Vivimos en un fluir y aceleración permanente de mundos que nacen y mundos que mueren. ¿Cuántos de nosotros estamos asustados al ver desaparecer el mundo que nos dio sentido, donde nacimos y crecimos? ¿Cuántos de nosotros nos sentimos inquietos y confusos al comenzar a habitar en mundos desconocidos? Todo este fenómeno está condicionando los estados de ánimo globales, el nacimiento de nuevos espacios de poder que podemos ocupar y la innovación como una actividad permanente a lo largo de la vida. Un tiempo emocionante y lleno de posibilidades donde la mayoría de personas está buscando encontrar su sitio en el mundo.
El concepto de mundos.
Utilizo aquí un concepto sugerente de mundos tomando de Fernando Flores para acercarnos a una interpretación del fluir de la vida y el devenir.
Todos vivimos en el planeta Tierra aunque en diferentes mundos, así hablamos por ejemplo de mundo occidental, mundo asiático, mundo musulmán, mundo desarrollado….; dentro de esos mundos reconocemos religiones, culturas y formas de vivir y relacionarnos. A su vez, en esos mundos hay diferentes variantes.
Pero también hablamos de otros mundos en los que habitamos: mundo del fútbol, mundo de internet, mundo rural, mundo del trabajo… Dentro de ellos también hay submundos con sus matices.
En una escala menor tenemos otros mundos (micromundos) de los que formamos parte: el mundo de mi empleo o profesión, el mundo de mis relaciones… Y es aquí donde sentimos mayor afectación cuando desaparecen nuestras actividades, profesiones, redes de relaciones, espacios de confort. Nuestros micromundos se transforman cuando se producen cambios en los mundos donde se engloban, por eso debemos permanecer atentos a sus movimientos ya que de ellos podemos inferir cambios adaptativos.
Finalmente está nuestro mundo personal, donde cada individuo es singular y distinto. Una rareza que hay que cultivar desde el descubrimiento de lo que soy, de lo que puedo llegar a ser y de la oferta que puedo ser para el mundo.
Mundos en agitación.
Percibimos como esos mundos de los que formamos parte no son estables, se están moviendo, creciendo, disminuyendo y en ocasiones muriendo.
En poco tiempo estamos asistiendo al nacimiento de mundos y a la muerte de mundos. Un ejemplo: mi familia, muchas familias de mi pueblo, región, país y de la UE; pertenecíamos a un mundo rural de pequeños agricultores y ganaderos que vivíamos de cultivar, producir leche y terneros. En pocos años asistimos a la desaparición de ese mundo, un cambio brusco que alteró nuestras formas de vida (trabajo, costumbres, formas de relacionarnos…).
Cuando comenzaron a caer los precios de la leche y los terneros, muchos pensaron que era algo pasajero y aguantaron hasta el límite de la supervivencia con la esperanza de que su mundo retornaría, otros emigraron y otros cambiaron de vida. Pese a las quejas, desazones y protestas, ese mundo no volvió.
A nuestros padres y abuelos que habían vivido durante generaciones de esas actividades nada les hacía presagiar que su mundo iba a morir, aunque los síntomas de la crisis enviaban señales, preferían pensar que se trataba de algo pasajero, pero a medida que pasaba el tiempo cayeron en el abatimiento de la resignación.
Hoy los mundos nacen y mueren en pocos años, en ocasiones en meses o semanas, sus ciclos de vida son cada vez más cortos. Y esto es imparable, aunque no nos guste y sigamos lloriqueando por los rincones, quejándonos a nuestros padres, al alcalde, al ministro o al presidente.
Afectación global de los cambios de mundo: estados de ánimo, poder e innovación.
Ante el cambio de mundos, dos son los estados de ánimo resultantes y contrapuestos que nos ocurren: no veo posibilidades para mí y veo posibilidades para mí.
Las relaciones de poder también se trastocan, desaparecen espacios de poder y aparecen espacios de poder en los mundos que nacen esperando ser habitados; espacios de los que puedes hacerte cargo, colonizar y empoderar.
La innovación pasa a ser el rasgo fundamental de la vida y el trabajo, la práctica necesaria para transformar los viejos mundos y hacer el tránsito y desenvolvernos en los nuevos.
