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La realidad volátil. 25 ideas para vivir y sacar partido a un mundo en cambio.

Bauman acuñó el término realidad líquida para referirse a un mundo imprevisible y en cambio que desbordaba a otro previsible y sólido, pero la aceleración histórica es tan grande que ese concepto ha quedado obsoleto en pocos años, la velocidad vertiginosa nos ha traído un mundo volátil que rompe los esquemas materiales, espaciales y temporales. Ante esta nueva realidad la cuestión es, ¿qué estrategia seguir? ¿Cómo proceder y actuar?

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20 claves para vivir en la nueva era que se inicia en 2021 (el VIRTUCENO).

2021 marca el inicio de una nueva época donde la mayor parte de las personas sentimos que nuestro mundo se acaba, y con él, nuestras organizaciones, nuestras empresas, nuestros empleos, nuestras certezas… mientras se abre ante nosotros un futuro completamente inédito, un mundo desconocido y a la vez lleno de posibilidades (aunque aún no seamos capaces de verlas).

El estado de ánimo con el que lo enfrentamos es de zozobra y de incertidumbre, una desazón en toda regla ante la sensación de que nuestras formas de vivir, trabajar y ganarnos la vida tocan a su fin. El sentimiento más común que tenemos es: “en lo que está ocurriendo no veo posibilidades para mí”, una emoción que de prolongarse puede sumirnos en el desconcierto, la desconfianza, la resignación y el resentimiento ante la sensación de que la seguridad y la certeza se acaban.

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El reto de la digitalización ¿Estamos preparados para abordarlo?

La crisis del coronavirus está acelerando la digitalización de la economía, el trabajo y la vida, un viaje sin retorno que no va a ser un camino fácil porque para abordarla necesitamos un cambio de mentalidad y de prácticas, una transformación cultural en toda regla.

La inversión en digitalización va a ser cuantiosa en los próximos años. España, por ejemplo, va a recibir decenas de miles de millones de euros que le pueden servir para transformar su economía, pero para hacerlo debemos entender qué es la digitalización y poner bien sus cimientos. ¿Podremos lograrlo? De momento estamos cometiendo muchos errores de bulto.

De todas las realidades de nuestro mundo físico (trabajo, ocio, productos, servicios, actividades…), vamos a construir réplicas virtuales de ceros y unos. Para hacerlo nos vamos a ayudar de las tecnologías disruptivas que nos trae la Cuarta Revolución Industrial (big data, algoritmos, blockchain, inteligencia artificial, realidad aumentada, robótica, fabricación aditiva…). Pero dar el salto del mundo analógico al digital no solo es cuestión de tecnología, precisa del desarrollo de nuevas habilidades que no son tecnológicas (soft skills) y que tienen que ver con nuestra capacidad para crear posibilidades con otros, innovar, trabajar en equipo, emprender y liderar. La curva de aprendizaje y la implantación de las competencias digitales es rápida, frente a las soft skills, cuyo desarrollo es más complejo y difícil. 

No es posible una transformación digital con individuos y organizaciones de mente analógica.

No puede haber administración digital con funcionarios analógicos, por muchas tecnologías y aparatos que manejen.

No es factible tener empresas digitales con un modelo de gestión tradicional de liderazgo vertical y gerentes-capataces, por muchas tecnologías disruptivas que apliquemos.

No es posible acceder a las formas de producir riqueza revolucionaria con las tecnologías de la Cuarta Revolución Industrial desde un sistema educativo que reproduce mentes analógicas (personas que memorizan y repiten), pues dichas funciones son las primeras en ser digitalizadas.

No puede haber ciudadanía digital si no poseen habilidades para crear valor con la tecnología; no basta con ser usuarios, hay que saber crear economía (nuevos productos y servicios) con ella.

