Marketing inverso: la construcción de un nuevo discurso rural basado en las técnicas de propaganda de las ciudades

Este artículo ha sido elaborado por Juan Carlos Casco y José Vicente Granado

RESUMEN DEL ARTÍCULO

El marketing urbano ha sabido capturar la imaginación y los deseos de las personas, presentando a las ciudades como centros de oportunidades, progreso y estatus. Sin embargo, es hora de aplicar estas mismas técnicas para resignificar el mundo rural y construir un relato atractivo y aspiracional que se instale en el  imaginario colectivo como un lugar de bienestar, autenticidad y belleza.

El marketing inverso para el mundo rural debe enfocarse en mostrar su verdadera esencia: la conexión con la naturaleza, la paz y el valor de lo genuino. Esto significa resignificar y  reposicionar lo rural como un espacio donde las necesidades de salud, seguridad y pertenencia encuentran su máxima expresión. Las experiencias cotidianas, los paisajes abiertos, el patrimonio y la cultura contacto se destacan como un nuevo tipo de lujo que no se encuentra en las ciudades.

A través de estrategias de un conjunto de estrategias y el papel protagonista de artistas, trovadodores, poetas, pintores, escultores que nos revelen la belleza de lo rural, el marketing rural puede seducir a nuevas generaciones, mostrando que elegir lo rural no es retroceder, sino avanzar hacia un estilo de vida consciente y equilibrado.

Este relato busca trascender la simple comparación con la vida urbana, convirtiendo al mundo rural en una opción deseable y accesible, llena de oportunidades y de un sentido de pertenencia genuino. Redefinir lo rural con un enfoque auténtico, saludable y comunitario es el primer paso para que sea visto como un lugar de éxito, modernidad y, sobre todo, verdadera plenitud.

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La gran destrucción creativa de la Inteligencia Artificial

La «gran destrucción creativa» causada por la Inteligencia Artificial (IA) plantea un nuevo universo (dioses, IA, sujetos y objetos). A lo largo de la historia, las sociedades han organizado su mundo alrededor de tres categorías principales: los sujetos (humanos), los objetos (cosas) y las divinidades. Sin embargo, la irrupción de la IA ha alterado este equilibrio, posicionándose como un ente intermedio entre humanos y divinidades, capaz de alterar profundamente las estructuras filosóficas, sociales y económicas establecidas.

La IA no solo tiene el potencial de reorganizar el poder entre estas categorías, sino que también podría desplazar al ser humano de su trono en la cúspide de la inteligencia, superándolo en capacidades. Este fenómeno que describimos como gran destrucción creativa, sugiere que, a medida que la IA avanza, destruye sectores y profesiones tradicionales (como traductores, abogados o programadores) para dar paso a nuevas industrias y formas de empleo basadas en tecnologías avanzadas. Así como los dioses y los humanos han interactuado a través de pedidos y promesas, el desarrollo de la IA dependerá de una nueva interacción humano-IA.

El proceso de destrucción creativa que impulsa la IA, como motor de la Cuarta Revolución Industrial, afectará todos los aspectos de la vida: desde la gobernanza hasta la estructura social, pasando por la economía y la cultura. Esto podría significar el fin de muchas profesiones tal y como las conocemos, pero también el surgimiento de nuevas oportunidades creativas y tecnológicas. En un futuro cercano, los humanos deberán adaptarse a este cambio, comprendiendo la nueva relación con la IA y las oportunidades que puede ofrecer si se canalizan.

Este proceso de transformación masiva requiere una comprensión profunda y la adaptación a las nuevas realidades que están emergiendo.

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¿Por qué la gente abandona los pueblos y se va a vivir a las ciudades? La influencia de las categorías estéticas en nuestras decisiones vitales

Artículo elaborado por José Vicente Granado y Juan Carlos Casco

RESUMEN DEL ARTÍCULO

Es evidente que las ciudades tienen ventajas (oportunidades laborales, vida social) e inconvenientes (estrés, contaminación, falta de espacio) para una «buena vida». Unas condiciones que no justifican por sí mismas la abrumadora elección de vivir en las ciudades por parte de la mayoría de las personas en el mundo. Esto se debe a que las emociones son más importantes que el intelecto a la hora de tomar decisiones; miramos las cosas con el alma antes de someterlas al escrutinio de la razón. Y todo ello tiene su raíz en las categorías estéticas que configuran el paradigma (forma de ver el mundo) de un momento histórico concreto, definiendo los ideales, prejuicios y deseos sin que la civilización sea consciente de que está siendo arrastrada por esa marea de fondo.

