Un mundo perverso de gigantes tecnológicos y consumidores zombies.

Estamos creando una economía gigantesca y una concentración de capitales y poder sin precedentes, todo ello en torno a un modelo económico global caracterizado por una élite de productores de tecnología para una masa social enorme de consumidores pasivos. Hasta que el ciudadano de a pié no asalte el poder y se convierta en productor, no estaremos en condiciones de estrechar la brecha social que se está abriendo y, de esta manera, inaugurar una nueva época caracterizada por la creación de riqueza revolucionaria. La cuestión es:¿Cuándo abandonaremos el rol de consumidores para convertirnos en productores?

Me causa desazón ver como los artefactos y la tecnología, principalmente internet y los teléfonos inteligentes, han llegado a la mayor parte de la humanidad y, aunque los usamos, no somos capaces de sacar el máximo partido que nos ofrecen porque no sabemos hacer cosas valiosas con ellos.

Pienso que la mayor revolución que hemos vivido en las últimas décadas es el nacimiento de lo que denomino Cuarta dimensión (http://juancarloscasco.emprendedorex.com/el-futuro-del-trabajo-la-mayor-parte-de-la-humanidad-trabajara-en-la-cuarta-dimension/), un continente inmenso de ceros y unos donde ya habita la mayor parte de la humanidad. Un lugar que no tiene espacio ni límites donde estamos trasladando nuestros trabajos, empresas, comercios, relaciones y resto de actividades humanas.

Sin embargo ese espacio digital seguimos habitándolo desde nuestras mentes analógicas, como si nos hubiéramos trasladado de una ciudad a otra y pretendiésemos movernos por sus calles y avenidas con el mismo mapa.

La primera oleada de emigrantes a la Cuarta dimensión (ciberespacio, internet, redes sociales…) viene con nuevos artefactos y nuevas prácticas, pero con sus antiguas mentes y esquemas de pensamiento (viejo paradigma). Llegan con la mentalidad  de consumidores pasivos provenientes de la Tercera Revolución Industrial en la que su papel era trabajar para otros y consumir. Y ahí reside el gran problema: la Cuarta dimensión está por explorar, permitiendo a cualquier inmigrante colonizar su espacio y convertirse en productor.

La primera fase de colonización del nuevo espacio sin límites está siendo anárquica y torpe, el resultado es que más de la mitad de los ciudadanos del mundo, 4.500 millones sobre 7.400, ya han emigrado. Pero como ocurre en cualquier migración masiva a un espacio ignoto, muy pocos entienden el nuevo mundo y toman la decisión de dar el salto de espectadores a protagonistas, de trabajadores a ofertantes, de consumidores a productores… 

* Traigo a colación el concepto de prosumidor (productor + consumidor) prestado de Alvin Toffler, para referir el nuevo rol de ciudadano con doble función de consumidor y productor a la vez en lo que denomino Cuarta dimensión.

El resultado de la primera oleada de colonización es decepcionante porque está produciendo una gran brecha social entre un reducido grupo de personas inmensamente ricas con mentalidad de productores y una enorme masa social con mentalidad de consumidores pasivos. Como consecuencia tenemos a 4.500 millones de compradores esperando a adquirir el último ordenador, teléfono, programa o videojuego a un reducido número de corporaciones gigantescas que hacen  pingües beneficios mientras pelean por seguir ampliando su nicho de clientes hasta completar los 7.400 millones de almas cándidas y exangües que habitamos el planeta.

Si la evolución de la Cuarta dimensión no muta hacia el desarrollo masivo de productores (creativos, innovadores, emprendedores, comerciantes, vendedores, líderes…), asistiremos a tremendos desequilibrios, desigualdades, crisis y conflictos.

Es cierto que en el nuevo continente las posibilidades de inventar, producir y vender cosas están al alcance de más personas. El problema es que para eso se necesita cultivar habilidades que los emigrantes no aprendieron en la escuela ni están presentes en su cultura de origen.

Detrás de las declaraciones grandilocuentes de gobiernos y grandes compañías que expanden la “utopía tecnológica” del acceso universal y masivo a la información y el conocimiento a través de internet, se esconde el interés por hacerse con un mercado cautivo de consumidores que genera descomunales beneficios y el control total de la vida de las personas a través del rastro que dejan en la red, una entente donde los gobiernos facilitan los negocios de las multinacionales y las multinacionales filtran los datos a los gobiernos para afianzar su poder.

