Líderes con visión de futuro y un proyecto a largo plazo de 30 años o más para transformar la vida de su comunidad y conducirla a altos niveles de progreso y bienestar (primer nivel). Líderes con un programa electoral para 4 años que aspiran a dejar una buena gestión y no tienen una visión de futuro (segundo nivel). Líderes con un programa inconcreto, atemporal e irrealizable dirigido a lo que la gente quiere escuchar aprovechando el desafecto a la política (tercer nivel). Líderes sin programa que se valen del desconcierto total para captar a gente desencantada en torno a un puñado de proclamas (cuarto nivel). Los primeros dejan un legado, los segundos entregan una buena hoja de servicios, los terceros destruyen lo hecho, y los cuartos rompen el sistema.
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El relato subliminal de la ultraderecha y el fascismo y sus mecanismos para asaltar el poder.
La ultraderecha y el fascismo hablan en clave de riqueza e identidad y la izquierda en clave de pobreza.
A la mayoría de las personas nos gusta que nos hablen y regalen el oído como si fuéramos ricos y especiales porque aunque sepamos que no lo somos, esa fantasía nos seduce. Que se nos considere miembros de un selecto club. Nos gusta que nos cuenten cuentos que nos saquen del anonimato, en los que nos convertimos en protagonistas por el simple hecho identitario de pertenecer a un determinado país, religión, raza o creencia. Aunque sean fantasías delirantes, esas historias calan con rapidez en nuestras mentes perezosas que prefieren adoptar y repetir mantras y consignas antes que pensar. Y cuando se cuentan millones de veces, las interiorizamos y normalizamos, terminando por elevarlas a categoría de verdad, escuchando solo aquellos mensajes que las refuerzan y rechazando los que las contradicen.
Sigue leyendo¿Cómo el ultraliberalismo y la derecha han logrado arrebatar a la izquierda las palabras libertad, igualdad y solidaridad?
Las 4 fases de la decadencia de los altos cargos y líderes fallidos.
Del síndrome del impostor a la muerte por soberbia.
Te voy a mostrar la crónica de la muerte anunciada de muchas personas cuando ascienden o acceden a un cargo (por si alguna vez te nombran algo y quieres salir indemne): La primera fase ocurre cuando uno piensa que no está a la altura de su nuevo cargo o responsabilidad (síndrome del impostor). La segunda cuando se intenta aniquilar a quien destaca y le puede hacer sombra (síndrome de Procusto). La tercera, al creerse el mejor (síndrome del mal de altura). Y finalmente, lo inevitable, la muerte por soberbia y la pérdida total de la reputación. Estas cuatro son las fases que marcan la corta vida de muchos políticos, cargos, profesionales y líderes fallidos. ¡Vamos a verlo!
La izquierda ante el desafío de reformular su utopía.
La fuerza de la izquierda ha sido siempre el monopolio de la utopía, una batalla que ha perdido frente a la utopía liberal y el empuje del nacionalismo. La cuestión ahora es si la izquierda será capaz de construir una propuesta renovada que la reconecte con el sentir y emociones de la gente o continuará su declive.
La utopía es por antonomasia el patrimonio de la izquierda en torno a la promesa de un mundo mejor. El manejo de la fuerza de la emoción para alcanzar un futuro ideal superador de un presente lleno de penalidades, un paraíso terrenal que nos librara de las miserias para lograr una sociedad de personas, libres, iguales y solidarias.