-5′ los pueblos de los 5 minutos.

¿Para qué vivir en la ciudad del cuarto de hora si puedes hacerlo en un pueblo de menos de 5 minutos?

El diseño de un nuevo ideal de vida rural.

El colapso de las ciudades está llevando a repensar su diseño. La alcaldesa de París Anne Hidalgo y el experto en urbanismo Carlos Moreno, nos proponen un nuevo modelo de ciudad en la que sus habitantes pueden acceder en 15 minutos desde su hogar, en bicicleta o a pie, a todos los servicios esenciales (trabajo, compra, escuela, salud, cultura, ocio). Sin embargo, en los entornos rurales podemos igualar algunas de las referidas prestaciones y ofrecer otras adicionales que nos conviertan en un destino atractivo: los pueblos de menos de 5 minutos.

Igual que Moreno ideó la ciudad del cuarto de hora para responder a 7 funciones esenciales (habitar, trabajar, comprar, acceder a la salud, educación y cultura, y el descanso en armonía con la naturaleza), de la misma manera podemos diseñar un modelo ideal para vivificar y resignificar el espacio rural, tomando como referencia los atractivos y ventajas que nos ofrece cada entorno para hacerlo atractivo a paisanos y forasteros.

El progreso científico y tecnológico permite hacer cosas desde un pueblo  que antes solo se podían hacer en la ciudad.

La progresión de la Cuarta Revolución Industrial y sus tecnologías disruptivas (big data, inteligencia artificial, robótica, blockchain, fabricación aditiva…), así como la alteración de los conceptos clásicos de espacio, tiempo, centralidad, periferia, recursos, materias primas, capital, trabajo, productor, consumidor (prosumidor)… contribuyen a la dilución de la dualidad urbano/rural. Bajo las referidas premisas, el entorno rural se convierte en un destino atractivo para trabajar de manera remota (teletrabajo), acceder a la formación (teleformación), acceso a servicios sanitarios (telemedicina), comprar y vender (comercio electrónico), comunicación síncrona con cualquier persona del mundo (redes sociales), acceso a servicios culturales y de ocio a través de internet, etc. De hecho, la digitalización permite que algunos de los servicios de la ciudad de los 15 minutos puedan ser accesibles desde el medio rural a un solo clic.

El pueblo de los 5 minutos.

Si una ciudad que dispone de los servicios básicos a 15 minutos es atractiva, ¿Cómo de atractivo podría ser un hábitat rural que tiene a su alcance algunas de esas ventajas más otras adicionales a menos de 5minutos?

Podemos crear una nueva marca territorial que además de ofrecernos en los pueblos la opción de trabajar, estudiar, comprar, acceder a una consulta médica, tranquilidad y descanso; nos permita agregar otras ventajas adicionales como el acceso a la naturaleza, tranquilidad, singularidad, aire puro, alimentos saludables o energía. Y todo ello a menos de 5 minutos.

Cambiar el relato de lo rural para venderlo con sus mejores galas.

En un mundo cada vez más masificado, contaminado y hacinado en ciudades, es el momento para ofrecer a las personas un modelo rural atractivo, al objeto de que puedan contrastar las ventajas e inconvenientes de vivir en una gran ciudad o en pueblo o ciudad pequeña, ayudándolas a tomar una decisión fundada para elegir su lugar de residencia. Lo mismo que el ideal de vida actual es el de habitar en una gran ciudad, podemos crear otro basado en el conocimiento de las ventajas que supone vivir en el medio rural.

La digitalización de los servicios y la producción están igualando las oportunidades que ofrecen el mundo rural y urbano, a lo que se unen otras emergencias como el coronavirus o  la crisis energética que están confiriendo una ventaja competitiva al mundo rural por ser más saludable y gozar de mayor potencial para ofrecer energía más barata a las empresas y hogares, factores que pueden influir de manera decisiva a la hora de emprender, invertir y vivir.

¿Qué es más rentable para el futuro, crear burbujas de 15 minutos en nuestras ciudades o apostar por el modelo de menos de 5 minutos?

Estamos en el momentum de pensar y decidir cómo vamos a vivir en el futuro y qué modelos de hábitats vamos a construir, una decisión que influye en el diseño de los instrumentos financieros, las inversiones y políticas públicas para llevarlos a cabo, surgiendo en torno a ello una serie de interrogantes: ¿Es viable crear pequeñas ciudades como burbujas dentro de las grandes? ¿Quién pagará la factura? ¿Cómo se financiará? ¿No será más rentable mejorar las prestaciones de las pequeñas ciudades y los pueblos para balancear los desequilibrios demográficos?

