La próxima crisis que se está gestando después del coronavirus y la crisis energética.
En los últimos 14 años hemos asistido a una concentración frenética de acontecimientos disruptivos en una breve fracción de tiempo, provocando una sucesión de crisis que en el pasado constituían eventos muy espaciados en el calendario. Y todo hace presagiar que este fenómeno, en lugar de frenarse, se acelerará aún más en los próximos años. ¿Quieres saber cuál será la próxima crisis?
La dimensión poética no es patrimonio exclusivo de los poetas, todas las personas estamos hechas de vulgaridad y poesía. Cuando danzamos y fluimos con la poética la vida florece a nuestro alrededor. Los poetas han sido los principales arquitectos para dar forma a nuestro mundo y traernos como máximas la belleza, la bondad, el amor o la justicia. En este momento nos encaminamos al mayor salto civilizatorio de la humanidad, y la esperanza para que el nuevo mundo sea más bello, bueno, amable, amoroso, confortable y justo, dependerá en gran medida de las palabras de los poetas actuales y venideros para crearnos nuevos lenguajes, imaginarios, ideales, realidades y mundos posibles.
Este artículo forma parte del plan de trabajo que estamos llevando a cabo con organizaciones sociales y del tercer sector para fortalecer su influencia y liderazgo, desde la construcción de nuevas propuestas de intervención con la ciudadanía que se hagan cargo de los grandes desafíos del siglo XXI. Sirviendo a su vez de documento marco de trabajo para su puesta en común con gobiernos y organizaciones políticas para el rediseño de las políticas públicas, programas y actividades que llevan a cabo las organizaciones del tercer sector.
Las organizaciones sociales y del tercer sector (asociaciones, fundaciones, ONG, sindicatos, fundaciones…) viven un momento crítico, sumidas en una profunda crisis, desconectadas de su masa social, sin poder de convocatoria y atrapadas en su zona de confort. En las últimas décadas han perdido buena parte de su influencia, debido a que no han sido capaces de renovar sus ofertas a la ciudadanía y a la campaña de desprestigio orquestada por sus detractores.
La ciudadanía ha de abandonar su inocencia y dejar de pensar que el mundo se mueve por reglas justas. La política internacional en sus más altas esferas, es lo más parecido a una banda de gánsteres, donde el único fuero es la fuerza y su ejercicio intimidatorio al servicio de unos intereses económicos, cuyas prácticas son lo más parecido a las mafias. La mayor parte de las veces, la apelación a dios, la patria, la seguridad, los derechos humanos, la justicia, la libertad o la democracia; no son más que burdas excusas para justificar las acciones más atroces a favor de los intereses económicos de los poderosos.
Así, las relaciones entre países, con algunas honrosas excepciones, se mueven igual que una banda de barrio, sus estructuras de poder y mecanismos son los mismos que los de las viejas tribus guerreras, solo que con instrumentos coercitivos más sutiles y una diplomacia florentina más cuidada, pero con armas de destrucción masiva mucho más poderosas, que se activan sin importar sus trágicas consecuencias.
Cierto día, un padre y su hijo hicieron un viaje en su borrico. Al pasar por un pueblo los vecinos murmuraron: qué vergüenza, el padre montado en el burro y el pobre hijo tan pequeño caminando; escuchando las críticas, el padre se bajó del burro y le cedió el puesto a su hijo. Llegaron a otro pueblo y la gente murmuró de nuevo: qué injusticia, el joven cómodamente montado sobre el burro y el pobre hombre caminando; por lo que decidieron montarse los dos en el burro. Y así llegaron a otro lugar donde los viandantes comentaban: qué vergüenza, dos hombres que pueden caminar perfectamente maltratando a un pobre animal; por lo que ambos decidieron continuar el camino a pie. Al paso por el siguiente pueblo, los paisanos decían: qué tontos, tienen un burro y no se montan en él. Después de una larga reflexión, el padre dijo: sabes hijo, vamos a hacer lo que consideremos que tenemos que hacer en cada momento, porque si nos guiamos por lo que opinan los demás, siempre recibiremos críticas y nuestra vida será un calvario.
Una sociedad en minoría de edad.
Crítica fácil, queja permanente, reivindicación de derechos, escaqueo de responsabilidades, ley del mínimo esfuerzo, superficialidad, procrastinación, descompromiso… son rasgos que se retroalimentan en la sociedad actual, generando una deriva sin freno hacia el nihilismo.