Líderes con visión de futuro y un proyecto a largo plazo de 30 años o más para transformar la vida de su comunidad y conducirla a altos niveles de progreso y bienestar (primer nivel). Líderes con un programa electoral para 4 años que aspiran a dejar una buena gestión y no tienen una visión de futuro (segundo nivel). Líderes con un programa inconcreto, atemporal e irrealizable dirigido a lo que la gente quiere escuchar aprovechando el desafecto a la política (tercer nivel). Líderes sin programa que se valen del desconcierto total para captar a gente desencantada en torno a un puñado de proclamas (cuarto nivel). Los primeros dejan un legado, los segundos entregan una buena hoja de servicios, los terceros destruyen lo hecho, y los cuartos rompen el sistema.
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10 claves para elegir a los líderes que pretenden representarnos.
Una sociedad sin liderazgo es como una nave sin rumbo. 2024 es un año electoral clave plagado de elecciones de magnitud continental (Estados Unidos, Unión Europea, India) y nacionales (México, Corea del Sur, Sudáfrica…) en las que el mundo se juega su futuro. Y también concurren muchos de procesos electorales para elegir líderes de partidos políticos y organizaciones donde nos estamos jugando el futuro de nuestras ciudades y comunidades.
Y todo esto en un panorama complejo con grandes desafíos, transformaciones y cambios que están provocando una tensión sin precedentes en nuestras sociedades. Con una ultraderecha en alza que encuentra un campo abonado para capitalizar la desesperación y el descontento, una derecha que cae en su campo de gravedad y pierde su centralidad, y una izquierda desinflada que no ha sabido renovar su oferta política para seducir a la ciudadanía.
Sigue leyendoEl relato subliminal de la ultraderecha y el fascismo y sus mecanismos para asaltar el poder.
La ultraderecha y el fascismo hablan en clave de riqueza e identidad y la izquierda en clave de pobreza.
A la mayoría de las personas nos gusta que nos hablen y regalen el oído como si fuéramos ricos y especiales porque aunque sepamos que no lo somos, esa fantasía nos seduce. Que se nos considere miembros de un selecto club. Nos gusta que nos cuenten cuentos que nos saquen del anonimato, en los que nos convertimos en protagonistas por el simple hecho identitario de pertenecer a un determinado país, religión, raza o creencia. Aunque sean fantasías delirantes, esas historias calan con rapidez en nuestras mentes perezosas que prefieren adoptar y repetir mantras y consignas antes que pensar. Y cuando se cuentan millones de veces, las interiorizamos y normalizamos, terminando por elevarlas a categoría de verdad, escuchando solo aquellos mensajes que las refuerzan y rechazando los que las contradicen.
Sigue leyendoLa sociedad quemada.
Una sociedad excitada por la fantasía de la seguridad.
Vivimos más años, tenemos más bienes, pero somos más infelices. La búsqueda de la seguridad ha creado sociedades donde la mayoría de ciudadanos aspiran a ser funcionarios. Hasta tal punto es así, que el sistema está diseñado para estudiar por largos años, vivir la tortura de años de oposiciones y, por fin, aquellos que lo consiguen, lograr un empleo de por vida del que nadie podrá separarle salvo flagrante delito (y muchas veces ni así).
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