Los valores de la Marca de los PUEBLOS DE LOS 5 MINUTOS.

Una nueva forma de concebir el hábitat humano.

El mundo rural nos provee de las materias primas y bienes más necesarios para vivir: agua, alimentos, energía, naturaleza. También de los elementos que agregan calidad a la vida: tranquilidad, seguridad, salud, equilibrio emocional, espacios naturales cuidados. Nos ofrece fuentes de capital para crear actividad económica y riqueza acorde a las nuevas tendencias de los consumidores (capital natural, capital cultural, destinos slow, economía de la experiencia). Sus diferentes esferas y dominios (estético, intelectual, emocional) tienen el poder de crear atmósferas cálidas y experiencias sin límite que involucran los cinco sentidos. Y lo más importante, nos devuelve el control sobre el espacio y el dominio del tiempo para decidir qué hacer con él. 

Los ideales de vida se diseñan desde la ciudad ocultando las ventajas del mundo rural.

Sin embargo, el marketing y el relato sobre los ideales de vida que rigen el mundo se crean en las ciudades invisibilizando las ventajas y oportunidades que ofrecen los pueblos. Las tendencias, las modas y los mensajes sobre lo bueno y lo malo, lo bello y lo feo o lo deseable e indeseable se generan en clave urbana. Por eso no vemos el mundo urbano como es sino con las gafas de los urbanitas.

Y de esta forma se forjan unos ideales de vida que están construidos en torno a los principios de la concentración, la agitación y la velocidad que nada tienen que ver con una buena vida. Pero, en definitiva, es la consecuencia de un relato y una propaganda bien elaborada que ha secuestrado nuestras mentes, propensiones de compra y raciocinio. 

De esta manera nos encaminamos a un proceso civilizatorio que lleva a la despoblación del territorio y la concentración en megalópolis. Todo lo cual es la prueba de que el ser humano no es un ser racional a la hora de decidir donde vivir, sino que se guía por el relato y la moda dominantes.

Repensar, resignificar y rediseñar el hábitat humano.

El marketing urbano ha llevado a la hegemonía total de la ciudad, y con ello a los desequilibrios territoriales, la profundización de la crisis climática o la afectación de la salud (ansiedad, depresión, soledad). Una sociedad que necesita tiempo, tranquilidad, conexión con la naturaleza o vida saludable, es totalmente ciega a que esos valores están en los pueblos.

Si la civilización quiere recuperar sus equilibrios, necesita volver sobre sus pasos y replantearse el hábitat humano, abandonando la lógica actual de ocupación de un territorio caracterizada por la presencia de enormes desiertos demográficos jalonados por oasis distantes entre sí (grandes ciudades). 

Frente a esto hay que concebir la distribución del espacio en torno a una malla multinodal donde los pueblos alcanzan un nuevo protagonismo como reservorios y ofertores de productos y servicios esenciales para garantizar un grado elevado de calidad de vida que la ciudad no puede ofrecer. Se trata de encajar los pueblos en la ecuación de una nueva ordenación del territorio, no como meros abastecedores de las ciudades que dictaba el paradigma desarrollista de la Era Industrial.

El mundo rural  ha de erigirse en protagonista de su destino.

El mundo rural y sus pueblos, no pueden esperar a que las ciudades los pongan en valor, porque eso no ocurrirá nunca. De una vez por todas tienen que alcanzar su mayoría de edad y ser ellos quienes reinventen su marca y propongan un nuevo modelo de relación urbano-rural, abandonando su secular espíritu de resignación y queja. De esta manera, el mundo rural ha de plantear el nuevo hábitat humano como una red difusa de pueblos capaces de frenar la progresión del desierto demográfico que aparece entre las grandes ciudades, ofreciendo sus atributos, oportunidades y recursos como destino de vida, trabajo y disfrute; mostrando todos sus capitales con sus mejores galas y devolviendo a las personas el control sobre su espacio vital y la disposición para hacer uso de su propio tiempo que nunca deberían haber perdido.

La gestión del espacio y el tiempo es el principal capital y valor de la marca de los pueblos de los 5 minutos.

Igual que el mundo urbano ha logrado crear la fantasía del buen vivir en la ciudad en torno a la velocidad, la concentración y la agitación, el mundo rural ha de elaborar su propio relato y mensajes desde el reclamo de los principales activos que atesora. Y los dos principales son el dominio del espacio y el tiempo. Los pueblos poseen el mayor banco de capital de tiempo (el recurso más valioso en el mundo actual).

Los factores que más condicionan la calidad de vida están relacionados con los espacios que tenemos que recorrer cada día y los tiempos que empleamos para acceder al trabajo, la salud, la educación, las compras, el ocio, la cultura… Cuanto menores sean las distancias y más cortos sean los tiempos, mayor será nuestro capital de tiempo para dedicarlo a lo que queremos.

