Hasta ahora las capitales del mundo estaban en grandes ciudades, ¿y si ahora construyéramos un nuevo concepto de capital basado en los pueblos más pequeños?
Justo eso es lo que hemos hecho desde Less Than Hundred (Red de Lugares Especiales de menos de 100 Habitantes).
Señalar culpables, anticipar catástrofes, recurrir a matemáticas elementales para hacer una semblanza de lo obvio y decirnos que el mundo rural se despuebla, utilizar cuatro palabras rebuscadas para parecer interesante, proponer generalidades, utilizar consignas populistas que tocan la fibra sensible de la gente, escurrir el bulto y desaparecer de la escena eludiendo todo compromiso y responsabilidad…volver al poco tiempo para repetir el mismo cuento, aplicando a los argumentos manidos solo una capa de pintura superficial, se ha convertido en un deporte que vende mucho y tiene todo tipo de medios que esperan esa carnaza para alimentar una audiencia fácil y acrítica.
A continuación vamos a plantear un conjunto de reflexiones y propuestas de acción desde una nueva mirada al mundo rural que constituyen la base de un libro que verá la luz en las próximas semanas, con la intención de desarrollar nuevos enfoques y estrategias que contribuyan a su revalorización.
El liderazgo es más importante aún que el capital o las infraestructuras para mantener vivos los pueblos. Podemos inyectar recursos de todo tipo en un territorio y no conseguir los efectos deseados, sin embargo el liderazgo es capaz de orquestar estados de ánimo, movilizar a las personas, coordinar acciones en torno a un propósito y atraer recursos e inversiones. Si queremos trabajar de manera efectiva en el reto demográfico lo primero que tenemos que hacer es cuidar a los/as líderes que ya están sobre el terreno, y luego, reproducir otros nuevos a través de procesos de capacitación, entrenamiento y mentorización.
La historia de Carlos Marx, la vieja del coche robado, los mirones de la obra y el colibrí.
Decía Marx en su tesis once sobre Feuerbach que los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo. El equivalente para la filosofía de andar por casa sería: menos hablar y más actuar. Un cuento que nos podríamos aplicar al reto demográfico donde es tan fácil dar datos, consejos y ofrecer proyecciones acertadas, como difícil es asumir riesgos y comprometerse en soluciones.