Paradigma educativo, currículo y crisis de las carreras.

Mejorar la educación supone conocer y plantearse las bases del paradigma educativo, actuando desde el diseño del currículo. Nuestras carreras (grados) van a sufrir una severa transformación en los próximos años y es necesario su rediseño para ayudar al desarrollo de los futuros profesionales de nuestros jóvenes.

paradigma-crisis

Cuando analizamos la educación solemos dejar por sentado que los pilares en los que se sustenta el sistema son sólidos (paradigma y currículo), o simplemente pensamos que son así porque «así han sido siempre». Por tanto, el margen posible para hacer los cambios lo autolimitamos a cuestiones menos trascendentes. El resultado es que el sistema mantiene en el tiempo una ordenación del mundo que perpetúa y reproduce un modelo social y económico de hondas reminiscencias medievales (religiosas, estamentales), ilustradas y de la Revolución industrial. Aunque parezca una anacronía, nuestra educación no ha evolucionado tanto desde el Trivium y  el Quadrivium (Boecio y Casiodoro).

La consecuencia es que los alumnos al terminar sus estudios no salen preparados para desarrollarse personal y profesionalmente en el mundo actual.

1. Podemos y debemos remover los cimientos del sistema educativo (paradigma).

Nuestros sistemas educativos responden al mantenimiento de un paradigma social y económico.

Los gobiernos, los partidos políticos y la sociedad andan enredados en las escaramuzas menores de la educación: número de exámenes, ponderación de asignaturas… Una trampa y un engañabobos del establishment  para que todo siga igual. De esta forma se propicia la continuidad del statu quo que se sustenta y reproduce en el modelo educativo.

He de reconocer la capacidad estratégica secular de los ideólogos del conservadurismo para ganar todas las batallas educativas al progresismo, y además la habilidad para conseguir que los perdedores se sientan vencedores de pequeñas batallitas intrascendentes. El perfecto timo de la estampita que se repite década tras década.

El conservadurismo se opuso radicalmente a la formación universal, luego al acceso masivo de las clases populares a la educación superior. Como la inercia de los tiempos era imparable, trabajó denodadamente para devaluar la educación pública, dejando abierto el camino a la educación de calidad sólo a las élites, que son las que finalmente mueven los hilos del poder entre bambalinas y nos diseñan el mundo.

La consecuencia es que nuestra educación inhabilita al individuo para ser artífice y constructor de su mundo, a crear, innovar, emprender, liderar… Por el contrario, produce personas obedientes, sin capacidad crítica ni ambición que se manejan en códigos restringidos (Bernstein)… Reproduce un estándar de ser humano para el desarrollo de tareas repetitivas destinado a la cadena de producción, la administración y el ejército (modelo taylorista y escuela prusiana).

El primer paso para producir un cambio significativo en la educación convoca a buscar un consenso en torno a las preguntas: ¿qué modelo de ser humano queremos? ¿Queremos ciudadanos autónomos, libres, críticos, empáticos, solidarios…? A partir de aquí será más fácil definir cómo lo hacemos, con qué tecnología, qué tenemos que enseñar… El problema es que el  establishment ha desviado el foco de estas cuestiones y nos ha acotado el espacio de juego a lo superfluo (nos tienen entretenidos).

Los gobiernos, que son los máximos responsables de propiciar el cambio educativo, no tienen la visión, ni el coraje, ni la voluntad, ni el sentido de la responsabilidad para hacerlo.

2. Debemos intervenir en el rediseño del currículo educativo.

¿Quién elabora los currículos? ¿A quién debemos confiar la responsabilidad de confeccionar los currículos educativos?  Siempre tuve aversión a las croquetas de los restaurantes porque dudaba de la calidad de los ingredientes, su manipulación y fecha de caducidad. Es el mismo sentimiento que tengo hacia los currículos educativos.

