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Cómo se genera  la energía que decide unas elecciones

RESUMEN DEL ARTÍCULO

Existe un termómetro infalible para predecir el éxito electoral que no tiene nada que ver con las encuestas ni el cálculo racional: la energía emocional que se respira en los actos públicos. La política se decide en el territorio invisible del deseo, y en ese ecosistema, quien logra elevar las expectativas gana por goleada a quien solo se centra en cubrir las necesidades básicas.

Vivimos un cambio de época impulsado por disrupciones tecnológicas y crisis sísmicas que reconfiguran la arquitectura emocional de la sociedad. En este tránsito, los partidos tradicionales cometen un error histórico: siguen hablando el lenguaje de la escasez y la gestión burocrática («el pan»), mientras la ciudadanía, angustiada pero deseosa, busca desesperadamente un sentido («el futuro»). Aquí es donde la ultraderecha y los populismos encuentran su autopista hacia el poder: llenan el vacío con relatos de abundancia, fantasías de identidad y enemigos culpables, convirtiendo la frustración en combustible político.

Los seres humanos no somos criaturas racionales, sino animales emocionales que racionalizan lo que sienten. Podemos soportar la pobreza, pero no la falta de horizonte. Mientras las fuerzas democráticas se limitan a administrar lo existente con un discurso asistencial que no inspira, sus adversarios despliegan una «reprogramación global de expectativas» basada en ilusiones que, aunque falaces, movilizan y generan adhesiones inquebrantables.

La conclusión es una alerta roja: si la política democrática no recupera su alma y empieza a articular un proyecto de futuro que emocione, movilice y devuelva el propósito a la vida de la gente, entregará el destino de la sociedad a los traficantes de ilusiones. Aún estamos a tiempo de construir un relato que reivindique la grandeza de lo posible frente a la facilidad de lo destructivo, pero el reloj corre.

Adelante!!!

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¿Cuál es el estado de ánimo de la mayoría social?

El estado de ánimo de la mayoría de las personas de la clase baja y media baja es: “ahora estoy jodido, yo no soy de esta clase social y aspiro a salir cuanto antes de aquí y mejorar mi vida; sueño con ascender y hacerlo rápido, ganar más dinero y sacar adelante a mi familia… aunque soy pobre en este momento, no me considero pobre y me molesta que me identifiquen como tal, por nada del mundo quiero que me encasillen en esta categoría”.

Y el estado de ánimo mayoritario de las personas de la clase media y alta es: “evidentemente soy clase alta y aspiro a todas sus ventajas porque yo lo valgo, la mayor desgracia que me puede ocurrir es descender o que alguien me considere por debajo de mi categoría ”.

Una parte importante de las personas de clase social baja no solo ha perdido la conciencia de clase, sino que denigran de la clase baja.

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