Si los gobiernos, los parlamentos, los medios de comunicación, las organizaciones empresariales y sociales fueran conscientes de la revolución tecnológica que se está gestando, se dejarían de un lado las discusiones bizantinas en las que estamos inmersos y nos centraríamos en lo importante, es decir, en cómo sacamos partido a las enormes posibilidades que se abren en lugar de instalarnos en la queja y la crítica improductiva. Más allá del efecto mediático de la aparición de ChatGPT, la Inteligencia Artificial y la constelación de tecnologías que están surgiendo de la convergencia tecnológica NBIC van a cambiar nuestro mundo en los próximos años, impactando en todas nuestras actividades. Por ese motivo, Extremadura podría significarse en el nuevo escenario y jugar un papel relevante, como ya lo hizo en los inicios de la revolución de la Sociedad de la Información.
En este momento, más importante que la fascinación que produce una tecnología en pañales que inaugura la irrupción de la Inteligencia Artificial y su popularización entre el gran público, es crear las condiciones para aprovechar sus ventajas en la educación, el empleo, la salud, el ocio, la agricultura, la ganadería y resto de nuestras actividades. En esta senda, es muy importante que como región nos hagamos estas preguntas: ¿Quiénes somos? ¿En qué queremos convertirnos? ¿Qué podemos ofrecer al mundo? ¿Cuál es el valor diferencial que nos distingue y nos permite ser atractivos a ojos de los demás?
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