El currículo es el proyecto donde se concretan las concepciones ideológicas, socioantropológicas, epistemológicas, pedagógicas y psicológicas, para determinar los objetivos de la educación escolar, es decir, los aspectos del desarrollo y de la incorporación de la cultura que la escuela trata de promover a través de un plan de acción adecuado para la consecución de estos objetivos. También abarca la dinámica de su realización: ¿Qué enseñar? ¿Cómo enseñar? ¿Cuándo enseñar? ¿Qué, cómo y cuándo evaluar? El currículo permite planificar las actividades académicas de forma general; luego se desarrolla a través de planes y programas, elección de contenidos, disposición de los mismos, necesidades de la sociedad y tecnología disponible.

El currículo responde al paradigma de la institución que lo desarrolla, para «fabricar» un modelo de ciudadano que obedece a unos estándares prefijados dentro de la concepción de un orden de cosas que nadie osa enfrentar, como si fueran inamovibles. Y ese modelo no atiende a principios básicos como la justicia o la libertad.

Pese a los desastrosos resultados de la educación, casi nadie se plantea la labor de los encargados de elaborar los currículos (en ellos reside el diseño de nuestro mundo), habiendo más que sobrados motivos para ponerlos en tela de juicio, en un asunto donde nos estamos jugando el futuro: ¿Quién diseña el currículo de tus hijos? ¿Desde qué concepción del mundo? ¿Cómo lo hace? ¿Con qué propósito? ¿Con qué principios? ¿Sobre qué escenario de futuro? ¿Para qué salidas laborales? …

3. No podemos confiar el futuro de nuestros hijos a desconocidos, al menos sin saber sus intenciones y sus planes.

Nadie puede saber qué profesiones habrá dentro de 10 años y cuáles habrán desaparecido. Por eso no podemos pedir a quienes  fabrican los currículos y empaquetan nuestras carreras que adivinen los trabajos del futuro, incluso se agradecería que reconocieran su incapacidad para hacerlo.

Como ejercicio es importante realizar una prospectiva, analizando las tendencias y proponiendo diversos escenarios de futuro, nos puede servir de base para trazar una hoja de ruta básica.

Lo que está claro y constatado en la actualidad es que los alumnos que están en el sistema educativo siguiendo los itinerarios curriculares oficiales, se dirigen a un callejón sin salida.

No sabemos qué conocimientos técnico-profesionales necesitarán los trabajadores del futuro (competencias específicas), lo que sí es seguro que necesitarán unas competencias genéricas que ya sabemos cuáles son y aunque aparecen mencionadas en las leyes educativas, no se trabajan correctamente en el aula.

Desde Emprendedorex hemos realizado un trabajo de organización, sistematización y generación de recursos para que las competencias genéricas puedan ser enseñadas por los docentes y aprendidas por los alumnos.

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Desde el mismo ejercicio de prospectiva sobre las tendencias del trabajo, sus formas y organización, también podemos intuir un incremento paulatino del empleo por cuenta propia. No sabemos cuál será el ordenamiento legal del trabajo y sus reglas, pero lo que sí es seguro que deberemos aprender a ser más creativos, innovadores, colaboradores, autónomos… En definitiva, prepararnos para inventar nuestro propio trabajo (emprender-liderar).

4. El futuro de las carreras.

En el mundo de los productos y servicios personalizados, en una economía de prosumidores (Alvin Toffler), nos dirigimos desde modelos educativos que han evolucionado muy poco en el tiempo, a modelos personalizados en los que el sujeto que aprende, produce su propio itinerario curricular y su programa formativo «a la carta».

En la realidad actual, es inviable que nuestras universidades sigan manteniendo el currículum de boletín oficial. Como propone Rodríguez de las Heras, el alumno tiene que poder construir su perfil en función de los contenidos que más le interesan.