La nueva apropiación del tiempo que nos proporcionan los pueblos de los 5 minutos (Cronos, Kairós y Aión).

Todos malgastamos nuestro tiempo en acumular bienes y cuando los atesoramos queremos emplearlos en comprar el tiempo que derrochamos en conseguirlos, entonces experimentamos la frustración al ver que la fantasía que nos vendió la ciudad era falsa y sentimos que el destino se burló de nosotros. El uso y consumo que hacemos del tiempo empleado en recorrer los espacios para acceder a lo que necesitamos cada día determina nuestro grado de satisfacción y calidad de vida. 

Los antiguos griegos distinguían tres tipos de tiempo, en torno a los cuales consagraron tres deidades (Cronos, Kairós y Aión). Cronos representa al tiempo anodino que hace referencia al reloj y el calendario, Kairós es el tiempo vibrante de la emoción y la creatividad y Aión es el de la conexión con lo divino, lo eterno, la espiritualidad.

Para vivir, los seres humanos necesitamos un equilibrio entre esos tres tiempos que conectan con tres dimensiones de nuestro ser, pudiéndolas asociar con los momentos dedicados  al trabajo y la disciplina laboral encumbrado por la Era Industrial y materializado en la ciudad (Cronos), el tiempo de la creación, el arte y el despliegue del espíritu creativo y generativo (Kairós), y el tiempo de la interioridad, de la espiritualidad, de la meditación, de la conexión con dios o con la energía del universo (Aión). 

Es evidente que cada uno de nosotros ha habitado y fluido alguna vez con estas tres formas del tiempo generadoras de espacios emocionales y manifestaciones ricas y diversas del ser, tres dimensiones diferentes que definen nuestra relación con el mundo. También podemos estar de acuerdo que al sumergirnos en estas tres esferas altera nuestro sentido del tiempo y su discurrir.

Independientemente de nuestras creencias, de las cosas que nos apasionan o de nuestro trabajo. Todos hemos podido experimentar que el tiempo acontece de manera diferente cuando estamos en el recogimiento del interior de un templo (cronos), sumidos en la creación de algo que nos apasiona (kairós), o trabajando en la fábrica y cubriendo largos trayectos para ir de un punto a otro de la ciudad (cronos).

Pues bien, la vida urbana ha consagrado la supremacía de Cronos y nos ha privado del Kairós y el Aión. El hilo de Ariadna para recuperar y ejercer el control sobre los tres dominios del tiempo para reconectarnos y fluir con la vida está en volver a los pueblos. Podemos decir que Cronos ha secuestrado a los habitantes de la ciudad, mientras Kairós y Aión viven plácidamente en los entornos rurales pasando inadvertidos ante el ruido clamoroso de los reclamos artificiales de las megalópolis.

Los pueblos de los 5 minutos, la puerta para recuperar el Kairós y el Aión.

Lo rural tiene su dominio, intelectual, estético y emocional, su esencia que hay que saber destilar, su ethos particular, su propia mística que se expresa en múltiples manifestaciones históricas, artísticas y culturales, sus paisajes y escenarios, sus propios ritos y liturgia que nos conecta con la belleza esencial. Y esto no quiere decir que en la ciudad no encontremos los tiempos y los lugares para la creatividad y la espiritualidad, que los hay de gran calidad, pero bajo el imperio global de Cronos que es el que gobierna implacablemente a sus moradores.

El mundo rural es la llave para encajar en la ecuación de la vida a Kairós y Aión, reduciendo al máximo la tiranía a la que nos somete Cronos. Lo rural es sofisticado, bello, elevado, selecto, diverso, moderno, refinado, creativo, inteligente, amable, sensible, cálido, exclusivo, delicado, vibrante y espiritual. 

Muchos de nuestros pueblos tienen lo más importante para vivir a unas distancias óptimas y un radio corto que nos liberan el tiempo necesario para consagrarlo a las cosas importantes de la vida. No hay excusa para plantear un nuevo modelo de ordenación del territorio y el hábitat humano, y esta vez la propuesta no puede ser impuesta por la lógica urbana de la Revolución Industrial, porque hoy los desafíos son otros.

El mundo ha de ver materializadas todas las ventajas del mundo rural en una sola imagen en torno a  un único mensaje y una marca: LOS PUEBLOS DE LOS 5 MINUTOS (http://juancarloscasco.emprendedorex.com/5-los-pueblos-de-los-5-minutos/)

La pelota ahora está en el tejado del mundo rural. ¿Sabremos hacerlo y estar a la altura de los tiempos?

Si te interesa profundizar en el tema y conocer las claves del constructo de la Marca te ofrecemos 30 artículos donde se concreta.

Adelante!!!

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