Si no conoces a Flores deberías hacerlo, sobre todo si tu vocación es crecer como persona y desarrollarte como emprendedor o líder. Podría pasar con nota los rigores del Liderógrafo en facetas como la política (ministro de economía, ministro de Hacienda, secretario general de gobierno de Chile con Allende, senador electo…); o la empresa. Pero es en la filosofía, el pensamiento y el coaching en los campos donde este hombre está realizando una labor impagable al mundo.
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La «CULTOPÍA». Una nueva cultura para entender, mirar y habitar el mundo.
El excesivo peso que el pasado y la historia tienen en nuestra cultura, nos ha generado una gran dependencia intelectual e interpretativa y nos ha definido como seres apegados a la experiencia. Todo ello ha creado un falso entendimiento de que si miramos a lo que ya sucedió, obtendremos una interpretación fiable de lo que va a ocurrir. Pero esto ya no funciona porque la escala espacio-temporal que nos regía se ha roto.
Cultiva el arte mayor de la PARTICIPACIÓN. No pronuncies su nombre en vano.
Bonita palabra, todo tipo de organizaciones (políticas, sociales, empresas…) la reivindican, pero quienes hacen bandera de ella deberían conocer sus consecuencias.
La participación implica cesiones y corresponsabilidades. Cuando te digo que partícipes conmigo debo hacerme cargo del compromiso que asumo, pues te otorgo capacidad de decisión, influencia y responsabilidad.
El modelo de organización emergente. LEADER.
El mundo ha cambiado, sin embargo las formas de liderar, dirigir y gestionar siguen siendo las mismas, esto hace que nuestras organizaciones y empresas se tornen improductivas y mueran. Para evitarlo necesitamos aprender cosas nuevas y mirar a otros que ya lo están haciendo.
¡Auxilio! ¡Nos estamos desangrando!
La necesidad de un nuevo liderazgo basado en la confianza que nace de hacer promesas y cumplirlas, como remedio para parar hemorragia que destruye nuestra sociedad.
No debe ruborizarnos el reconocer que nuestra sociedad muestra graves síntomas como el miedo, la envidia, la avaricia, la deslealtad, la resignación o la arrogancia. Y que todos ellos remiten a una dolencia colectiva que nos destruye como comunidad: el incumplimiento de las promesas que nos hacemos.