Vivir se ha transformado en algo complejo pero emocionante, cada día nos exige permanecer más atentos, mirar el todo, tener perspectiva, desarrollar sentido y criterio, otear horizontes, husmear, probar cosas nuevas, hacernos presentes en las conversaciones donde se están inventando los mundos… Una actitud mucho más activa y comprometida que la del ciudadano y trabajador de la Era industrial.
Diversas estrategias ante los cambios de mundo.
Vemos como los mundos vienen y van. Los que son sensibles al cambio de mundo y comienzan a leer el futuro en clave de posibilidades, cambian con el cambio y se transforman, mientras que otros aguantan a duras penas y otros desaparecen. Todo ello está condicionado por la afectación emocional (veo posibilidades), estrategia de poder (decido protagonizar) y apertura a la innovación (disposición a cambiar).
Las posturas y estrategias que solemos adoptar ante los cambios de mundo son tres:
- Resistencia y oposición (luchar contra el cambio: no aceptarlo.
- Reformista (hacer pequeños cambios pero sin saltar de mundo): aceptar a regañadientes.
- Disruptiva (cambiar con el cambio): abrazar el nuevo mundo y fluir con él.
Por ejemplo: el mundo rural es un mundo en extinción tal y como lo recordamos, igual que el mundo de la Era industrial, mundo que en su esencia ha desaparecido (aunque sigan existiendo unos pocos agricultores, ganaderos y algunas actividades tradicionales con carácter marginal). Pese a la existencia de nostálgicos que quieren conservarlo como hace un siglo, resistentes que niegan la nueva realidad, responsables institucionales que no entienden lo que ocurre y tratan de salvarlo aplicando las mismas recetas que lo sostenían hace un siglo. Frente a ellos hay otras personas que ya han entendido que el mundo rural como lo conocieron ha desaparecido, percibiendo como en su lugar se abre otro con nuevas reglas y posibilidades a las que buscan acomodarse y tratar de sacar partido; mientras otros simplemente saltan a otro mundo.
Otros ejemplos de cambios de mundo.
En los inicios de la Era Industrial, en algunos lugares como Inglaterra, los obreros se rebelaron contra las máquinas (luditas) porque interpretaban que las máquinas terminarían con su trabajo.
Los menonitas, en pleno siglo XXI se niegan a abandonar el mundo del siglo XVI y han decido vivir con la tecnología y las costumbres de esa época.
Los yanomamis prefieren vivir en el mundo del Paleolítico.
En el siglo XIX el jefe de la tribu Crow fue más inteligente. Ante la llegada del hombre blanco a Norteamérica y la observación de la desaparición de su mundo que estaba unido a la caza del búfalo, optó por no oponerse al cambio y aliarse con el invasor, cuyo mundo era de una superioridad militar aplastante y de esta manera salvar a las futuras generaciones.
Todas las personas y comunidades humanas tienen derecho a vivir en los mundos que deseen sin perjudicar al resto, es un acto libérrimo, de hecho existen muchos casos de reliquias fósiles de mundos muertos, como las que acabamos de citar; también millones de personas y organizaciones en shock entre los escombros de los mundos que un día fueron su cobijo.
Si observas a tu alrededor, muchos mundos como las organizaciones tradicionales, instituciones, partidos políticos, universidades, sindicatos, patronales…; muestran síntomas claros de agotamiento, los mismos que sufrieron las extintas organizaciones de otras épocas históricas en los estertores de su declinar. Lo mismo que ocurrió con el mundo de la fotografía analógica, las máquinas de escribir…; igual que muchos mundos y submundos se están comenzando a tambalear (el de los médicos, abogados, arquitectos…).
Un cambio de mundo trae un cambio de prácticas y de cultura. Los cambios de prácticas traen cambios de mundos.
Todo mundo tiene un sentido común, unas relaciones, unos prejuicios, unos esquemas de pensamiento, un paradigma. Para pasar de habitar un mundo a otro debemos destruir los viejos esquemas e instalar otros nuevos en un proceso permanente de desaprender y volver a aprender.
En un mundo nuevo no podemos movernos como en el mundo viejo, necesitamos cambiar el ser que somos, nuestras prácticas culturales; un proceso de desarmarnos por dentro y volvernos a armar.
A muchas personas se nos acaba el mundo pero no nos damos cuenta, no tenemos perspectiva histórica ni apertura mental para observarlo, aunque en el ambiente haya síntomas claros del declinar. Vivimos desazonados (en ocasiones en falsas zonas de confort) porque mi mundo desapareció, a la espera que el gobierno, la divina providencia o un golpe de suerte lo restaure. Y eso no ocurrirá.
