Resumen del artículo
El artículo analiza la evolución de la economía mundial, impulsada por el consumo de experiencias en una sociedad donde muchas personas con alto poder adquisitivo han satisfecho sus necesidades básicas. Las empresas, conscientes de esta tendencia, han descubierto que vender experiencias es más lucrativo que ofrecer productos o servicios tradicionales. Así, se han enfocado en crear ofertas que capturan la atención y generan un valor emocional y económico significativo.
En este contexto, el libro «La Economía de la Experiencia» de Joseph Pine y James Gilmore es fundamental para entender cómo la economía ha evolucionado desde la producción de bienes y servicios hasta la creación de experiencias memorables. Según los autores, el verdadero valor económico radica en diseñar experiencias que conecten emocionalmente con los consumidores, lo que permite a las empresas diferenciarse en un mercado saturado y justificar precios elevados.
La creación de experiencias no se limita a un solo ámbito; abarca desde la educación y la gastronomía hasta el ocio y la cultura, tanto en entornos físicos como virtuales. La proliferación de tecnologías como el metaverso, la realidad virtual y la inteligencia artificial ha permitido a las empresas crear experiencias cada vez más inmersivas, que pueden influir profundamente en el comportamiento humano.
Sin embargo, este enfoque tiene sus riesgos. La sobreexposición a experiencias puede llevar a la insatisfacción y la adicción, atrapando a los consumidores en un ciclo de búsqueda constante de nuevas sensaciones. Esto plantea desafíos significativos para la salud mental y el bienestar.
El artículo concluye que la economía global se está moviendo hacia una nueva era, denominada Virtuceno, donde la frontera entre lo real e irreal se desvanece. En este nuevo panorama, la creación y sofisticación de experiencias será clave para que individuos y sectores prosperen, aprovechando las tecnologías emergentes para convertirse en creadores de valor en un universo cada vez más inmersivo y complejo.
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Claves para entender las tendencias del futuro desde las relaciones entre el comportamiento humano, la tecnología y la economía
Cuando una parte importante de la población con alto nivel adquisitivo tiene satisfechas sus necesidades básicas, se convierte en presa fácil de los creadores de experiencias. Entender los mecanismos y las relaciones existentes entre el funcionamiento de la mente humana, la tecnología y la economía nos aporta las claves para descifrar el presente y anticipar las tendencias y escenarios del futuro.
La creación de experiencias mueve la economía y la tecnología
El avance del mundo actual está en manos de las empresas, que compiten sin cuartel para ofrecernos nuevas experiencias. Las empresas han descubierto que el negocio más lucrativo es vender experiencias, porque el ser humano es un adicto sin control a ellas.
Además, las experiencias se pueden crear en todos los ámbitos (educación, gastronomía, ocio, cultura, deporte). Las ofertas no dejan de crecer, desde las físicas (viajes y ofertas turísticas, gastronomía, conducción de vehículos, parques temáticos, festivales) hasta las virtuales (metaverso, pantallas táctiles, hologramas, realidad virtual, realidad aumentada, simuladores de vuelo y conducción, videojuegos, conciertos holográficos en vivo, experiencias de compra en tiendas virtuales, tours virtuales de propiedades inmobiliarias, entrenamiento militar con simuladores de combate, aulas virtuales interactivas, terapias de meditación guiada con biofeedback).
El verdadero motor de la creatividad, la innovación y el desarrollo tecnológico es la espiral creciente de esfuerzos por inventar nuevas experiencias (deseos) que se puedan convertir en ofertas seductoras para los consumidores y en valor de mercado y monetización inmediata para las empresas.
La economía de la experiencia
Hace ya unos años que, en su libro «La Economía de la Experiencia», Joseph Pine y James Gilmore se dieron cuenta de que la economía y la sociedad están movidas por la compra de experiencias. Antes que productos y servicios, compramos experiencias. Por ello, la gran maquinaria que mueve la economía – la masa financiera global, las inversiones, las empresas y el trabajo a escala global – se centra en el diseño de nuevos deseos (experiencias).
El libro introduce un enfoque innovador sobre cómo las empresas pueden crear valor en un mercado moderno. Los autores describen una evolución económica que pasa por la economía agraria, industrial y de servicios, hasta llegar a la economía de la experiencia, donde el verdadero valor radica en crear experiencias memorables y personalizadas para los clientes.
