Al revelarse la importancia de las competencias blandas (competencias genéricas, competencias clave para el siglo XXI o soft skills) para el éxito personal y profesional, han surgido por doquier todo tipo de programas y “expertos” en su enseñanza que, sin conocer sus fundamentos, están causando un desenfoque y un perjuicio a los alumnos que participan en sus actividades así como un descrédito de las mismas.
Ante la necesidad de aprender nuevas habilidades (aprender a aprender, a crear, a innovar, a trabajar en equipo, a desarrollar el espíritu crítico, a manejar las emociones, a emprender…), y la imposibilidad de hacerlo en un sistema educativo que no se diseñó para tal fin y donde el profesorado no fue preparado para ello, aparecen muchos atrevidos que valiéndose de unos cuantos conceptos, definiciones generales, dinámicas y juegos grupales, se lanzan a la aventura de formar en éstas competencias a través de actividades que no solo no producen ningún resultado práctico en el aprendizaje, sino que a la larga generan un descreimiento sobre su utilidad en los propios alumnos, profesores y responsables educativos, desembocando peligrosamente en una mala práctica que pone en entredicho su gran potencial.
Una competencia se basa en la adquisición de conocimientos, habilidades, actitudes y valores en un dominio concreto para resolver un problema o producir resultados.
Hay dos tipos de conocimiento, saber una cosa (conocimiento teórico) y saber hacer una cosa (conocimiento práctico). Adquirir el conocimiento teórico de una competencia y memorizarlo no tiene mucha dificultad (saber), otra cosa es desarrollar una habilidad (saber hacer), eso requiere un aprendizaje profundo que implica procesos sensioriomotores y repetición de prácticas sujetas a tiempos desde la aceptación – asimilación- acomodación (Piaget).
Aprender las competencias blandas está sujeto a procesos complejos, hasta que se forman y consolidan caminos neuronales (sinapsis) que tienen su origen en reacciones químicas e impulsos eléctricos, lo que implica aprendizaje de conceptos y su aplicación práctica, descubrimiento, razonamiento y emociones (neuroaprendizaje). Aprendemos cuando nos emocionamos y hacemos.
Poner en el centro de la educación las competencias blandas supone un cambio de paradigma en el contexto y en el docente.
Para implantar un paradigma nuevo hay que borrar el antiguo (la mente humana no puede operar con dos paradigmas a la vez), porque un cambio de paradigma nos modifica el sentido común de todas las cosas. Por consiguiente, si queremos que los alumnos aprendan competencias blandas, los profesores han de tener interiorizadas esas competencias (no basta que conozcan sus conceptos y dispongan de un manual con ejercicios para trabajarlas). Incluso, voy más lejos, al proponer un factor nuevo que conforma una competencia blanda, se trata del desarrollo de la sensibilidad. Para que alguien aprenda a emprender, liderar, o innovar, tiene que ser sensible a sus prácticas, igual que para producir un buen cirujano es necesario que esa persona sea sensible a la curación de personas, esté motivada y ame la profesión.
Tres son los niveles para adquirir competencias blandas (3 categorías).
Nivel 1. Competencias nucleares a partir de las cuales se desarrollan las demás.
Todas las competencias blandas que vamos a enunciar en el Nivel 2 y 3 tienen su base en las siguientes: Aprender a escuchar a las otras personas como diferentes y valiosas con la apertura a que me puedan cambiar, aprender a hacer promesas valiosas y cumplirlas, aprender a pedir y hacer ofertas, aprender a afirmar verazmente y hacer juicios fundados, aprender a hacer declaraciones transformadoras, aprender a dirigirme como punto de partida para dirigir a otros, aprender la impecabilidad en el trabajo (pedir, negociar, acordar, realizar, entregar a tiempo, evaluar), manejar las emociones y estados de ánimo propios y ajenos hasta alcanzar fortaleza emocional, planear de manera flexible.
Para facilitar la enseñanza /aprendizaje de las referidas competencias hemos creado el Modelo 6-9 a partir del cual formamos al personal docente y a los alumnos en nuestros programas con gobiernos, centros educativos y organizaciones.
