El autopermiso es la llave con la que nos abrimos o cerramos a las posibilidades, condicionando nuestros resultados y el valor o desperdicio que producimos en la vida. Como norma general es mejor pedir pedir perdón que permiso.
Desde que era niño dividí mi pequeño mundo en dos tipos de personas: las que se daban permiso para hacer cosas y la inmensa mayoría que para actuar necesitábamos la aprobación de otros. Intuí que de este factor dependía el éxito o el fracaso personal (y no me equivoqué), pero no alcanzaba a descifrar el secreto donde residía este principio que separaba el mundo en personas con autonomía y sin autonomía. Ahora que conozco su alcance y funcionamiento, voy a compartirlo contigo.