En esta economía, las empresas deben diseñar experiencias que no solo ofrezcan productos o servicios, sino que también conecten emocionalmente con los consumidores, haciéndolas inolvidables. Conceptos clave como la tematización, la personalización y la participación activa del cliente son fundamentales para lograrlo. Al especializarse en estas áreas, las empresas pueden diferenciarse, justificar sus altos precios y fidelizar a la clientela.
Pine y Gilmore también avizoran que la evolución de la economía de la experiencia dará paso a la «economía de la transformación», donde las experiencias se sofistican e impactan profundamente la vida de las personas. El libro es crucial para entender cómo el esfuerzo competitivo de las empresas está acelerando el avance tecnológico y la economía a escala global en torno a una competición sin precedentes para estimular y satisfacer deseos en torno a la tematización, fabricación y teatralización de nuevas experiencias.
La evolución de las experiencias a lo largo de la historia
A lo largo de la historia de la humanidad han cambiado las experiencias y las formas de satisfacerlas. Aún conservamos experiencias ancestrales relacionadas con el disfrute del entorno natural, la caza, la pesca o la recolección de alimentos, que están impresas en nuestra genética y siguen funcionando muy bien; a estas se añaden otras de tipo biológico, consustanciales a nuestra condición (sexo, alimentación, relaciones afectivas). La satisfacción de todas ellas, de manera dosificada, regula nuestro equilibrio interno y biorritmos.
El problema surge cuando las empresas descubren que ahí está su nicho para hacerse inmensamente ricas. Ese es el momento en el que vivimos, donde la oferta de nuevas experiencias (sensaciones, entretenimientos, placeres, deseos) se multiplica exponencialmente.
11 claves para entender los mecanismos de un mundo gobernado por el consumo de experiencias
- Implicaciones con la neurociencia: La excitación que las experiencias provocan en nuestros sentidos tiene un impacto directo en nuestro cerebro, alterando los mecanismos del placer y la recompensa.
- Competencia por la atención: En un entorno saturado de estímulos, múltiples reclamos compiten por atraer nuestra atención. Esta sobreexposición a sensaciones y experiencias lleva a un estado de alerta constante en el cerebro, que busca continuamente nuevas fuentes de placer.
- Adicción a las experiencias: El cerebro, a través de los mecanismos de recompensa y la liberación de dopamina, busca constantemente nuevas experiencias que mantengan altos los niveles de satisfacción.
- Baja tolerancia a la frustración: Este ciclo de búsqueda de placer inmediato ha disminuido nuestra tolerancia a la frustración. Queremos obtener las cosas «ya y ahora», lo que refuerza el comportamiento impulsivo y reduce nuestra capacidad para esperar recompensas a largo plazo.
- Compra compulsiva de experiencias: Antes que productos y servicios, buscamos a toda costa el consumo de experiencias, y las empresas trabajan a contrarreloj para ampliar la lista de ofertas que exciten nuestros sentidos y capturen nuestra atención de manera más efectiva.
- Espiral de insatisfacción: A medida que nos exponemos repetidamente al placer, la recompensa que obtenemos se reduce, lo que lleva al cerebro a buscar más estímulos para alcanzar el mismo nivel de satisfacción. Este fenómeno genera una creciente insatisfacción y frustración que demanda nuevas experiencias constantemente.
- Profundo impacto de la tecnología: La proliferación de internet, las redes sociales y la inteligencia artificial ha acelerado esta dinámica. Estas plataformas ofrecen una fuente constante de nuevas experiencias, diseñadas específicamente para capturar y mantener nuestra atención, pudiendo afectar nuestra salud mental si no somos capaces de utilizarlas adecuadamente.
- Alteración del sentido de la realidad: La mente humana busca y prioriza la inmersión en experiencias bien construidas, sean reales o virtuales. Lo que importa es su calidad sensorial. La sofisticación en la creación de experiencias ha llevado a que muchas veces prefiramos una experiencia ficticia bien diseñada a una real que no cumpla con nuestras expectativas.
- Secuestro de la voluntad: Las empresas perfeccionan tanto los mecanismos para crear experiencias que ahora pueden secuestrar nuestros sentidos y voluntad. Nos proporcionan placeres inmediatos que capturan nuestra atención y nos impulsan a consumir más, con efectos profundos en nuestro comportamiento y decisiones económicas.
- La trampa de la sofisticación experiencial: La multiplicación y perfeccionamiento de experiencias no nos conduce por sí misma a la plenitud ni a la felicidad. La excitación puede ser más fuerte que nuestra voluntad, atrapándonos en un ciclo perpetuo de búsqueda de satisfacción.