Sin éstas competencias no se pueden desarrollar las de los Niveles 2 y 3. y además no se aprenden con jueguitos ni teoría, son procesos largos de neuroaprendizaje que requieren la presencia de un entrenador o mentor que las encarna.
Nivel 2. Competencias comúnmente aceptadas en diferentes contextos y enunciadas en las leyes educativas de muchos países, formando parte del entendimiento general, hasta el punto que están siendo manoseadas, desenfocadas y banalizadas: pensamiento crítico, resolución de problemas, colaboración, trabajo en equipo, concentración, comunicación efectiva, capacidad organizativa, flexibilidad, adaptabilidad, iniciativa, autonomía, sociabilidad, interculturalidad, responsabilidad, inteligencia emocional…
Para su desarrollo es necesario haber adquirido las del Nivel 1, igual que un pintor para su crecimiento necesita haber aprendido previamente los fundamentos técnicos de la pintura.
Nivel 3. Es el nivel máximo, se trata de competencias que nos abren a las altas capacidades humanas y la producción de riqueza revolucionaria: visión holística de la realidad, aprender a ver las tendencias, recursividad, aprender a descubrir lo relevante y emergente, aprender a descubrir posibilidades e inventarlas con otros, aprender a convertir las posibilidades en oportunidades, generar relatos poderosos de futuro que den sentido a la vida de la gente, aprender a orquestar la mente de los demás en torno a un propósito, crear alianzas fuertes, crear equipos basados en la inteligencia colectiva.
Si es de tu interés adquirirlas, en nuestro blog dispones de más de 100 artículos para el desarrollo de éstas altas capacidades).
Ahora podrás entender que las competencias blandas, también denominadas como genéricas, competencias claves para el siglo XXI o soft skills, son en realidad las competencias más importantes de nuestro tiempo. En propiedad podríamos decir que son las competencias duras que nos permiten tener éxito en la vida entendido como llevar a cabo de manera satisfactoria nuestros proyectos vitales, convirtiéndonos en personas creativas, sensibles, innovadoras, emprendedoras, comprometidas con el mundo y líderes.
Por eso, su aprendizaje no puede caer en el blandeo y el pasteleo, es tan grande su importancia que con ellas no se puede caer en el riesgo de malograr los esfuerzos por su improvisación o banalización. Su adquisición no es posible realizando un curso, simulando una empresa o teatralizando un mercadillo para vender baratijas. Se trata de un proceso de cultivo de prácticas por largos años contando con un mentor que las domina y encarna. Igual que un herrero no puede formar a un cirujano, una persona que no es maestra en competencias blandas, no puede desarrollar a otra en este dominio (perro no forma a gato).
El desarrollo de programas de entrenamiento en competencias blandas debe basarse en un planteamiento científico y una metodología contrastada, máxime
aún cuando en la cultura de ciertos países, estas competencias no forman parte de su acervo, no están valoradas y en algunos casos son denostadas.
Las competencias relacionadas con la creatividad, la innovación, el emprendimiento, el talento y el liderazgo tienen la misma raíz, son las mismas (Nivel 1). La democratización en su dominio es esencial para construir sociedades más ricas y emprendedoras, en un mundo donde la tendencia es que las personas se conviertan en prosumidoras (productoras y consumidoras de bienes y servicios) y se hagan cargo de su propia existencia, para lo cual debemos aprender a conectar nuestras vidas y profesiones con lo emergente, estando dispuestas a repensarnos, rediseñarnos, refundarnos, resignificarnos y resintonizarnos cada día con el cambio.
La vida, más que un proyecto, es un proceso donde el cambio permanente se encargará cada poco tiempo de destrozar nuestros planes. Más importante que la obsesión por llevar a cabo a toda cuesta nuestro propósito en torno a logros y metas, será entender la vida como una aventura apasionante llena de vicisitudes y posibilidades. La salsa de la vida está en el desarrollo de las competencias que nos ayuden a cambiar con el cambio y sacar partido en cada momento de lo que acontece aprendiendo a ver los problemas en clave de oportunidades.
Para recorrer este camino y crear valor en el trayecto, hay que hacerlo con amor, dedicación, sensibilidad, actitud, valores, nuevos conocimientos y habilidades que nos ayuden a desplegar todo nuestro talento y alcanzar la mejor versión de nosotros mismos.
Adelante!!!