Cuando he llegado a casa a media tarde he encontrado en mi puerta una pota roja, pequeña, aún caliente. Cuando he levantado la tapa, el olor me ha traído la ráfaga de algo que había casi olvidado: la sensación de estar en casa. El espacio no es solo algo físico, claro, es ademásemocional y afectivo. Mis vecinos habían dejado en mi puerta esta ollita, en un gesto hasta natural, cocinada a fuego lento durante toda la mañana, con la verdura del huerto que veo desde mi ventana, con la paciencia de guardar el unto de la matanza, con la simplicidad del que piensa en su vecino y con la generosidad del que no espera nada. Pote o pota, para nombrar cacerola o recipiente, generalmente de barro y ahora frecuentementede metal, donde se cocina un pote o potaje, es un término que se emplea sobre todo en el noroeste de España, León, Galicia o Asturias. También el unto (o manteca) es un término habitual en esta misma zona.
Detrás de las palabras hay un metalenguaje que nos atraviesa. De manera inconsciente, todo lo que asociamos mentalmente a lo rural tiene acepciones peyorativas. ¿Quién pondría en su currículum: “Soy de pueblo”? ¡Qué jodido y traicionero es el lenguaje!
Los que somos más viejos, en nuestros constructos mentales, cuando escuchamos palabras como «rural» o «pueblo», automáticamente pensamos en las películas en blanco y negro de Paco Martínez Soria. Nuestros padres nos repitieron hasta la saciedad que “para ser alguien en la vida hay que irse del pueblo”. Ese mensaje está escrito a sangre y fuego en nuestro subconsciente.
La visión que tenemos de lo rural es cultural y negativa. Para romperla, tenemos que crear un nuevo espíritu rural que conecte con los deseos de la gente. Las personas que amamos lo rural debemos encarnar un estilo rompedor capaz de seducir e inspirar al mundo. Para lograrlo, tenemos que cultivar nuevos saberes, destrezas y prácticas, con el fin de crear tendencias y convertir el medio rural en un espacio vanguardista.
Muchos ya estamos creando los programas y los espacios que traigan la modernidad a lo rural y provoquen el cambio, como los Centros de Innovación Territorial, la Red Circular Fab de la provincia de Cáceres, los Madrid Rural Lab, el Fab Lab de Ponferrada, las Escuelas del Talento de las Diputaciones de Cáceres y Badajoz, el Grupo Motor para la Transición Energética en España, los Pueblos de los 5 Minutos, el Laboratorio de Artesanía y Alto Diseño de Moda en 3D o el Ecosistema de Impulso al Emprendimiento en Sierra Suroeste.
Ahora toca hacer lo más importante: eliminar los prejuicios, los complejos y los pensamientos limitantes que nos atenazan. ¡Guerra a la vulgaridad!
Este artículo ha sido elaborado por María Martos y Juan Carlos Casco.
RESUMEN DEL ARTÍCULO
El mundo rural está vivo, en movimiento, y lleno de oportunidades. Hoy comienza a revelarse como un espacio de agitación, inspiración y transformación, a un renacer protagonizado por personas que regresan con nuevas ideas, jóvenes que apuestan por quedarse, y comunidades que abrazan sus tradiciones con miradas renovadas.
Algo nuevo está ocurriendo en nuestros pueblos: una reconexión auténtica con la naturaleza para reconquistar el espacio vital, el tiempo perdido y nuestra esencia más profunda. En el mundo rural se está gestando una revolución silenciosa, un espacio de creatividad y soluciones innovadoras que redefine cómo vivimos y cómo nos relacionamos con el entorno.
El agotamiento del modelo urbano ha llevado a muchos a buscar en lo rural lo que la ciudad no puede ofrecer: autenticidad, comunidad, sostenibilidad y, sobre todo, un propósito. El campo no es solo un refugio, es un lugar para construir un nuevo futuro desde la imaginación y la innovación.
Los grandes cambios nacen de pequeños oasis, en pequeños grupos con alma, y esas semillas ya están germinando en el mundo rural. Es hora de unir fuerzas, de reconectar con lo esencial y de vivir con pasión y propósito. Tú eres parte de esta transformación. Te invitamos a formar equipo para convertir estos pequeños oasis en un océano de inspiración donde la vida florece.
Este artículo ha sido elaborado por Juan Carlos Casco y José Vicente Granado.
RESUMEN DEL ARTÍCULO
Las ciudades han construido un relato poderoso sobre el progreso, pero a menudo olvidamos que nos privan de dos bienes esenciales para vivir: el espacio y el tiempo. Estos recursos, abundantes en el mundo rural, son pilares de una vida plena. Sin embargo, el marketing urbano ha desplazado nuestras prioridades, reemplazando lo esencial por un espejismo de oportunidades y servicios que a menudo son inalcanzables para la mayoría de sus habitantes,
Disponer de espacio y tiempo para desarrollar nuestras actividades, e incluso para meditar o aburrirnos, es fundamental para una buena vida. Si escuchamos nuestro interior, notaremos cómo nuestra carga genética nos impulsa a habitar el espacio y el tiempo de manera libre, a desplazarnos sin impedimentos, explorar el entorno y conectar con el palpitar de la naturaleza. El campo nos ofrece una sinfonía de olores, colores, texturas y sabores genuinos que son esenciales para nuestro equilibrio físico y emocional.
Sin embargo, la ciudad no satisface estas necesidades primarias para la mayoría de las personas. Al contrario, nos restringe el espacio, nos roba el tiempo y convierte el movimiento en un calvario. La contaminación, el estrés, la inseguridad, el aislamiento social y los altos costos de vida son el precio que pagamos por habitar en entornos urbanos densos, donde los recursos básicos se convierten en lujos para unos pocos privilegiados.
Es cierto que las ciudades ofrecen más oportunidades laborales en ciertas actividades y servicios. Pero el mundo rural, lejos de estar desprovisto de opciones, es un espacio fértil para la innovación, el emprendimiento y la creación, aunque estas oportunidades se invisibilizan bajo el discurso aplastante del éxito urbano.
Para contrarrestar este relato, necesitamos construir uno más fuerte y motivador, basado en emociones auténticas y realidades objetivas. Este es el momento de reivindicar lo rural como espacio vivo, un lugar de oportunidad y conexión con lo esencial.
Si estás en este bando, únete a nosotros. Hagamos florecer lo rural.
Este artículo ha sido elaborado por Juan Carlos Casco y José Vicente Granado.
RESUMEN DEL ARTÍCULO
El discurso actual sobre lo rural gira en torno a adjetivos despectivos (vacío, ruinoso, viejo). Dado que el lenguaje crea realidades, estos relatos afectan nuestro ánimo y determinan nuestras filias y fobias. Para construir una nueva identidad rural, es crucial crear un relato capaz de fraguar en el imaginario colectivo y despertar un interés renovado.
Este nuevo relato debe contener tres principios esenciales:
Ethos: la expresión de su verdadera esencia y espíritu.
Logos: una base racional y creíble, apoyada en datos verificables.
Pathos: una dimensión emocional que conmueva y conecte con los demás.
A partir de estos principios, hemos de incorporar una serie de ingredientes: inmersión sensorial, apropiación, autenticidad, sentido del futuro, inspiración y motivación para orquestar la mente del público.
Un relato sin alma produce políticas sin impacto. No se pueden cambiar las realidades rurales solo con recursos materiales; se necesita un cambio en el relato colectivo. Para lograrlo, son imprescindibles artistas y creadores que revelen la belleza del mundo rural y reafirmen su valor esencial.