La coordinación humana y el trabajo en equipo, una asignatura pendiente desde hace 2,5 millones de años.
El ser humano no es el único animal que trabaja en equipo, basta con echar un vistazo a hormigas, abejas, orcas, chimpancés o leones en plena la caza, para entender que muchas especies son más eficientes que los humanos en la coordinación de sus acciones, habiendo desarrollado complejos lenguajes para su desempeño.
Sin embargo, en el lenguaje animal no existe la noción de actos, es decir, los animales no se piden y prometen cosas, ni hacen juicios, afirmaciones o declaraciones. Y en este matiz es posible que radique la diferenciación y sofisticación de la especie humana respecto al resto de animales, porque el desarrollo de la inteligencia y la civilización están muy vinculadas con estas capacidades.
En los lenguajes animales no existe la función de prometer o pedir.
Sin embargo, todos los idiomas del mundo tienen en común la invención y el uso de palabras para pedir y prometer, cuestión que hace posible coordinar actos, confiriendo al lenguaje un poder generativo (crear nuevas realidades, transformar el entorno e inventar futuros). Cuando una persona promete o pide algo valioso a otra, se pone una semilla para que algo inédito ocurra, un nuevo futuro está en camino, algo nuevo nace y el mundo cambia. Y en esa deriva construimos nuestras relaciones, edificamos nuestras organizaciones y creamos comunidad.
La organización, sus protocolos, instituciones y civilizaciones no son otra cosa que promesas, pedidos y declaraciones organizadas, lo mismo que el trabajo humano con sus etapas, flujos y ciclos.
En el momento que declaramos, pedimos o prometemos algo, generamos acciones nuevas, pudiendo hacernos cargo de las necesidades de los demás o cubrir las nuestras. Cuando lo hacemos podemos actuar con impecabilidad creando adhesiones y confianza, pero también podemos mentir, engañar y producir desconfianza.
El poder humano surge de la habilidad para manejar los actos del habla de manera impecable.
Y esto ocurre al hacer promesas valiosas y cumplirlas, pedir de manera clara y ponderada, afirmar verazmente (decir la verdad), hacer juicios fundados para tomar buenas decisiones y conducir las acciones de futuro, hacer declaraciones transformadoras y movilizadoras. Aquí reside la capacidad que todo ser humano tiene para desarrollar su talento, crear, innovar, emprender y liderar, transformándose en un agente de cambio. Y todo ello lo podemos lograr con algo tan barato y accesible como el lenguaje, aprendiendo a manejar los actos del habla tenemos la posibilidad de crecer y crear riqueza revolucionaria, algo que no se puede hacer con los lenguajes animales.
El problema viene cuando tenemos que coordinar los actos para aplicarlo al trabajo en equipo.
Pareciera que con la sola noción de actos y su manejo, en apariencia de una simpleza inocente, la especie humana podría alcanzar la excelencia en la coordinación y el trabajo en equipo. ¡Nada más lejos de la realidad!, con la entrada en escena de los actos, en lugar de resolvernos el problema, se complica extraordinariamente. De hecho, su complejidad constituye una fuente de frustración permanente y conflicto en todas las organizaciones humanas, porque no otorgamos rigor e importancia a las responsabilidades que conllevan (asumir compromisos, cumplir, ejecutar tareas eficientemente, afirmar verazmente, hacer declaraciones significativas y ser consecuentes con ellas…).
El trabajo en equipo es un conjunto de pedidos y promesas en torno a una declaración.
Y sin embargo su dificultad es muy grande porque no se trata de meros procesos mecánicos, al haber factores interpretativos (juicios) y la posibilidad de engañar e incumplir. Además, el ser humano tiene una dimensión emocional que entra en juego y hay que gestionar e integrar dentro de esta compleja ecuación.
El trabajo en equipo es un conjunto de flujos para culminar un ciclo donde las personas hacen pedidos y promesas que finalizan en la realización de un trabajo satisfactorio.
Para el aprendizaje de estas prácticas para la excelencia en el trabajo en equipo, aquí te proporcionamos dos herramientas para hacerlo:
Todas las actividades donde está presente el ser humano están mediatizadas por los actos del habla y su manejo.
Todo lo que tiene que ver con la administración, la dirección, el liderazgo, la empresa, el emprendimiento, la gerencia (management), el desempeño, el trabajo, las relaciones personales y profesionales, y en general con cualquier actividad humana, nos remite siempre al manejo y coordinación de las promesas, los pedidos, las afirmaciones, los juicios y las declaraciones.
Ahora, mira a las organizaciones que conoces y de las que formas parte, y dime si reconoces algunas malas prácticas asociadas al manejo incorrecto de los actos del habla, por ejemplo: personas que no cumplen o descuidan sus promesas, no decir la verdad se convierte en la normalidad, se justifican los incumplimientos con excusas, se desatienden los pedidos y ejecutan incorrectamente, se hacen pedidos sin sentido, la gente hace juicios por la espalda (deslealtad al ausente), no hay sentido de la dirección ni existe un claro propósito compartido, la gente no encuentra sentido y propósito en lo que hace, las personas en lugar de colaborar van a lo suyo…
¿Has sentido alguna vez que la gente de tu organización o de tu equipo de trabajo está falseando y que sus pedidos y promesas son inconsistentes, cuando no pura mentira? ¿Has pensado alguna vez que no nos tomamos en serio y que el valor de la palabra dada es papel mojado?
No te estoy diciendo que esto te esté pasando a ti o a tu organización, solo te pregunto si conoces a alguien que le ocurra.
La historia de la evolución humana en los últimos 2,5 millones de años está íntimamente vinculada a la evolución del lenguaje, que además de perfeccionar las capacidades para la comunicación de la especie y la coordinación de sus acciones, produjo un salto cualitativo con la invención de los actos del habla. Sin embargo, en este tiempo aún no hemos entendido la importancia de perfeccionar los referidos actos y la necesidad de formar a todas las personas en su impecabilidad para trabajar en equipo y construir sociedades más ricas y comprometidas. Y es menester que lo hagamos, si no queremos perdernos su capacidad revolucionaria para crear valor en el futuro, en lugar de hacernos trampas al solitario, leyendo manuales de autoayuda o escribiendo sesudos tratados de management, porque hasta que no desarrollemos impecabilidad en su manejo y la asunción de la dimensión ética que de ellos se deriva, no alcanzaremos las autenticas ventajas para vivir juntos desde la creación de valor compartido, la libertad, la justicia y la solidaridad.
Si quieres aprender ese valor, nos puedes llamar y te ayudaremos a implementarlo en tu equipo u organización a través del MODELO 6-9, porque, para nosotros, mucho más importante que hacer proyectos para cambiar el mundo, es desarrollar los equipos y las organizaciones que van a cambiar el mundo.
Adelante!!!