Pese a los miles de millones de consumidores que usamos artefactos y tecnología, nunca hubo tantos millones de analfabetos manejando información, tantos millones de manipulados sin pudor, tantos millones comprando convulsivamente cosas que no necesitan, tantos millones interactuando en redes sociales sin crear valor alguno…

Soy un entusiasta de la tecnología, nunca en la historia tuvimos un instrumento tan poderoso para transformar el mundo al alcance del ser humano, ni en los mejores sueños pudimos imaginar acceder al conocimiento desde nuestro teléfono móvil, la posibilidad de crear equipos y redes de colaboración con personas de cualquier país sin movernos del asiento, viajar por el mundo sin desplazarnos, hacer ofertas y llevárselas a los clientes de cualquier lugar del planeta… Pero para hacer todo esto y crear valor con ello, no somos competentes, necesitamos adquirir nuevas habilidades que no son técnicas.

Sin ser conscientes estamos en un modelo de colonización tecnológica que reproduce un patrón de consumidor cautivo y pasivo que usa la tecnología sin hacerse preguntas. La verdadera revolución tecnológica se producirá cuando los consumidores asalten el poder y adopten el papel de productores, y para hacer esto se necesita convicción, decisión, una mente más flexible y el desarrollo de nuevas competencias que permitan escuchar necesidades y construir ofertas significativas y valiosas para los demás.

Es cierto que los avances científicos y su traslación al desarrollo tecnológico (convergencia tecnológica) se convierten en una fuente inagotable para la creación de riqueza revolucionaria en todas las facetas de la producción humana. El problema está en el reparto de esa riqueza que sigue una curva creciente de acumulación en pocas manos (creamos más riqueza pero peor repartida con el consiguiente riesgo de fractura social).

El acceso universal a Internet va a ser un hecho muy pronto, principalmente por el interés de las corporaciones para ampliar mercado. La brecha digital no es ya la desigualdad en el acceso a la tecnología, sino las capacidades humanas (habilidades) para producir cosas valiosas con ella. La tecnología es un medio, no el fin. De hecho, la masificación en el acceso y uso de las tecnologías no garantiza un mayor potencial del ciudadano de a pié para generar riqueza, más bien trae consigo unamasa ingente  de “consumidores tecnologizados  zombis” que consumen bienes y servicios tecnológicos al ritmo que los producen las multinacionales.

La clave para vivir en la Cuarta dimensión no es la tecnología que usas sino las cosas valiosas que eres capaz de crear con esa tecnología. De nada nos sirve acceder al conocimiento si no somos capaces de hacer cosas bellas y buenas con él. Lo mismo podemos decir de la tecnología. 

Nos hemos convertido en consumidores compulsivos que compiten entre sí por adquirir el último aparato (Iphone, tablet, reloj, robot…). ¿Pero nos hemos preguntado alguna vez qué cosas somos capaces de hacer con esos aparatos?

Es cierto que la tecnología la podemos utilizar para jugar con ella, disfrutar del ocio, hacer relaciones, hacernos la vida más fácil en el hogar y el trabajo… Y todo eso es muy loable, pero su potencial va mucho más allá cuando aprendemos a utilizarla para crear cosas nuevas que producen valor, por ejemplo: para inventar un servicio nuevo, crear nuestro trabajo, una empresa, una nueva oferta, resolver un problema global…

La cosa no es saber las cosas que hace un aparto sino inventarse el mundo con él, no es qué sabes de aparatos sino la riqueza que eres capaz de crear con ellos. Las tecnologías son un instrumento esencial para el desarrollo humano, pero para eso se necesita una ciudadanía crítica, de mente abierta, con nuevas habilidades… La universalización de Internet, las redes sociales o los teléfonos inteligentes no garantizan el desarrollo de personas más libres, creativas, innovadoras o emprendedoras. 

Si quieres ser un colono importante en el nuevo mundo (un emprendedor exitoso, un trabajador cotizado, un innovador reconocido, un creativo práctico, un líder capaz de abrir nuevas posibilidades…), no te queda otro remedio que transformarte y adoptar una mente más flexible y  recursiva, desarrollando nuevas sensibilidades, sentido, criterio, intencionalidad, actitud proactiva, voluntad, propósito, aprendizaje a lo largo de la vida (aprender/desaprender/reaprender)…Y para hacer este proceso de manera masiva ponemos al servicio de gobiernos y organizaciones un modelo (Modelo 6-9) para adquirir las habilidades con las que las personas puedan crear sus trabajos, empleos, profesiones y emprendimientos en la Cuarta dimensión.

Adelante!!!

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