Todo está por hacer, todo está por inventar, en tu decisión está convertir tu vida una obra de arte o en una copia barata. En un mundo que ha cambiado y ha roto sus reglas, necesitamos encontrar un nuevo sentido común para poder conducirnos.
Si no persigues tus sueños, deberás aceptar la condena de trabajar para hacer realidad los sueños de otros.
Seguro que estás pensando que me voy a referir al manejo de las tecnologías de la Cuarta Revolución Industrial (big data, inteligencia artificial, robótica, fabricación aditiva, realidad aumentada, blockchain…), pues no. Te voy a mostrar, a mi entender, cuales son los saberes para vivir en este mundo convulso de la disrupción tecnológica, y ninguno de ellos tiene que ver con la tecnología.
La mayor parte de las personas vivimos con la certeza de que nuestras organizaciones no cumplen los fines fundacionales para las que fueron creadas, los estados no funcionan, los gobiernos no funcionan, las instituciones no funcionan, las administraciones no funcionan, las organizaciones sociales y sindicales no funcionan, las organizaciones económicas y empresariales no funcionan, las organizaciones religiosas no funcionan, la institución familiar no funciona, nuestra vida social y en comunidad no funciona…
Pese a todo, tendemos a pensar que nuestro estilo de vida, trabajos, bienestar social y futuro de nuestras familias está garantizado aunque sea a trompicones. Y nada más lejos de la realidad, nuestro mundo está en crisis y todo lo que creíamos ganado se puede ir por la borda en un momento.
El futuro es presente e incrementa las posibilidades y el protagonismo del mundo rural. Las disrupciones tecnológicas abren un nuevo escenario para el mundo rural, igualando las posibilidades con las ciudades.
La crisis del coronavirus ha dado la oportunidad de poner al mundo rural en el foco mediático. ¿Seremos capaces de aprovechar esta oportunidad? Al menos, tenemos que intentarlo con todas las fuerzas.