
RESUMEN DEL ARTÍCULO
Las ideas no cambian el mundo por su carga intelectual, sino por su capacidad para generar esperanza. En cada crisis, algunos liderazgos han sabido transformar el miedo en propósito y el escepticismo en acción. Roosevelt lo entendió al declarar “a lo único que debemos temer es al miedo mismo”, preludio de un Nuevo Pacto que devolvió control y dignidad. En la posguerra, Beveridge convirtió la caridad en derecho al identificar a los “Cinco Gigantes” y cimentar la seguridad social. Martin Luther King elevó la política a horizonte moral con su “Tengo un sueño”, demostrando que la igualdad se conquista primero en la emoción. Gandhi, Mandela y Deng rompieron fronteras emocionales distintas —miedo, odio, culpa— para abrir caminos de libertad, reconciliación y prosperidad. En Brasil, Lula hizo de Hambre Ceroy Bolsa Familia una marca de dignidad visible para quienes habían sido invisibles.
Hoy encaramos la mayor revolución tecnológica de la historia: la Inteligencia Artificial. No basta regular ni administrar; necesitamos una arquitectura emocional del futuro que una razón e innovación con justicia y sentido. Un nuevo contrato social debe asegurar seguridad económica, propósito y libertad humana ampliada. La política debe recuperar su dimensión poética para enfrentar los grandes desafíos de nuestro tiempo(el miedo, la exclusión, la irrelevancia), convocar un “nosotros” y ofrecer un camino nuevo.
Cuando me preguntaron hace unos años qué eslogan elegiría, respondí sin dudar: “Adelante”. Porque este tiempo oscila entre los que miran “atrás” y “adelante”. Pero con el eslogan, por sí solo, no basta: hace falta fe compartida y proyecto de futuro. Las sociedades no mueren por falta de recursos, sino por falta de sentido. La tarea es clara: resignificar la política y escribir juntos la próxima gran propuesta política para la nueva era de la Inteligencia Artificial.
Adelante!!!
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