¿Qué harás cuando la Inteligencia Artificial te quite tu empleo?

RESUMEN DEL ARTÍCULO

Hay una pregunta que cada vez cuesta más esquivar: ¿qué harás cuando pierdas tu empleo? La respuesta ya no puede separarse de una realidad incontestable: la Inteligencia Artificial está transformando el trabajo, las profesiones y la forma en que imaginamos nuestro futuro. No es un acontecimiento lejano ni una amenaza abstracta; es una fuerza que ya está reorganizando la economía y la vida cotidiana.

Hace años que mantengo esta conversación con mis hijas. No desde el miedo, sino desde la responsabilidad. Porque educar hoy ya no consiste en elegir una carrera “segura”, sino en aprender a convivir con la Inteligencia Artificial, a adaptarse, a reinventarse y a crear valor en un entorno que cambia a gran velocidad. El tsunami se ve venir; aún estamos a tiempo de coger una tabla y aprender a surfearlo.

Habrá menos empleos tradicionales, pero mucho trabajo por hacer. La Inteligencia Artificial puede liberar tiempo, talento y creatividad como nunca antes, si sabemos utilizarla a nuestro favor. Para ello, es clave un plan en tres pasos: incorporar la IA a lo que hoy hacemos, construir una ventaja competitiva creando valor con ella y, finalmente, atrevernos a crear valor por nuestra cuenta.

Ante la inacción colectiva, nos toca actuar. Preguntarnos: ¿qué está ocurriendo realmente con la tecnología?, ¿cómo me afecta?, ¿qué debo aprender?, ¿qué valor puedo aportar?, ¿qué oferta puedo ser para los demás?, ¿cómo convertir ese valor en ingresos o en bienestar?

El futuro no está escrito. Está esperando a que lo construyamos.

Adelante!!!

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Cómo se genera  la energía que decide unas elecciones

RESUMEN DEL ARTÍCULO

Existe un termómetro infalible para predecir el éxito electoral que no tiene nada que ver con las encuestas ni el cálculo racional: la energía emocional que se respira en los actos públicos. La política se decide en el territorio invisible del deseo, y en ese ecosistema, quien logra elevar las expectativas gana por goleada a quien solo se centra en cubrir las necesidades básicas.

Vivimos un cambio de época impulsado por disrupciones tecnológicas y crisis sísmicas que reconfiguran la arquitectura emocional de la sociedad. En este tránsito, los partidos tradicionales cometen un error histórico: siguen hablando el lenguaje de la escasez y la gestión burocrática («el pan»), mientras la ciudadanía, angustiada pero deseosa, busca desesperadamente un sentido («el futuro»). Aquí es donde la ultraderecha y los populismos encuentran su autopista hacia el poder: llenan el vacío con relatos de abundancia, fantasías de identidad y enemigos culpables, convirtiendo la frustración en combustible político.

Los seres humanos no somos criaturas racionales, sino animales emocionales que racionalizan lo que sienten. Podemos soportar la pobreza, pero no la falta de horizonte. Mientras las fuerzas democráticas se limitan a administrar lo existente con un discurso asistencial que no inspira, sus adversarios despliegan una «reprogramación global de expectativas» basada en ilusiones que, aunque falaces, movilizan y generan adhesiones inquebrantables.

La conclusión es una alerta roja: si la política democrática no recupera su alma y empieza a articular un proyecto de futuro que emocione, movilice y devuelva el propósito a la vida de la gente, entregará el destino de la sociedad a los traficantes de ilusiones. Aún estamos a tiempo de construir un relato que reivindique la grandeza de lo posible frente a la facilidad de lo destructivo, pero el reloj corre.

Adelante!!!

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El sueño de vencer a la muerte con la Inteligencia Artificial

RESUMEN DEL ARTÍCULO 

La humanidad ha perseguido desde sus orígenes la posibilidad de escapar a la muerte y rivalizar en poderes con dioses y divinidades. Ese sueño, presente en epopeyas y mitologías, empieza hoy a ser un campo de trabajo de la ciencia gracias a la convergencia entre Inteligencia Artificial, biotecnología y medicina. Lo que durante milenios fue fantasía —alargar la vida, retrasar el deterioro, rejuvenecer el cuerpo— se ha convertido en una línea de investigación que avanza a gran velocidad.

El impulso procede, en parte, de los gigantes tecnológicos. Sam Altman, Peter Thiel, Jeff Bezos, Larry Page o Larry Ellison están invirtiendo miles de millones en proyectos que buscan añadir años de vida saludable, revertir procesos celulares o incluso preservar el cuerpo para un futuro resurgimiento. No se trata de excentricidades, sino de un nuevo campo científico que entiende el envejecimiento como un proceso reversible. La IA acelera descubrimientos, diseña fármacos, predice estructuras biológicas y abre escenarios que antes eran impensables.

Al mismo tiempo, los avances actuales son reales y verificables: reprogramación celular parcial, eliminación de células senescentes, gemelos digitales del organismo, terapias regenerativas y modelos de IA capaces de anticipar enfermedades antes de que aparezcan. La pregunta ya no es si podremos vivir más, sino cuánto más y en qué condiciones éticas, sociales y políticas.

Mirando a 2030, 2040 o 2050, no es descabellado pensar en una humanidad que supere los 120 años con buena salud. Incluso las hipótesis más audaces —órganos aumentados, nanorobots reparadores, preservación de memoria e identidad— empiezan a discutirse sin rubor en los círculos científicos y empresariales.

Los primeros seres superlongevos ya han nacido. Y quizá, sin saberlo, los primeros candidatos a una vida que desafíe lo que siempre dimos por imposible.

Adelante!!!

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Cómo conectar con la fibra sensible del electorado

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¿Por qué algunas personas olvidan sus principios y votan contra sus intereses? ¿Y por qué otras hacen exactamente lo contrario: sacrifican sus intereses para ser fieles a sus principios? La respuesta está en la dimensión emocional desde la que vivimos y decidimos.

Con el tiempo entendemos que estamos hechos de tres materiales: lo aburrido, lo vibrante y lo divino. Según cuál domine, nos volvemos personas vulgares, brillantes o elevadas. Y, naturalmente, nos sentimos atraídos por quienes despiertan en nosotros lo emocionante y lo selecto. Los griegos lo sabían bien y llamaron a estas formas de habitar el tiempo CronosKairós y Aión: lo anodino, lo vibrante y lo trascendente.

El mecanismo es sencillo: al escuchar a alguien, nuestra mente decide en segundos si lo que oímos nos empequeñece o nos eleva. Buscamos ideas audaces, selectas, capaces de sacarnos del gris de Cronos para llevarnos a la vibración de Kairós y, cuando es posible, a la plenitud de Aión. Por eso conectamos con quienes inspiran y nos alejamos de quienes nos empequeñecen.

En política sucede igual. Todos vivimos atrapados en lo prosaico —trabajo, tareas anodinas, preocupaciones—, pero seguimos necesitando a quien nos haga vibrar, a quien convoque a lo épico y nos invite a una aventura colectiva. Por eso las propuestas electorales deben abrir paso a un proyecto más grande: un propósito que dé sentido a la vida de la gente.

La política fracasa cuando olvida que las sociedades no mueren por falta de recursos, sino por falta de sentido. Y hoy, más que nunca, un milímetro de visión y vibración basta para inclinar la balanza.

Adelante!!!

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