Toda revolución tecnológica y productiva se sustenta en un cambio de paradigma que obliga a las personas y organizaciones a acomodarse a sus nuevas reglas, quienes no se adaptan, tarde o temprano terminan desapareciendo o convirtiéndose en irrelevantes o marginales. En plena transformación digital, nuestras mentes siguen siendo analógicas, y esto nos va a traer muchos problemas.

Aprender de los errores del pasado y poner los cimientos para crear riqueza revolucionaria.

Países como España van a disponer de una oportunidad histórica para transformar su economía y modelo productivo en los próximos tres años, una emergencia positiva que trae el coronavirus; la cuestión es si tendremos el diagnóstico correcto y el plan adecuado para hacerlo.

La revolución digital y sus ventajas en cuanto a disminución de costes, aumento de la productividad y creación de riqueza, no se materializa con el simple hecho de inyectar capital y tecnología. Necesitamos un plan para aprender nuevas competencias, y además hacerlo de forma rápida y práctica. No podemos caer en los errores del pasado, como cuando pensamos que la revolución de las Tecnologías de la Información y la Comunicación y la modernización de la educación pasaba por llenar las aulas de ordenadores conectados a Internet, sin darnos cuenta que los profesores eran analógicos; y parece que vamos encaminados a tropezar en la misma piedra.

La clave no es incorporar tecnología para seguir haciendo las mismas cosas y con el mismo propósito, sino tener una visión de futuro y un plan para transformar el mundo con esa tecnología.

Si no somos conscientes de que, para enfrentar la digitalización e incorporarnos a la Cuarta Revolución Industrial, partimos de una Administración del siglo XIX, un sistema educativo que amenaza ruina y un modelo de gerencia empresarial obsoleto, lo vamos a pasar muy mal, por muchas decenas de millones de euros que se inviertan en big data, blockchain, machine learning, realidad aumentada…

La propia Comisión Europea (que ya conoce nuestros defectos), duda si seremos capaces de absorber la financiación y utilizarla eficientemente, pues sabe que nuestras administraciones públicas son un mastodonte analógico que, aunque cuenta con ordenadores y otros medios tecnológicos, es una máquina arcaica e ineficiente.

Para abordar la digitalización, nuestros cuadros directivos, administraciones, empresas, trabajadores, profesores, estudiantes y ciudadanos en general, tienen que aprender a descubrir nuevas posibilidades, a hacer ofertas valiosas para los clientes, a colaborar, a crear equipos, a trabajar juntos… a navegar en la incertidumbre, a ser sensibles al cambio, a ser flexibles, a explorar las tendencias del consumo, los escenarios económicos, etc. Y todo esto en un mundo globalizado donde la competencia es atroz y despiadada.

Si quieres dar el salto a la digitalización sobre cimientos firmes, podemos ayudarte.
Trabajando en el diseño de una estrategia y un plan, desarrollando habilidades directivas y para el emprendimiento con los equipos de dirección y los trabajadores, entrenando en la identificación y creación de posibilidades, inventando nuevas ofertas para los clientes… definiendo las tecnologías necesarias para la transformación digital y enseñando a los trabajadores a crear valor con ellas.

No hay tiempo que perder.

Adelante!!!

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Enviado desde mi iPhone

Virtuceno. La época sin lugar ni tiempo.

Ayer tuve una conferencia en Mérida, luego una reunión de trabajo en  Honduras y otra en Suecia. Al final de la tarde me di cuenta que me había convertido en un ser ubicuo, pues mientras estaba reunido y trabajando en “esos lugares”, a su vez, estaba presente y haciendo cosas de manera síncrona con otras personas en Cáceres y Estelí (Nicaragua). Y cuando digo haciendo cosas, me estoy refiriendo a la producción de bienes y servicios, así como a la coordinación de acciones para lograrlo (gestión de compromisos, pedidos y ofertas). Estoy hablando de trabajar y producir juntos, no me estoy refiriendo a hablar con otras personas por las redes sociales (lenguajear), sino a trabajar y crear cosas materiales y valor con otros. ¡Y todo sin moverme del sillón!

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