A no ser que el sistema educativo reaccione, pronto se producirá una deserción de estudiantes de todos los niveles hacia otras ofertas y programas fuera del ámbito académico. A medida que el papel en circulación (certificados oficiales) vaya perdiendo todo su valor.

La nueva estructura de los estudios superiores, y me atrevo a decir también que de los otros niveles, irán abandonando los formatos empaquetados en los que se ofrecen los grados y posgrados, y adquirirán formatos modulares y flexibles donde el alumno empaquetará sus propios estudios intercalando universidades, espacios de aprendizaje, formatos (acciones presenciales, online, MOOC…).

En definitiva, estamos al borde de una profunda transformación de las carreras, cuya configuración final desconocemos, pero algunos de cuyos rasgos generales podemos vislumbrar:

  • Los alumnos podrán diseñar su carrera «a la carta» en función de su proyecto vital, profesional, trabajo específico que quieran desarrollar, profesión que quieran inventar (programas abiertos, personalizados, interdisciplinares). El diseño dependerá de lo que el alumno tenga in mente, de su plan, algo así como la visión previa de un puzzle.
  • Los alumnos tendrán que identificar lo que necesitan aprender y experimentar para componer la imagen del puzzle, necesitarán buscar por separado las piezas que se encuentran dispersas en universidades, organizaciones, contextos, dispositivos y espacios diferentes. De ahí surgirán servicios especializados que ayuden a componer esos itinerarios al alumno.
  • Surgirán espacios de aprendizaje – acción (comunidades de aprendizaje y de proyectos) para armar y trabajar sobre proyectos compartidos que se materialicen en iniciativas empeendedoras. Los alumnos contribuirán a crear su propio conocimiento en torno a equipos con diversos nodos e interconexiones de disciplinas y conocimientos.

Te parecerá poco convencional, una de mis hijas cursa el grado de psicología en una universidad por voluntad propia, yo le aconsejé que no lo hiciera, que optara por elaborar «a la carta» su plan de estudios, reconozco que no tuve éxito, pero no me rindo. También estoy trabajando concienzudamente para que mi otra hija, que pronto terminará los estudios secundarios, opte por diseñar su proyecto vital fuera de los itinerarios convencionales de la universidad, no sé qué suerte correré, prometo contarlo.

Creo firmemente que el sistema educativo actual caerá por su propio  peso debido a la podredumbre de sus raíces, lo malo es que tarde mucho. Por eso es necesaria una acción coordinada arriba-abajo y abajo-arriba. Cada uno de nosotros (padres, madres, profesores, alumnos, centros educativos…) tenemos una responsabilidad y podemos jugar un papel muy importante desde nuestra acción diaria y el desarrollo de iniciativas conjuntas que aglutinen nuestras energías.

Adelante!!!

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11 comentarios en “Paradigma educativo, currículo y crisis de las carreras.

  1. Julio M. Quintana Salcedo

    Muy interesante, coincidimos en muchos aspectos contemplados en este tema. Efectivamente estamos en esa preocupación de contar con currículos que facilite el trabajo de los docentes y que permita desarrollar aprendizajes en nuestros estudiantes de acuerdo a los avances y exigencias actuales.
    Los hacemos con la participación y opinión de profesionales que están inmersos en la actividad laboral y saben del perfil que se requiere para ser un profesional exitoso.

    Responder
  2. Juan Carlos Casco

    Efectivamente Julio, pese a tener claridad en este asunto y conocer las competencias necesarias para garantizar el éxito personal y profesional, el sistema parece hacer todo lo posible para que éstas no formen parte del currículo.

    Gracias por tu aporte!

    Responder
  3. María Estela

    Muy interesante tus planteamiento, me arriesgo a más, los docentes debemos reinventarnos, no es suficiente cambiar el currículum. Las carreras son solo esquemas, sin la participación activa de los docentes y estudiantes. Me parece que en este mundo descartable a veces se nos olvidan las utopías y la pasión por vivir, por educar, por aprender.

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