Todos hemos visto como se transforman nuestros entornos a medida he cambian las formas de hablar, entablar relaciones, escuchar música, ver películas, comprar… Y con ello la fisonomía de nuestros mundos (tiendas, espacios públicos, desplazamientos…). Nuevos espacios, aparatos… Y a resultas de todo: nuevos seres humanos.
El progreso y la modernidad traen problemas y oportunidades, lo moderno no es necesariamente lo mejor, viene acompañado de cosas buenas y cosas que no nos gustan tanto, pero es la realidad con la que tenemos que lidiar; las grandes olas no podemos pararlas con nuestro cuerpo, es más inteligente “surfearlas” que agotarnos en impedir su progreso.
Los cambios de mundo traen cambios de poder.
Los cambios de mundo traen otro mundo que ocupa su lugar, y en ese movimiento se producen cambios de poder: un poder que declina y otro nuevo poder que nace fruto de la venida del nuevo mundo, generando oportunidades para que alguien lo ocupe y colonice (para ti si lo decides y estás disponible).
Para las personas que tenemos vocación de crear, innovar, emprender, protagonizar, liderar, pasar de espectadoras a actoras… Vivimos en una edad dorada para crear y colonizar nuevos mundos y tomar el control sobre ellos.
El emprendimiento y el liderazgo están en descubrir los mundos que mueren y hacerse cargo de los que nacen o inventar otros nuevos; tomando como propias las preocupaciones de la gente, el futuro de las nuevas generaciones y los desafíos globales .
Nuevos mundos e innovación.
Los mundos viejos no mueren completamente, parte de ellos se trasmite a los nuevos, transfieren parte de su ADN. Así la innovación que nace está conectada con una tradición antigua (algo viejo viejo a lo que se agrega una cosa nueva). Por eso es tan importante el entender y hacerse presente en el fluir de los mundos.
La innovación consiste en tomar algo que ya existe y ponerle algo nuevo. Cualquier innovación tiene una parte de antiguo y otra de nuevo. Por ejemplo, el smartphone tiene un teléfono (antiguo), más internet, correo electrónico, radio, televisión (nuevo). El automóvil toma como base el coche de caballos (viejo) sobre una máquina de vapor (nuevo).
Para desempeñarnos en el cambio de mundos necesitamos incorporar la innovación como hábito, un rasgo más asociado a tu ser. Para que tus prácticas de innovación funcionen y puedas vivir de ella, tienes que prender a armar cosas que tengan una parte antigua y estén en la tradición y prácticas de la gente, y agregar algo nuevo. Algo nuevo, completamente nuevo, no funciona porque aunque sea ocurrente no forma parte de los usos y costumbres de la comunidad, so pena que cambies las prácticas de esas personas, y eso requiere un gran esfuerzo (¿de qué hubiera servido el invento del automóvil en la Edad Media?).
15 prácticas para observar los mundos, inventarlos e innovar.
- Reconoce 2 o 3 grandes mundos a los que perteneces (por ejemplo: mundo occidental, mundo rural, mundo de internet…).
- Reconoce 1 o 2 mundos más pequeños a los que perteneces (por ejemplo: profesión médica, trabajo de dirección, asociación…).
- Reconoce tu mundo personal 1 o 2 características personales que te definen como ser (por ejemplo: mi vocación es dirigir un equipo, me apasionan las nuevas tecnologías…).
- En función de quien eres, ¿En quién te gustaría convertirte? ¿Qué oferta podrías ser para esos mundos a los que perteneces? (Por ejemplo: convertir a mi organización en referente para mi país, podría introducir una mejora en los procesos de producción…).
- Identifica 1 o 2 mundos que están en crisis (por ejemplo: el mundo rural, el mundo de la educación…).
- Identifica 1 mundo nuevo o que está naciendo (por ejemplo: el mundo de las naves no tripuladas, el mundo de la impresión 3D…).
- En función de tu rareza y personalidad, Identifica 1 mundo al que podrías realizar aportes (por ejemplo: podría aportar nuevas prácticas de trabajo a mi equipo o al mundo de mi profesión…).