- Involucración de sentidos y carácter inmersivo: El diseño de experiencias es más exitoso cuando involucra a más sentidos (vista, oído, olfato, gusto, tacto) y son más inmersivas.
Entender cómo se elaboran las experiencias tiene que ver con el descubrimiento de los mecanismos que utilizan las empresas para explotar las complejas interacciones entre el cerebro, el comportamiento humano y la búsqueda constante de experiencias, planteando retos significativos para nuestra salud mental y bienestar a largo plazo.
La vida es un teatro donde gana quien mejor lo recrea
Las grandes empresas ya se han apropiado de esta certeza hace tiempo. Todas sus creaciones y ofertas están diseñadas en esa clave. Entender estas reglas del juego es esencial para diseñar nuestro proyecto empresarial, profesional y de vida, porque desde esta apropiación podemos pasar de espectadores a actores, de consumidores pasivos a proveedores activos, de perdedores a ganadores.
Aquí puedes profundizar en esta visión:
El mundo lo construimos con relatos
Toda nuestra realidad y la creación de nuevas experiencias se edifican en torno a la construcción de relatos de cosas que no existen. Cuando esos nuevos relatos los teatralizamos y convertimos en experiencias, estamos creando nuevas realidades y alimentando la cadena de valor de la economía global.
Aquí tienes algunas claves:
Desde las antiguas corrientes filosóficas ya eran conscientes de la insatisfacción que produce la exposición excesiva a experiencias sensoriales (deseos) y el círculo de insatisfacción que generan. Tanto en la filosofía oriental como en la griega, el deseo es visto como una fuente de insatisfacción. El budismo, hinduismo y taoísmo abogan por el desapego y la renuncia a los deseos para alcanzar la paz y la liberación. En la filosofía griega, el epicureísmo recomienda satisfacer solo los deseos naturales, mientras que el estoicismo y el cinismo promueven la moderación o eliminación de los deseos para lograr la felicidad. Cuando quedamos atrapados en su círculo vicioso, entramos en un riesgo de sobreexposición que nos lleva a la insatisfacción y al secuestro de los mecanismos cerebrales que nos generan la estabilidad emocional y el equilibrio.
La espiral de creación de experiencias no se detendrá, al contrario, se acelerará cada día más, porque es la gasolina que mueve la economía global y alimenta las inversiones crecientes en tecnología para avanzar de forma exponencial en la calidad y sofisticación de las experiencias.
La exposición a las experiencias no es mala, como no es malo tomar una copa de vino. El problema surge cuando su consumo se escapa a nuestro control y nos secuestra. Y el enganche al disfrute de una secuencia sinfín de placeres inmersivos es la droga más dura entre las duras.
El metaverso, la inteligencia artificial y la convergencia tecnológica NBIC
(Nanotecnología, Biotecnología, Informática y Ciencias Cognitivas) nos van a crear un universo de experiencias jamás conocido, tan inmersivo y lleno de reclamos que es posible que multitud de personas queden atrapadas y no quieran abandonarlo. Otros buscarán la puerta de salida sin encontrarla, y algunos decidirán no formar parte de él, quedando excluidos. Un mundo de tres velocidades que generará nuevas divisiones y diferencias entre seres humanos, creando la mayor brecha jamás conocida.
No podemos predecir el futuro con exactitud, pero sí podemos anticipar sus tendencias y escenarios. Y con las claves expuestas, no hay duda de que el futuro estará movido por la sofisticación y perfeccionamiento de experiencias que borrarán la frontera entre lo real e irreal. Todo esto nos desliza hacia un nuevo tiempo histórico en el que estamos edificando un universo no físico. Esa nueva era es el Virtuceno.
Formar parte de esta nueva economía requiere que cada persona, dependiendo de su vida profesional, incorpore la creación y sofisticación de experiencias en su ámbito de actividad: agricultores generando nuevas experiencias alimentarias, profesores en la educación, empresas en el turismo, deportes, cine, videojuegos, entre otros. Con las tecnologías disponibles en la Cuarta Revolución Industrial, con la inteligencia artificial a la cabeza, cualquier ciudadano podrá convertirse en un creador. Podremos producir cosas increíbles —cine, videojuegos, música— y una secuencia de universos y disrupciones sin fin.
El futuro es incierto en muchos aspectos, pero estas son las tendencias y escenarios por los que discurrirá, sin ninguna duda.
Adelante!!!