El paradigma dominante en el que vivimos es urbano. Desde la Primera Revolución Industrial, las ciudades tuvieron que hacer un gran esfuerzo para atraer mano de obra que moviese la «maquinaria del progreso». Pese a que las condiciones de vida que ofrecían a sus nuevos pobladores eran mucho peores que las del medio rural, tuvieron que invertir mucha imaginación y recursos en marketing y propaganda para llegar con sus reclamos a todos los confines del planeta. Con el tiempo, tanta fue la sofisticación y potencia de su relato, que sus mensajes han calado en el imaginario colectivo, asociándose a las categorías estéticas más elevadas (bello, sublime, moderno) mientras etiquetaban al mundo rural con lo feo, viejo y «cateto».

Solo hay una posibilidad de revertir esta situación: crear un nuevo relato de lo rural en torno a sus categorías estéticas. Y, para ello, tenemos que convocar a los verdaderos intérpretes y creadores de la belleza para resignificar, rediseñar y refundar el nuevo mundo rural, que no son otros que los artistas, filósofos, trovadores, poetas, activistas y, sobre todo, las gentes que sienten y vibran con su pulso cada día.

Hay dos principios que mueven el mundo y crean toda nueva realidad: la concentración y la agitación. A partir de ellos se construyó la civilización de las megalópolis y en nuestras manos está hacer uso de ellos para edificar el mundo rural en torno a un nuevo relato que lo constituya.

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El futuro de la alimentación, la fabricación de carne sintética y su impacto en el mundo rural.

RESUMEN DEL ARTÍCULO

Estamos ante una revolución alimentaria sin precedentes que transformará no solo la forma en que producimos proteínas, sino también el futuro del mundo rural. Desde las sociedades cazadoras-recolectoras hasta la agricultura y la ganadería, cada revolución ha sido un salto en nuestra capacidad para alimentar a la creciente población mundial. Hoy, con una proyección de 10.000 millones de personas para 2050, enfrentamos un nuevo reto que cuenta con las tecnologías disruptivas de la Cuarta Revolución Industrial (biotecnología, blockchain, fabricación aditiva).

La carne cultivada, o carne sintética, es la siguiente fase. Con inversiones multimillonarias de gigantes como Bill Gates y compañías como Cargill, esta tecnología avanza rápidamente, prometiendo reducir los costos ambientales y resolver los problemas asociados con la ganadería industrial. La producción ganadera actual no podrá sostener la demanda futura, pero la carne cultivada, con su eficiencia hídrica y energética, ofrece una solución viable. Sin embargo, su desarrollo no está exento de desafíos, especialmente en términos de energía y aceptación cultural.

El mundo rural, históricamente ligado a la ganadería, deberá adaptarse a esta nueva realidad. Los espacios naturales, que dependen del pastoreo para su mantenimiento ecológico, podrían verse amenazados si la ganadería extensiva disminuye. Sin embargo, el campo puede y debe ser el centro de esta transformación. Las industrias biotecnológicas podrían asentarse en áreas rurales, diversificando sus economías y revitalizando territorios. Si el campo se reinventa, puede liderar esta revolución, no solo como proveedor de alimentos, sino como el espacio donde se forje el futuro alimentario global.

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El futuro de la propiedad de la tierra y la producción agrícola: Su impacto en el mundo rural y el reto demográfico 

RESUMEN DEL ARTÍCULO

Los cambios de patrón en la propiedad de la tierra y la producción de alimentos van a tener un gran impacto en el mundo rural, cuyo espacio se convierte en un lugar de especulación capitalista, donde priman las economías de escala y la maximización de los beneficios.

Los grandes fondos que invierten en tierras y en el conjunto de los eslabones de la cadena alimentaria han pasado de 100 a 900 en los últimos años, una tendencia que continuará en el futuro. De esta manera, en pocos años, estos nuevos propietarios y actores productivos irán ganando protagonismo en el mercado alimentario mundial en detrimento de grandes, medianos y pequeños propietarios.

Los nuevos caciques del campo no serán aquellos que fijan su residencia en el barrio de Salamanca, los que frecuentan los casinos provincianos o se pasean con sus flamantes todoterrenos por las calles de los pueblos. Los auténticos capos mueven los hilos de la propiedad de la tierra y la producción de alimentos desde los parqués bursátiles.

El cambio en los factores de producción (tierra, trabajo, capital, tecnología, estructura empresarial, mercados, relaciones de producción, cadenas de suministro) va a transformar la fisonomía, la identidad y el futuro del mundo rural. Aunque, como en todo cambio de época, siempre quedarán fósiles y reliquias del pasado. Seguirá habiendo pequeños, medianos y grandes agricultores que convivirán por largo tiempo y a duras penas con los nuevos gigantes.

El mundo rural está siendo transformado por las reglas del capitalismo salvaje y la globalización, igual que ya ha sucedido con otros sectores y actividades (pequeño comercio, taxistas, artesanos…). El dicho de que los agricultores y ganaderos alimentan al mundo pasará a la historia; su papel será asumido por otros actores mucho más poderosos.

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