- En función de los cambios en los mundos a los que perteneces ¿cómo afectan esos cambios de mundo a tu vida o profesión? (Por ejemplo: percibo que esos cambios van a terminar con mi empleo…).
- ¿Qué te impide dar un salto del mundo viejo al mundo nuevo? (Por ejemplo: tengo vértigo a cambiar…).
- Mirando al futuro ¿qué consecuencias puede traerte el no cambiar? ¿Qué consecuencias puede traerte el cambiar? (Por ejemplo: si no cambio, preveo que mi trabajo desaparecerá y quedaré en paro… si cambio, lo pasaré mal al principio pero puedo triunfar…).
- ¿Con qué otras personas podrías crear o desarrollarte en un nuevo mundo? Solo no puedes (por ejemplo: personas de mi equipo, socios, aliados…).
- ¿Qué espacio de poder te gustaría alcanzar en el nuevo mundo? (Por ejemplo: liderar a las organizaciones de mi sector…).
- ¿Qué innovación significativa puedes hacer en tu mundo? (Por ejemplo: voy a producir videolibros en un formato completamente nuevo de los existentes en el mercado…).
- Define qué parte vieja tiene tu innovación y en qué prácticas de la gente se sustenta (por ejemplo: hay muchas personas que lee libros…).
- Define qué parte nueva vas a poner a esa cosa que ya existe (por ejemplo: el libro se desarrolla en formato de vídeo…).
En este momento observo un cambio de mundo en el trabajo y el empleo. Analizo como el mundo de las carreras y las profesiones se mueren. Eso me podría producir desazón y resignación ante el futuro de mis hijas y su generación. Podría adoptar una postura de resistencia y lucha para que se restaurara el mundo con las mismas condiciones imperantes en el último cuarto del siglo XX, pero intuyo que eso no va a ocurrir, es muy difícil retrotraer la historia.
Considero más productivo y excitante mirar las tendencias del mundo y trabajar para crear posibilidades con otros, tomar posición para habitar los mundos que están en ciernes, los mundos sutiles que vienen, consciente de que en el nuevo mundo hay oportunidades para ser líder y actor o cuanto menos alcanzar un desempeño para una vida personal y profesional digna y plena.
Todo esto me exige una tarea diaria de asomarme y escrutar los mundos que están desapareciendo y apareciendo, conocer sus evoluciones para cotejar sus escenarios de futuro y alterar su discurrir, valorar las posibilidades para permanecer en un mundo, saltar a otro o inventar con otros uno nuevo.
La desazón y el sentimiento “mi mundo se ha muerto” es uno de los más extendidos, provocando resignación, tristeza y cierre de posibilidades. Una especie de quejido universal (personal y organizacional) en un momento histórico como el actual donde no corresponde este sentimiento, ya que nunca en la historia de la Humanidad una generación tuvo tantos recursos a su alcance para transformar su mundo e inventar otros nuevos.
El mundo no lo podemos cambiar solos, tenemos que hacerlo con otros, por eso las palabras clave en los años venideros serán contubernio y conspiración conjugadas en sus acepciones positivas para movilizar a una sociedad anestesiada hacia la conquista de nuevos mundos. Nos veremos muy pronto en esa tarea.
Adelante!!!
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Muy buenas analogías de la realidad de los diversos mundos a los que podemos pertenecer y de los que en más de alguna ocación hemos tenido que evolucionar como del mundo de la adolescencia, con intereses propios de la edad, al mundo de la juventud para luego encaminarnos al mundo de la adultez. Y es aquí en el mundo de la adultez y quizá en la juventud en donde por razones de superviencia, de responsabilidad e interacción con seres pertenecientes a otros mundos es que se experimenta o la adecaución y sumisión ante otros mundos de poder y control o como se lee asumir una actitud disruptiva (cambiar con el cambio), integrarnos a esos mundos con la posibilidad luego de saltar al cambio o crear otros mundos en asociación con otras personas que preven un nuevo mundo y arrastrar consigo el mudo anterior con todos las personas que lo integran, innovando recreando , revolucionando y evolucionando hacia nuevos mundos acordes al avance de la ciencia, la tecnología y la sociedad.
Nuestro meta debería ser, dejar morir viejos mundos que no responden a nuestros intereses y nuestras necesidades para craer nuevos, que satisfagan todas las aspiraciones personales y comunitarias en armonía con el prójimo y con la esperanza de crear un mundo mejor cada día.
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