes de las películas en blanco y negro de Paco Martínez Soria. Nuestros padres nos repitieron hasta la saciedad que “para ser alguien en la vida hay que irse del pueblo”. Ese mensaje está escrito a sangre y fuego en nuestro subconsciente.
La visión que tenemos de lo rural es cultural y negativa
La suma de prejuicios y cuentos del pasado configura la cultura, y la cultura se reproduce a través de un relato que constituye el discurso dominante de un momento histórico. Y el relato cultural, cuando se instala en el imaginario colectivo, piensa en automático por nuestra mente, habla por nuestra boca y mueve nuestros cuerpos a su antojo. Hace que veamos lo negro como blanco y nos engaña con sus trampantojos.
Aceptemos que la gente es libre para elegir dónde quiere vivir. Pero debemos tener claro por qué decidimos vivir en un sitio y no en otro, y ser conscientes de cómo etiquetamos la realidad y creamos identidades en base a la manipulación de las categorías estéticas desde los sofisticados mecanismos del marketing.
Ahora cierra los ojos y repite esta frase: “Soy de ciudad y de aquí no me muevo”. Verás cómo, para la mayoría de la gente, aparecen prejuicios como: moderno, oportunidad, culto, vibrante, divertido, sofisticado, glamuroso, etc.
Crear un nuevo estilo rural que conecte con los deseos de la gente
Hay que romper el relato acomplejado de lo rural que nos condena y desenmascarar los falsos mitos de lo urbano. Para ello, tenemos que crear un nuevo espíritu de lo rural: moderno, atrevido, intelectual, inteligente, sensible, sofisticado y futurista; totalmente opuesto a los arquetipos que nos han condenado.
Las personas que amamos lo rural debemos encarnar un estilo rompedor capaz de seducir e inspirar al mundo. Para lograrlo, tenemos que cultivar nuevos saberes, destrezas y prácticas.
Aprender a hacer cosas nuevas para crear tendencias y convertir el medio rural en un espacio vanguardista
Si queremos dar ese gran salto adelante, debemos adquirir nuevas competencias para convertirnos en dueños de nuestro destino y referentes a escala global. Debemos aprender cosas nuevas como: pensar en grande, inventar ofertas seductoras, invitar a otros a vivir aventuras únicas y memorables en el mundo rural, revitalizar y crear nuevas experiencias, atraer a artistas y creadores, armar redes de colaboración, concentrar y agitar comunidades, revelar las categorías estéticas de lo rural, convocar talento, descubrir tendencias, leer el cambio histórico, desarrollar la autoestima y convertirnos en líderes que protagonicen un nuevo tiempo apasionante.
Creando las políticas, los programas y los espacios que traigan la modernidad y provoquen el cambio
Los espacios donde se trabajan estas nuevas destrezas y prácticas ya tienen presencia en el mundo rural. Solo voy a citar algunos ejemplos donde estoy profesionalmente implicado junto a mi equipo en el desarrollo de proyectos con otras organizaciones: los Centros de Innovación Territorial, la Red Circular Fab de la provincia de Cáceres, los Madrid Rural Lab, el Fab Lab de Ponferrada, las Escuelas del Talento de las Diputaciones de Cáceres y Badajoz, el Grupo Motor para la Transición Energética en España, los Pueblos de los 5 Minutos, el Laboratorio de Artesanía y Alto Diseño de Moda en 3D o el Ecosistema de Impulso al Emprendimiento en Sierra Suroeste, por citar ejemplos cercanos al lugar donde se celebran estas jornadas.
En nuestras manos está traer la modernidad al mundo rural, crear espacios y fábricas de la Cuarta Revolución Industrial, desarrollar la industria creativa, la economía de la experiencia, la economía verde y circular, la economía plateada y el uso aplicado de la inteligencia artificial. Porque la materia prima para que el mundo rural florezca ya la tenemos: creatividad, innovación, emprendimiento y talento.
Los oasis para la innovación ya están sembrados en el mundo rural. Solo hay que impulsar muchos más y conectarlos entre sí. Ahora toca hacer lo más importante: eliminar los prejuicios, los complejos y los pensamientos limitantes que nos atenazan.
No miréis hacia afuera. Mirad hacia vuestro interior, asumid vuestra responsabilidad, tomad el bastón de mando y convertíos en los nuevos líderes del mundo rural. ¡Guerra a la vulgaridad!
Adelante!!!