Abrir un debate en torno a las referidas cuestiones es muy importante en este momento, porque las decisiones que se tomen en una u otra dirección vendrán influenciadas por las demandas ciudadanas, de ahí la importancia de la construcción de un nuevo relato y una nueva marca, el diseño de un nuevo marketing para la venta del producto rural, el trabajo desde los medios de comunicación y la inclusión de las propuestas de la gente en los programas de los partidos políticos.

El debate debe estar bien enfocado porque las decisiones que se tomen se financiarán con los impuestos de los contribuyentes y tendrán que tenerse en cuenta aspectos sociales, de igualdad, convivencia, eficacia y eficiencia, impactos ambientales, consumo de recursos y energía… Todo lo cual nos sitúa en un panorama que nos puede llevar a un cambio de paradigma que abra un escenario diferente para lo rural y urbano y sus relaciones. 

Si la proyección demográfica a escala global responde a las estimaciones  actuales, para 2050 la población urbana se duplicará y 7 de cada 10 personas vivirán en grandes ciudades, por lo que cabría preguntarse si es más rentable una inversión colosal para crear burbujas en esas grandes ciudades basadas en el criterio de los 15 minutos o potenciar otro modelo de hábitat basado en hacer más atractivo el mundo rural.

¿Para qué humanizar los entornos urbanos, si ya contamos con entornos  rurales que mejoran sus prestaciones?

Parece contradictorio y hasta grotesco que cuando llevamos décadas ridiculizando y denigrando lo  rural, ahora resulta que lo más moderno es reproducir sus ventajas en cuanto a calidad de vida en el corazón mismo de las ciudades. Rehumanizar la civilización y domesticar la ciudad vuelve a ser un ideal tras convertir las megalópolis en auténticas colmenas humanas y espacios insalubres. 

¿Tiene sentido acometer una transformación urbana tan monumental cuando disponemos de una enormidad de espacios de baja densidad demográfica que están dotados de las cosas más importantes para vivir? Hay que tener en cuenta que para crear las ciudades de los 15 minutos y adecuarlas al patrón, se necesitarán inversiones colosales. ¿No será más factible económica y socialmente invertir en el acondicionamiento de los hábitats rurales para acercarnos a esos estándares de vida?

El modelo de los 5 minutos se podrá adaptar a cada realidad territorial aumentando el atractivo de lo rural en torno a sus singularidades.

Las ciudades de los 15 minutos o los pueblos de los 5 minutos no pueden diseñarse bajo una única fórmula, han de adaptarse a cada contexto en función de las condiciones geográficas, históricas, sociales y ambientales particulares para proponer a cada territorio rural una adaptación ad hoc de carácter local, comarcal, provincial e incluso regional; porque no hay una realidad rural, hay muchas realidades rurales, que responden a su propia naturaleza poliédrica y aximétrica y, por tanto, las recetas no pueden ser estándar.

Así, se podrán diseñar hábitats rurales como destino y reclamo para vivir más enfocados a las personas mayores (economía plateada), teletrabajadores, tercera edad, turistas, extranjeros, etc.

Estamos asistiendo a un cambio de calado en el relato y la concepción en la elección del lugar donde vivir, revelando que dicho ideal se acerca más a las realidades y oportunidades que ofrecen los entornos rurales. Y este fenómeno es esperanzador, porque todo cambio de relato civilizatorio es un prescriptor histórico que anticipa un cambio de tendencia, con la posibilidad de abrirnos las puertas al diseño de unos hábitats más sostenibles y a escala humana que nos eviten un futuro distópico de megalópolis con “mundos burbuja de 15 minutos” diseñados para ricos y grandes guetos de pobreza.

El modelo de la ciudad de los 15 minutos está avanzando y podrá ser una realidad en muchas ciudades, porque actúa como un desencadenante para la acción política. La cuestión está en si el mundo rural será capaz de generar su propio relato y propuesta práctica para mostrar a la ciudadanía las ventajas para vivir en un entorno más atractivo aún, el de los 5 minutos, que mejora alguna de las prestaciones de las ciudades de los 15 minutos y ofrece otros atractivos adicionales.

Por otro lado, el mundo rural ha de abandonar su postura de queja permanente, porque además de la justa reivindicación de mejora en los servicios y las inversiones, también tiene que hacer una oferta significativa para vender sus excelencias, creando espacios que den acceso a los referidos servicios adaptados a condiciones locales de cada entorno -5′.

Adelante!!!

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