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7 prácticas para reeducar nuestras emociones, superar el desánimo colectivo y esquivar la depresión.

¿Por qué la sociedad está en depresión? 

El cambio permanente al que nos vemos sometidos nos está trayendo muchos problemas mentales y emocionales (miedo, zozobra, desazón, ira, resignación, resentimiento, paralización, desconcierto…), como reacción a las situaciones nuevas e imprevistas que tenemos que enfrentar cada día. La educación de las emociones que recibimos estaba diseñada para una vida más previsible y estable, pero cuando el tiempo se aceleró y las circunstancias comenzaron a cambiar rápidamente, se desordenó nuestro equilibrio y empezamos a sufrir tensiones emocionales que afectan gravemente a nuestra salud (solo hay que mirar el agravamiento de la salud mental de la población en los últimos años). Los cambios son tan grandes que la mente humana no está diseñada para  encajarlos con tanta celeridad.

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La gran esperanza en el futuro está en los poetas.

La dimensión poética no es patrimonio exclusivo de los poetas, todas las personas estamos hechas de vulgaridad y poesía. Cuando danzamos y fluimos con la poética la vida florece a nuestro alrededor. Los poetas han sido los principales arquitectos para dar forma a nuestro mundo y traernos como máximas la belleza, la bondad, el amor o la justicia. En este momento nos encaminamos al mayor salto civilizatorio de la humanidad, y la esperanza para que el nuevo mundo sea más bello, bueno, amable, amoroso, confortable y justo, dependerá en gran medida de las palabras de los poetas actuales y venideros para crearnos nuevos lenguajes, imaginarios, ideales, realidades y mundos posibles.

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Las relaciones internacionales, un club de apariencia refinada que funciona como una banda de gánsteres.

La ciudadanía ha de abandonar su inocencia y dejar de pensar que el mundo se mueve por reglas justas. La política internacional en sus más altas esferas, es lo más parecido a una banda de gánsteres, donde el único fuero es la fuerza y su ejercicio intimidatorio al servicio de unos intereses económicos, cuyas prácticas son lo más parecido a las mafias. La mayor parte de las veces, la apelación a dios, la patria, la seguridad, los derechos humanos, la justicia, la libertad o la democracia; no son más que burdas excusas para justificar las acciones más atroces a favor de los intereses económicos de los poderosos.

Así, las relaciones entre países, con algunas honrosas excepciones, se mueven igual que una banda de barrio, sus estructuras de poder y mecanismos son los mismos que los de las viejas tribus guerreras, solo que con instrumentos coercitivos más sutiles y una diplomacia florentina más cuidada, pero con armas de destrucción masiva mucho más poderosas, que se activan sin importar sus trágicas consecuencias.

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La invasión de la derecha de los caladeros tradicionales de la izquierda.

Hacerse cargo del estado de ánimo de la gente para aspirar a gobernar.

¿Cuál es el estado de ánimo de la mayoría social?

El estado de ánimo de la mayoría de las personas de la clase baja y media baja es: “ahora estoy jodido, yo no soy de esta clase social y aspiro a salir cuanto antes de aquí y mejorar mi vida; sueño con ascender y hacerlo rápido, ganar más dinero y sacar adelante a mi familia… aunque soy pobre en este momento, no me considero pobre y me molesta que me identifiquen como tal, por nada del mundo quiero que me encasillen en esta categoría”.

Y el estado de ánimo mayoritario de las personas de la clase media y alta es: “evidentemente soy clase alta y aspiro a todas sus ventajas porque yo lo valgo, la mayor desgracia que me puede ocurrir es descender o que alguien me considere por debajo de mi categoría ”.

Una parte importante de las personas de clase social baja no solo ha perdido la conciencia de clase, sino que denigran de la clase baja.

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En busca de sentido.

Todo está por hacer, todo está por inventar, en tu decisión está convertir tu vida una obra de arte o en una copia barata. En un mundo que ha cambiado y ha roto sus reglas, necesitamos encontrar un nuevo  sentido común para poder conducirnos.

Si no persigues tus sueños, deberás aceptar la condena de trabajar para hacer realidad los sueños de otros.

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